jueves, 31 de diciembre de 2009

Coleccionables

Al costao del mundo.

No sé si así se termina el año, o si así se empieza. Caramba.


Razón nº 76 para odiar el reguetón y toda música parecida: Los vecinos que escuchan reguetón (y toda música parecida) en sus jardines, suelen ser un poco deficientes mentales, y son incapaces de darse cuenta que los punchis punchis de sus canciones reguetoneras (o de toda música parecida) no están a la par. Por ende uno tiene que fumarse varios punchis punchis fuera de sintonía. Resultado: colapso cerebrovascular.

Así se van

Como volver a la casa anoche, mirar el cielo, oír mis pasos, sentir el viento, ver la luna reflejada en agua del cordón, cerrar los ojos, palpar asfalto por las zapatillas, frenar en medio de la calle. Mirar, mirar las estrellas mucho tiempo, sin nadie que te chiste, sin nadie que se gaste en mirarte, sin nada que detenga esa pausa veraniega. Porque nada detiene el verano, nada detiene a la noche, nada detiene el suspiro, nada detiene al otoño, nada detiene al que avanza conciente. Nada detiene la luna creciente.

martes, 29 de diciembre de 2009

2x1*

-¡A comeeeer!
-¡Voy! ¡Hago pis y voy....! No, mejor: ¡hago pis, me lavo las manos y voy...! ¡Hago pis, me lavo las manos, me rasco la oreja y voy! Uf, tengo las orejas re sucias: ¡hago pis, me lavo las manos, me rasco la oreja, me lavo las manos de nuevo y voy!
-¡La comida ya está servida!
-...Bueno, yo tal vez en el medio estornurne, así que calculá que en media hora estoy.


-¡Mierda, te re quemaste!
-Sí, sí, me dormí una siesta al sol, no sabés. Mirá, me pelé toda la nariz.
-Sí, se re nota, tenés cachitos de piel todavía.
-¿Qué te pasó?
-Me pelé la nariz.
-Ah, qué bajón. Mirá, yo estuve trabajando en el jardín y se me maradoná la espalda. Me arrancaba la piel a tiras después.


* PROMOCIÓN VÁLIDA DEL 29/12/2009 HASTA EL DÍA QUE CADUQUE LA INTERNET. NO CANJEABLE NI COMBINABLE CON OTRAS PROMOCIONES SALVO QUE INCLUYAN SALSA DE TOMATE Y/O/U/T BARRILES DE PETRÓLEO. SI VEN A UN NEGRO FEO QUIÉRANLO MUCHO PORQUE SEGURO SUS PAPÁS PASAN HAMBRE. PUTO EL QUE LEE. O PUTA O LESBIANA (A ELECCIÓN DEL CONSUMIDOR). NO HAY RECLAMOS DE VUELTO, NO HAY SALDO FIJO, SI LEÍSTE TODO ESTO JODETE PORQUE NO DICE NADA, PERO SI PARÁS ACÁ TE PERDÉS LA MEJOR PARTE. PROMOCIÓN VÁLIDA EN TODA LA REPÚBLICA ARGENTINA Y PAÍSES LIMÍTROFES Y NO LIMÍTROFES, SALVO RUSIA, QUE ME CAE UN POCO MAL PORQUE ES MUY GRANDE, Y CHILE, QUE CONOZCO A UN PAR DE CHILENOS RE MALA ONDA. CÓMO ESTOY DE DIÁLOGOS ESTÚPIDOS, AGRADEZCO QUE SÓLO SUBO ALGUNOS AL AZAR. EL QUE NO SALTA ES UN CAGÓN, EL QUE NO SALTA ES UN CAGÓN, EL QUE NO SALTA ES COCODRILO QUE SE DUERME ES CARTERA. FUFU Y CHUCU CHUCU CHUCU.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Condición humana XXXVI

-Se me cayó una pestaña, mirá.
-Uh, pongámosla entre los pulgares y pidamos un deseo: al que se queda con la pestaña se le cumple realidad.
-Sí, sí, seguro. Si por cada pestaña que se nos cae se nos cumple un deseo, creeme que este mundo sería mucho mejor.
-Es verdad..., pero bueno: escuché que si pedís cien veces el mismo deseo, se te cumple.
-¿En serio? Bueno, dale, de a partir de ahora hay que ir llevando la cuenta.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Do sostenido

Diógenes era ciego de nacimiento y tenía un oído extraordinario. Tenía el oído de un perro, decían, así como algunos aviadores y beduinos tienen la vista de un halcón. Diógenes solía ir a oír conciertos de música clásica, orquestas, cualquier cosa en que lo importante fuera el sonido y no lo visual; por eso no iba a conciertos de bandas pops o de rock.
Diógenes siempre tuvo buen oído y jamás creyó que eso fuera a darle alguna cualidad más impresionante que esa de oír bien. Pero esa noche, en el concierto del violinista Fidias y el pianista Ictino, él supo que algo andaba mal. El violín de Fidias producía un ruido muy extraño y frío cuando tocaba notas agudas, y se volvía turbio cuando tocaba notas más graves. Distorsiones muy molestas. Por eso, en el primer entreactos, Diógenes fue y lo comentó con alguien, y ese alguien se lo comentó a alguien de mayor importancia, y ese alguien se lo comentó a Fidias. Y Fidias, frente a Ictino, se puso muy nervioso.
Revisaron el violín y encontraron que el diapasón era hueco y que la voluta escondía una bala lista para ser detonada cuando un microafinador detectara el último do sostenido de la última canción; el do sostenido al que miles de violinistas temían; el do sostenido sobre el cual, dos semanas antes del concierto, Ictino le había preguntado a Fidias si podría hacerlo sin desafinar. "Oirás mejor que yo lo afinado de ese último do sostenido", había contestado Fidias. Pero por culpa de Diógenes, nadio oyó ese do.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Pasos no son mis pasos

Caminaba el 25 a la noche camino a casa de un amigo, bajo amenazas de lluvia. La vereda estaba bastante llena de charcos e iba muy atento para esquivarlos. Iba tan atento que no le di importancia a los pasos que empecé a escuchar, haciendo eco de los míos; de golpe, una cuadra después, fui conciente de que me estaban siguiendo.
El primer impulso fue acelerar el paso sin llegar a correr, y el segundo, ya casi en pánico porque los otros pasos habían acelerado junto a los míos, fue tirar la cabeza atrás como quien no quiere la cosa pero está cag*do de espanto. Me calmé un segundo al ver que no me seguía nadie. Creí ser juguete de una alucinación, así que me tranquilicé: estaba a cinco cuadras de mi amigo y nada me iba a pasar en el medio.
Seguí caminando con normalidad, y a los pocos metros volví a oír los pasos. Poc poc poc poc. Volví a mirar atrás y nada. Cada paso coincidía con mis pisadas: era alguien que se burlaba imitándome. Sereno, reduje el sonido de mis propios pies a ligeros roces de algodón, para estar seguro de que no era ninguna clase de eco. Y no, no era ninguna clase de eco.
Las cinco cuadras que quedaban las recorrí a asombrosa velocidad, seguido a la carrera por las otras pisadas. Estaba ya descompuesto de horror sobrenatural: era como ser protagonista de un cuento sicótico de Maupassant, como ser una personalidad del personaje de Identidad, y temía más que nada haberme vuelto loco, no dejaba de pensar un segundo.
Al llegar a la puerta de la casa de mi amigo los pasos acosadores desaparecieron. La humedad era espantosa. Me fui tranquilizando mientras esperaba que me vinieran a abrir: no había pasado nada, la ilusión atroz ya había desaparecido... Estaba completamente transpirado a causa de la corrida, así que, mientras aguardaba, abrí la mochila y saqué el desodorante. Lo apliqué sin escatimar y lo tiré adentro de la mochila casi vacía. Y al caer golpeó contra el mango del paraguas. Poc.


Tal vez no sean las mejores. Seguramente no fueron las peores. Pero la remera de Corre Johnson corre tras la felicidad y ver la última mitad de Dónde estás hermano me dieron la sonrisa navideña.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Desdoblamiento discursivo

Amigos y amigas con piletas no climatizadas (es obvio que quienes tienen piletas climatizadas no entran en el problema que voy a describir.) Como decía: amigos y amigas con piletas no climatizadas (además es sabido que quienes tienen piletas climatizadas NUNCA se sumergen en ellas, por lo que no disfrutan como nosotros de nuestras piletas.) En fin, seguía diciendo: amigos y amigas con piletas no climatizadas (...pensándolo, al llegar a este punto creo que es inútil aclarar el "no climatizadas", ¿no?) Entonces: amigos y amigas con piletas... (¿Amigos y amigas?, resumido quedaría mejor, fijate.) Ok: amistades con piletas... (¿qué pasó? ¿por qué te callaste?) No, nada. Amigos y amigas con piletas no climatizadas: Diciembre se está portando muy mal con nosotros: le quedan sólo ocho días para arrepentirse y darnos lindos días de sol, pero el pronóstico no le quiere dar chance. ¿Por qué tanta lluvia, tantas nubes, tanto viento sucio? Espero que nuestras quejas se oigan tan alto que enero se porte como corresponde, amigos y amigas con piletas no climatizadas...

lunes, 21 de diciembre de 2009

Coleccionables


Per le ventené.

Defifififinitivamente me estoy quedando sin fotos. Si tuviera cámara propia (si no me la hubieran robado) las cosas serían muy molto diferentes.
Para variar pongo foto súper grande.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Cosas patéticas

Hay cosas patéticas en la vida de cada uno. Por ejemplo no tener con quién llorar tus penas de siempre, porque todos ya las escucharon y se aburren de ellas. O que tu gato te haya abandonado cuando tenías seis años y no podés perdonarlo todavía. O haber roto varios regalos al día siguiente de que te los dieron y todavía sentir remordimientos. O todavía seguir pensando en ese chiste que contaron el año pasado y todavía no entendés ni te animás a pedir explicaciones. O haber estado todo el día pensando algo interesante y memorable para poner en tu blog y llenarte de firmas, y al final, sin una sola idea, recurrir a la trampita de poner lo primero que se te ocurre y contar lo patético de tu vida. Pero al fin y al cabo descubrí qué es lo más patético de la existencia: haber tenido aire acondicionado en mi propia habitación y que mis pás me lo robaran.


Y vi un a un osito poniéndole sal a su miel. Pobre su corazoncito roto roto.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Dieciocho siestas [fr]

[...]
-¿Ma...?
Murió la tía, me dijo. Su hermana. La habían internado la semana pasada en un chequeo y no llegaron a tratarla de un cáncer de hígado. Se le expandió y esta noche había muerto. Acaban de llamarla del hospital. Ahora mi mamá estaba sola: la abuela había muerto de jovencita, del abuelo no íbamos a tener noticias en un par de años, su única hermana había muerto también.
Me dijo que no iba a ir al colegio, que íbamos al funeral. Yo inmediatamente había rememorado el funeral y tuve ganas de salir corriendo de ahí. Sonaré cruel, pero la verdad que la muerte de la tía (que nunca fue la mejor tía del mundo, pero que igual me afectó) había pasado ocho años atrás. Yo ya la tenía superada, lo que más me apenaba de la situación era el estado de mamá...
Maldita voz. Podría haber elegido días mejores que los de la muerte de Joaquín y la tía. ¿De verdad habían muerto el mismo día, con dos años de diferencia? Jamás le presté atención a las fechas, ni a los cumpleaños.
No me apenó faltar al colegio. Marisa ya no estaba allá, y ni quería verla. A los diez años debía ser muy graciosa seguro. Llamé a la casa de Mati temprano y le avisé lo que había pasado. A las diez de la mañana ya estábamos en el funeral, toda la parentela triste. A la hora de la merienda la cremamos, y papá y mamá se fueron a Mar Azul para tirar las cenizas al mar.
[...]


Entrás a la casa y tiene postits amarillos por todos lados, garabateados con caligrafía diminuta. Antes de que lo viera aparecer con el cuchillo, sólo alcancé a leer uno que decía "sí la amé, la amé con todas las hormonas de mi ser".

viernes, 18 de diciembre de 2009

Pirucha zanahoria panfletera VII

En la plaza está todos los días el Beatbox Machine. A decir verdad no es una máquina, es un tocadiscos humano o algo parecido. Aunque literalmente es un gordo con enormes pulmones, voca maleable y tez morena que se encierra en una caja enorme de cartón toda pintada con estilo rapero y grafitero que dice "Beatbox Machine". Él asoma la cabeza (con gorra dada vuelta) y mira a la gente pasar como si fuera una estatua viviente; pocas veces lo vi mutar su rostro fijo, ceñudo, muy gracioso, de obeso que siente que el piso está caliente por el sol. Él se queda ahí hasta que pasa alguien y lee el cartelito que dice Incert coin. Entonces le mete una moneda (se oye cómo cae en una lata adentro de la caja) y el muchacho cambia su rostro, ahora amable. Si el transeúnte todavía no vio, el gordito simpático le señala las opciones que tiene: una carpeta con montones de canciones anotadas, como si fuera realmente un tocadiscos. El cliente generalmente se ríe bastante, lo comenta con su novia y finalmente pide una canción. La Beatbox Machine hace memoria un momento, emite un ruidito de procesador que zumba y empieza su función de pitipá pitipú pitipampam, bum bum bumbumbumbum ¡paw!

jueves, 17 de diciembre de 2009

Caharuh con Memto

Memto no pasaba un día sin evocar, aunque sea para su privado placer, aquellos cinco veranos que pasó en su juventud en la casa de Córdoba de su tío. El arroyo, los árboles, los barriletes, la pesca, las viñas, la hamaca altísima, las vacas. Todo había sido hermoso en la casa de Córdoba, cómo le hubiera gustado volver a esos días.
Ahora Memto vivía en esa casa de Córdoba: su tío había muerto y, a pesar de haberlo descuidado los últimos años, él heredó la casa. Hacía ya siete años de esto, las viñas estaban echas un desastre, el hormigón se caía por la humedad, había ratas y cucarachas por todos lados, yuyos hasta en la cocina, pero Memto se resistía a tirarla abajo. Pero no por los recuerdos, sino por uno solo, por un recuerdo en particular: el tío le había hablado, un cinco de diciembre cuando Memto tenía seis años, del tesoro de su bisabuelo. Sí, Memto sabía que en algún lugar de esa casona derruida se ocultaba un tesoro en oro, piedras, vestidos y armas. De hecho sabía exactamente que había una colección de once estocas del siglo XI, el vestido amarillo de alguna reina española de nombre Juana, casi un kilo y medio en monedas de oro de las Indias y un cofrecito de ébano con joyas y diamantes: el tío había dejado eso escrito en su habitación. Pero tras siete años de vivir y revisar todo el tiempo la casa, el tesoro no aparecía.
Entonces un día, mientras Memto pensaba que tendría que organizar una demolición cuidadosa y privada, para revisar escombro por escombro en busco del tesoro, oyó la vieja campana. Al salir a la galería vio que un niño rubio y hermoso caminaba desenfadadamente hacia él.
-Permiso -dijo Caharuh, empujándolo apenas para poder entrar a la casa, dejándolo atónito-. Estoy apurado.
-¿Quién sos?
-El que sabe dónde está lo que buscás -le contestó. A todo esto ya estaban subiendo las escaleras hacia la habitación del tío difunto.
-¿El tes...? -Memto se calló. Repensó y dijo:-. ¿Sos un primo mío?
-Se puede decir que sí... -respondió Caharuh encogiéndose de hombros.
Una vez en la habitación señaló el placard, que estaba incorporado en la misma pared. Memto abrió el placard, sacó todas las cosas y, bajo la orden del niño rubio, pateó, rompió y extrajo la madera de roble que separaba el fondo del armario de la pared. Apareció entonces el ladrillo vivo.
-¿Tengo que romper acá? -preguntó, transpirado, acelerado, muerto de ansiedad y euforia.
-Sí, sí -respondió Caharuh, sonriendo y brillando, como si en verdad eso fuera inútil, como si fuera mentira que el tesoro estaba dentro de aquel muro.
...

Bloggadas y raro triunfo

knoffult dekjddly (la más complicada que vi en mi vida, lo juro por mi plenden) sionesac forma (sí, lo juro también, forma me tocó) deptewes aftioug jekimes


Si el Arco del Triunfo servía para rememorar y celebrar una victoria militar, era una forma de representación del paso o la marcha del militar: "aquí pasó Fulanito, aquí pisó Fulanito". Es como decir que el Arco de Triunfo es el arco del pie de Fulanito. ¿Y si el Arco se cae, se vence el arco del pie de Fulanito? Sería la peor deshonra: vencerse un Arco de Triunfo.

Vecina asesina

Doña Rupa vivía sobre Brandsen desde antes que el coronel Brandsen naciera. El año pasado tenía como 99 años y la vieja iba de acá para allá haciendo compras, visitando viejas y viejos, dándole de comer al linyera que la iba a ver. Pero una semana de invierno el barrendero dejó de pasar, y se formó un verdín denso en el cordón de la vereda, frente a la casa de Doña Rupa. Y ella se patinó y se rompió un hueso. Lamentablemente no pudo más vivir sola ni hacer todas las cosas que usualmente hacía, y la hija (la única hija, la que no veía desde siglos atrás) la tuvo que meter en el asilo de viejitas que quedaba a dos cuadras, también sobre Brandsen.
Uno creería que ese fue el fin de la anciana, pero no: Doña Rupa tenía buena madera y aguantó como un mes en el asilo sin perder el humor, a pesar de que no se podía mover, a pesar de que las visitar mermaron. Pero un día sí, llegó el golpe fatal: una vecina vieja, chusma, de mala entraña, embustera y con tintas de bruja adivina, la fue a ver y le dijo que la hija (esa que la había internado ahí) le acababa de poner la casa en venta. Doña Rupa la miró triste, clavándose dos lágrimas en los ojos, y no dijo nada. A la semana murió y la casa se puso en venta recién entonces. La hija de Doña Rupa recibió una llamada pronto de la inmobiliaria: una vecina de la zona compraba la vieja casa de Doña Rupa.


Casa rosada, casa robada, llagas en el país, pibes sin padres, madres sin hijos: juegan a no poder.

martes, 15 de diciembre de 2009

Plantita rodadora VII

Y pasa fugaz fugaz fugaz
De cola patrás patrás patrás
Una rodadoraaaaaaa...
Con flores y esporaaaaaaa...s

(Hoy: Plantita rodadora, el musical)

Prehistoria, Lascaux, Lespugue, Egipto, Nemes, Amenofis IV, Summer, el Gudea, leona herida, ladrillo policromado, Apadana. Recién empiezo ahora con la cabeza de Amorgos. Nos vemos el sábado.

Coleccionables


Baño oscuro (quiero creer que esta no la subí ya, ando corto de fotitos).
Ahora, compositivamente criticando, hubiera sido mejor trazar la diagonal opuesta, a menos que muchos japoneses y chinos pasen por este blog... Habría que analizarlo.


Labios secos,
nunca un beso.

Condición humana XXXV

El cemento se derramó a un costado y ya secó. Alrededor los peones no saben qué hacer, discuten entre ellos, se ponen nerviosos. El patrón está lejos de la obra e ignora todo. Viene alguien y dice:
-Ya basta de echarse la culpa unos a otros: lo importante ya no es encontrar la causa del derramamiento del cemento, ni poder castigar al que lo dejó secar. Lo vital ahora es remover el cemento duro y conseguir uno nuevo, para poder terminar la obra antes de que el patrón se muera.

Abuelos en desuso

De repente tu hermano viene y discursa: "Si Papá y Mamá, que tienen 50 años, tuvieron su primer hijo a los 20 (es decir que el mayor de sus seis vástagos tiene 30 actualmente) y todavía no son abuelos... ¿Qué deparará para esos seis hijos, que pasando los 30 no tienen ningún hijo? ¿Llegarán a conocer nietos?"

Entonces: "Si a los 40 tienen hijos como última instancia, y esos hijos a su vez tienen hijos a los 45, se puede esperar que los Padres originales conozcan a sus nietos a los 60 o más tarde, y que los primeros hijos sean abuelos a los 85. Por la regla matemática [Edad de Abuelación = Edad de Abuelación anterior x coeficiente de Abuelación Generacional (1,887)]*, la siguiente generación tendrá 160 años al momento de ser abuela. Más vale que la longevidad llegue a esos parámetros entonces, sino vamos a estar fritos."

*Matemáticas sin comprobar.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Camas

Qué miedo tendremos a soñar (y con razón) que no existió civilización capaz de no amoldar el sueño a un límite perimetral. Ya sean camas, colchas, hamacas o agujeros, todos temieron la libertad del sueño entero. ¿Por qué no disponer de enormes habitaciones, espacios sin fin, chatos, placenteros, para rodar y rodar según exija el sueño aventurero? Pero no: no sea cosa que se suelte por completo y nunca más despierte, no sea cosa ir tan lejos que el camino de vuelta no se encuentre. Evasión alternativa es la del sonámbulo, que se para y, a la deriva, de la noche hace su canto.


Y acá se terminó la noche de inspiración.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Condición humana XXXIV

-Mirá que hay que ser tonto para ladrarle a los fuegos artificiales todas las Navidades -dijo el humano que treinta mil años antes aullaba cada vez que caía un rayo cerca de su cueva.


La otra noche tardé mucho en dormirme lo que se dice bien dormido. Una de las causas de mi largo desvelo fue que cada quince minutos no cronometrados se me ocurría una idea para el blog y tenía que prender la linternita y anotar dos o tres palabras claves que al día siguiente me retornaran la idea completa. Y fue ahí, al momento de anotar la última idea fugaz, cuando logré capturar ese instante en que la lógica sobria se funde con la lógica fluctuante del sueño, y anoté esto: corazones futuro deformes. Me refería a que en el futuro, por alguna razón, la gente no iba a saber dibujar corazones como se debe, iban a ser corazones deformes, como por ejemplo "una pirámide con orejas de conejo" o corazones terminados en puntas o con forma de ojos. Sí, muy lindo, pero no tiene sentido estricto. Era un sueño despierto, una lógica inventada, una transición.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Caharuh con Suhi

Suhi era la poeta maldita de la familia. Descubrió su vocación en los versos a los diecinueve años, cuando le regalaron un libro de Rubén Darío. Pero la primera poesía de Suhi quedó décadas atrás, y ahora, con cincuenta años, tenía una agudeza con las palabras, un calibre con la métrica, una soltura con la expresión y una rapidez con la muñeca verdaderamente envidiables. Dos placares en su casa estaban repletos de cuadernos y hojas sueltas, mamarrachos y libros con los márgenes garabateados. Cada año que pasaba Suhi soñaba con sumar otro volumen a su bibliografía. Pero sabía que, si alguna vez alguno de sus poemas era publicado, iba a ser de forma póstuma. Llevaba treinta años acercando sus escritos a editoriales, agentes literarios, amigos, diarios, concursos, radios, amigos con imprentas... Jamás, jamás había tenido éxito.
Sin embargo Suhi no perdía ánimos. Creía que cualquier día podía ocurrir un milagro. Y un día un niño rubio tocó el timbre de su departamento marrón. Ella abrió la puerta, extrañada, esperando que el niño le pidiera alguna monedita o le quisiera vender algo. Pero Caharuh le sonrió desde allí abajo, como si le acaban de dar las gracias por algo.
-Esto es suyo, ¿verdad? -preguntó, extendiendo un papelito amarillento cubierto con la firuleteada caligrafía de Suhi. Ella estiró una mano para recuperarlo, pero se detuvo a mitad de camino.
-Ese es mi primer poema -respondió-. ¿De dónde lo sacaste?
-Lo encontré -dijo Caharuh-. Y me gusta. ¿Acaso...? -comenzó a preguntarle, mirándola incisivamente- ¿Acaso te gustaría...? -acercándose a ella, pasando la línea que separaba el afuera del adentro del departamento, invadiéndole el aire que no alcanzaba a respirar, avasalladoramente, con el papelito en alto, mientras Suhi sentía que se desmayaba.

Pirucha zanahoria panfletera VI

Sacaron los asientos comunes en esos vagones. Ahora el tren está lleno de subibajas de colores (azul, rojo, verde, amarillo y naranja). Están de forma transversal y llegan casi a la altura de las ventanillas, apenas con espacio para que las personas circulen detrás en hileras de a uno. Suben y bajan, es mucho más divertido. Pero nadie quiere ser la pareja de algún gordo muy grande o de una nenita llorosa. En la hora pico, cuando va todo el mundo a Capital o vuelve todo el mundo de Capital, llega a haber hasta cuatro personas sentadas de cada lado en cada subibaja, y aún así aguanta. Nadie sabe de qué madera están hechos, pero tanto la metalurgia como las tablas de los subibajas son terriblemente resistentes, se espera que duren años y años.


Dichoso sea el que difícil se alegra y fácil se entristece, pues cada sonrisa es como ganar la guerra.
Indiferente sea el que sonríe siempre, pues tanta alegría olvida lo que siente.
Y desdichado sea el que fácil se alegra y fácil se apena, pues fácil pierde toda humana certeza.

Coleccionables



DSCN1883 y DSCN1884.
(Si no eres de armas tomar, no sabes qué nombre poner.)


No dejen de pasar por la genial página de Facundo Ríos: Konichiwa Facu.

Condición humana XXXIII

"Soy invulnerable, como cualquier cosa", pensaba en nene cuyos familiares seguían todos vivos desde que él naciera. Pero una noche descubrió lo que era una linterna de leds, y no tuvo mejor idea que apretar el foco contra la palma de la mano y ver, por el reverso, las venas, los huesos y carnes rojizas. A través de su mano invulnerable, como cualquier cosa, pasaba la luz de esa pequeña lamparita. "No soy más invulnerable", pensó entonces el nene, sin entristecerse mucho, "la linterna me dañó".


Hay pirulines de colores, hay cosas que hacen que vos llores, hay gente que se muere joven: ya vas a entender...

jueves, 10 de diciembre de 2009

Carraspeando

Tenés el encanto de una voz perdida
que no quiere dejar de cantar.
Si ya sabemos que todos estamos locos,
la mejor alternativa es disfrutar la locura que tocó tu vida.
A mí no me afligen tus caídas ni le tengo miedo a tu despertar;
Yo conozco tus miércoles pesadillas y quiero conocer tus noches
tardes y mañanas de lunas rotas. Ya pasó el mejor verano.
Ya pasaron tantas cosas en vano que no quiero que dejes otra vez
que te pise hasta el que no te quiere pisar.
No hagas más como el agua sucia del mar,
que la escupe y la vuelve a tragar.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Del amigo a la amiga

-Mirá estos labios: me tengo que poner colágeno.
-No seas boluda, otra vez lo mismo. Tenés un cuerpo y una cara perfecta, no jodás.
-Vos decís eso porque nunca me miraste de cerca. Yo todas las mañanas mientras me cepillo los dientes me encuentro diez mil defectos.
-Seguro.
-Ay... vos no entendés nada.
-Tonta eh, tonta. Yo todas las mañanas apenas abro los ojos porque así es más fácil encontrar uno o dos atributos que me ponen contento y me levantan el ánimo. ¿Para qué defectos inexistentes en ese cuerpo de diosa que tenés, boluda?
-... ¿Qué hay de malo que quiera mejorar mi cuerpo?
-Que primero: tu cuerpo no necesita ni veinte horas de gym por semana ni colágeno, segundo: que con sólo escuchar cómo te alagan los demás debería bastar para tener buen ánimo. Y listo, basta. La próxima vez que te mires al espejo ponete contenta de tener labios finos (o peor, de no tener labios como morrones) y no me rompas las pelotas, ¿querés?

Testamentus

Esto es mi testamento para cuando sea alguien viájado, léido, fámoso, millónario y feliz: si muero sin haber publicado algo escrito y terminado, mis herederos tendrán que hacerlo editar a la fuerza, carajo. Y si muero con algo escrito por la mitad: ¡más aún! Deben hacer publicar las cosas inconclusas, pero sin concluírlas. Siempre tengo dando vueltas algunita línea que trata de cada perra historia: eso deberá ir como conclusión.
Cuando sea un escritor próspero y auténtico, mi regalo póstumo va a tener que ser incentivar al máximo la imaginación ajena: mediante historias inconclusas.
Tan inconclusas como todo lo que está en este blog.


Y si te como a besos (tal vez) la noche sea más corta (no lo sé, no lo seeeé).

Recordé de qué manera posteaba mil cosas por día: escribía cada mermelada boludés.

martes, 8 de diciembre de 2009

Caharuh con Aulil

Aulil era una persona triste sin cabida a la duda. Sin novios ni aventuras por más de veinticinco años, llegaba a su cincuentenario sin esperanzas de pasar otra Navidad en el Banco. Aulil trabajaba en el Banco Nación sobre calle Padua desde que le empezó a desaparecer el acné, y seguía allí y seguiría allí. Había visto toneladas de desempleados en varias crisis nacionales y sin embargo su superficial amistad con el gerente (amistad basada en fealdad mutua y pena profunda por Aulil) la mantuvo siempre en su caja, detrás del vidrio, con los codos sobre el mármol, sentada en un taburete de funda roja. Todo el mundo la conocía, los viejos clientes y los viejos empleados, el viejo policía y los verduleros de la otra cuadra, donde Aulil pasaba siempre al salir del Banco.
Pero otra Navidad como voluntaria recluida en el Banco no. Otra vez la dejarían a ella cerrando las cajas, cerrando las cuentas, cerrando todo, sola, sin llorar pero sola. Le delegarían por única noche todas las responsabilidades y lo haría todo perfecto. Esta vez haría todo perfecto.
Firmó las últimas cosas por firmar, celló, pegó, dobló, cerró cajones. Cerró cajas y, tras echarle un último vistazo a los locales por cerrar de la calle Padua, bajó la cortina metálica. Y cerró la puerta desde adentro. Apagó las luces y el polarizado de los vidrios la envolvieron. Caminó con melancolía injustificada hasta su taburete y se sentó en él. Sacó un Phillip Morris del bolsillo, dispuesta a fumarlo, pero se arrepintió. Hacía catorce años no fumaba, no quería que hubiera sospechas sobre el tabaco sobre su muerte. Desde donde estaba estiró la mano y tanteó el sitio de su compañera y abrió su cajón para guardar los cigarrillos robados. Después se desperezó y cuando volvió a buscar en su bolsillo la cajita con la píldora, escuchó nudillos contra el cristal.
Era un niño rubio y hermoso, un querubín extraviado en Navidad, con párpados de haber llorado y sonrisita de que ve las cosas mejorar. Sin más lo hizo pasar. Y el niño la tomó de la mano, la llevó hasta su taburete y amablemente le pidió que se sentara.
-¿Qué buscás, querido?
-Unos cigarrillos -dijo Caharuh, inocente, sacando los Phillip Morris del cajón de su compañera y sentándose en el taburete de al lado-. Tomá, fumate uno -ofreció.
Y luego, cuando Aulil prendía el cigarro, temblorosa, creyendo ver al ángel de la muerte en vez de al cupido hermoso, Caharuh se extendió sobre ella, como para darle un abrazo. Tenía los bracitos extendidos pero no hacia su cuello. Y ya sobre ella, mientras le sacaba la cajita con la píldora (mientras Aulil daba la primera pitara inconsciente), deslizó, a su vez, un objeto metálico, pesado y cargado dentro del bolsillo ajeno.
...

Espejos y relojes

En mi familia, especialmente en mi casa, siempre se habló del tipo del reloj. Mi viejo lo veía tan seguido que lo ignoraba, mi mamá hacía años que no lo veía, pero mi hermano todavía cada tanto lo volvía a ver. Mi hermano decía que el tipo del reloj actuaba como un espejo que tiene un gran imán atrás, y nunca entendí a qué se refería porque yo nunca lo vi al del reloj. Y porque mi hermano siempre demostró estar un poquito chapa.
Sin embargo ayer el tipo del reloj me hizo una visita. La describo de forma rápida para no volver a sentir el pánico que me dio: eran casi las nueve de la noche y ya estaba todo oscuro afuera, las luces de la calle estaban prendidas. Estaba muy nublado y el cielo tenía aspecto de invierno triste, aunque ya es primavera. Entonces estaba yo saliendo del baño, con el mp4 en las orejas escuchando Bitter Sweet Symphony una vez más, cuando al llegar a la cocina lo vi. El tipo del reloj (le decimos así porque tiene un suéter de lana con un reloj dibujado en el pecho, al estilo Dalí) estaba afuera de la cocina, mirando hacia adentro por la ventana del costado. Se le veía desde la cadera hasta la cabezota enorme que tiene, toda despeinada. Fue un instante que lo vi y me horrorizaron sus ojitos perdidos y celestes, que no saben lo que miran ni qué buscan. Creo que fue un segundo. El mp4 se apagó de golpe (se le terminó la batería, juusto de casualidad) y yo reaccioné con un respingo. De un salto estuve junto a la puerta que de la cocina da al patio interno, y con fuerza la abrí. Hizo mucho ruido, como siempre que se la abre rápido; y de cinco pasos estuve afuera, junto a la ventana de la cocina, donde había estado el tipo del reloj. Pero ya no estaba más, ni rastro de él. Con el corazón todavía retumbando chequeé el mp4 y vi que la batería estaba agotada, y me quedé tranquilo. Después de todo nunca había hecho nada malo el tipo del reloj... Suspiré y di dos pasos más, hasta quedar en el exacto lugar donde había aparecido el tipo. Levanté los ojos y lo vi, así como me había visto él a mí, adentro de la cocina. Estaba con su suéter desteñido y sonriendo, los ojitos celestes le brillaban de alegría enfermiza: había encontrado lo que buscaba.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Coleccionables


Vías 3 (1 y 2 son iguales eh).


Senderito al costao 'el muuundo por ahí eh de andar, buscándome un chumbo, ser manco en esta sociedad... el tuerto es reeey... (pau pau... parara, ¡pararaaá!).

Crónica de hoy

Hace varios días pasa lo mismo: duermo mucho y al momento de despertar sigo acostado una hora más. Una modorra falta me acosa. Luego me levanto de golpe y sin pereza, enérgico. Desayuno alegre y empiezo la primera labor del día. Entonces en menos de media hora vuelvo a quedar en estado vegetativo. Cansado, aburrido, inanimado. La cabeza me pesa, el cerebro descansa entre algodones craneanos, las manos tienden al suelo, las rodillas se doblan en busca de un asiento. No sé si puedo seguir viviendo así.


Hay peras acarameladas, hay padres que ya no se aman, hay cosas que no son exactas ya vas a aprender.

sábado, 5 de diciembre de 2009

La cara de toda la gente que nos cruzamos

Mediante canciones y películas y cuentos y novelas y historias que te cuenta la gente o tu propia imaginación podés hacerte una idea bastante precisa de cómo se siente tener una relación amorosa con la chica/el tipo ideal. Podés sentir la voz y la piel y el pelo y el perfume y las yemas de los dedos y el espacio físico de su cuerpo y su ropa y el maquillaje y cómo se descalza y los chistes que hace y su manía de apoyar su nariz en tu cachete y el sonido de sus pasos en la vereda mojada y cómo señala a la gente graciosa y la forma en que habla de su familia y sus pestañas y su llanto con hipo y su primera cana desubicada y sus sueños de irse a vivir al sur. Podés estar seguro de cómo es todo eso incluso de cómo te sentís después de que cortaron y la extrañás y creés que no vas a volver a respirar nunca más el mismo aire. Lo tenés todo perfectamente teñido pero eso nunca deja de ser una fantasía y lo recordás cada tanto. Y esperás con ansias y miedo al día que esa relación amorosa y esas manos que se agarran de tu manga no sean imaginadas y puedas sonreír sin mentirte.
Entonces vas a haber olvidado las fantasías y no las vas a poder recordar por esfuerzo que hagas porque el amor que te infló el corazón sacó todo lo anterior y no tiene espacio para lo demás. Y lo vas a haber olvidado ya. No vas a poder comprar.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Norita viaja en tranvía

Victorino de la Plaza hizo varios avances en el siguiente año. A parte de la estategia de pagar por las trenzas rojas, por diversas fuentes y medios se publicitaron los tatuajes. Y desde entonces hordas de jóvenes bavianos, varones y mujeres, acudieron a casas de tatuadores para estar a la moda. Esos tatuajes, escandalosos al principio, al cabo de los meses perdieron su sentido (incluso para los mulanos heroicos) y bavianos y mulanos se fusionaron cada vez más.
Para entonces a Norita no le quedaban más que dos trencitas rojas. Sabía que pronto se quedaría sin dinero. Entonces no le quedó más remedio que resignarse: una semana atrás había abierto, sobre Córdoba y Esmeralda, un pequeño restorán, el Bar Castelar, atendido exclusivamente por mulanos conversos; y otros locales lo habían emulado. Norita sabía que llegaba el turno de conseguir un trabajo, como todos alrededor de ella, como los bavianos, como los niños y las niñas de menor edad, como todos los ciudadanos de la nueva Argentina. Resignada le preguntó al verdulero cómo llegar al Bar Castelar y caminó hasta la parada del tranvía. Llegó, vio subir gente y, atemorizada por el sonido vibrante, se subió de un golpe. Allí adentro se sintió apretada y asfixiada, rodeada de esa vibración de transporte, y presa de pánico se acurrucó en un lugar oscuro, ignorando las risas de los demás. Entonces oyó que alguien le quería cobrar un pasaje. Y Norita, colorada, asustada, indignada de que la tuvieran que ver así (¡a ella, hija de mulanos heroicos!), asintió quedamente y sacó las tijeras. Inmediatamente a su alrededor se despejó un círculo temeroso, pero Norita, simplemente, cortó la anteúltima trenza y la ofreció, sin levantar la cabeza, escondiendo sus lágrimas, al cobrador del boleto.


Sí, hace rato no se sabía de Norita, así que por acá les dejo link a sus andanzas ulteriores.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Caharuh con Emila

Elima veía pasar trenes y trenes, sentada en la estación. A esos arsenales humanos, Villa Luro aportaba muy pocas municiones. Elima era una sombra oscura sobre un banco en la estación más sombría de todo el recorrido. Los pasajeros apenas si miraban afuera al pasar por Villa Luro, y si alguien detenía un segundo su vista en Elima no vería más que otra penélope, otra mujer triste y caída envejeciéndose en la estación fantasma, otra alma sin salvación, otra araña enclenque sin boletos para salir de su telaraña.
Y prácticamente así era Elima. A lo largo de los doscientos metros de la plataforma de Villa Luro (nadie sabía por qué doscientos metros) había por lo menos otras siete u ocho víctimas llorosas que veían pasar trenes. Todas esas penélopes habían visto a alguien querido subirse al tren y no volver. Y todas ellas sabían (si no lo no estarían allí) que ese ser querido jamás volvería. Todas esas mujeres marchitas como rosa patética que se seca dentro de un libro apolillado, todas esas ancianas de ropas cubiertas de polvo y humedad, todas ellas no esperaban al amor perdido o al hijo arrebatado, sino la muerte. Pero Elima no, Elima esperaba a alguien que jamás había visto antes.
Elima tuvo un sueño diez años atrás. Soñó que un hombre con traje negro bajaría del tren y la haría su esposa. Sabía con certeza que era sólo un sueño y que su carga de premonición podía ser nula, pero aún así no tenía nada mejor que esperar.
Entonces un día el tren, como de costumbre, frenó en Villa Luro. Era de noche y por prudencia los pasajeros decidían mirar el piso o las luces del techo, a su acompañante o sus bártulos. Bajó un muchacho del tren, pero más que un muchacho, entre tantos fenómenos, parecía un angelito o un cupido disfrazado. Bajó casi a la mitad, y caminó con aire despreocupado entre varias penélopes como si ni las viera. Se detuvo frente a Elima y la miró, como diciendo con los ojos ¿y, qué esperas?
-Soy Caharuh -dijo desenfadadamente-. Y sé lo que esperas...
-Lo que espero -preguntó Emila, despertando su voz-, ¿se cumplirá?
-No sé decirte. Pero tengo esto -agregó, y fue acercando su cara a la suya con lentitud y conteniendo una risa, con la expresión clara de quien no va a dar un beso, sino algo inesperadamente más bello. Sus dos manitas, entrelazadas bajo la espalda, se retorcieron de alegría.
...

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Plantita rodadora VIP

Hace tiempo esto no se daba pero ya encontró lo que buscaba.
Suficiente espacio vacío para rodar haciendo lío:
deambule tranquilita que por ahora nadie mira,
haga porquerías que total... total... tal.


Esta es la entrada 500 me tira el bloggo.
Nada mejor que una planta rodadora para celebrarlo.
-Pamplinas...

¡Serpentinas!

A life that's full

-No llores por nadesas -me dijo el linyera, y creí odiarlo esta vez mientras me hablaba desde sus cartones-. No te amargues por sus aires de grandeza. Lo importante es lo bailao. Lo importante es saber que se tiene (o se tuvo) una vida llena. Eso es lo que cuenta, con llanto ma sin llanto. ¡Míreme a mí sino! Tan vacía siento mi vida, tan llenita de nadesas, que cada tanto me dan ganas de matarme la cabeza (ignorando la ironía, amiga mía). Vaya y siga caminando -aconsejó al final-, que donde está me tapa el sol. Vamos, amigo: andando.

martes, 1 de diciembre de 2009

Coleccionables

Techito casita.

Hay una teja en mi casa que dice 43 con una mancha de musgo o líquen o lo que caca fuere. ¿Satélites, Kevin Johansen, CIA, FBI, el kraken, Jack Johnson, Walt Disney, la InterPol? ¿Quién puede saber? Yo por las dudas no la toco, que no sospechen de mí.

Pisacelera

Qué rápido pasa el frío y
qué veloz llega el invierno.
Qué parpadeo oculta incierto
el momento de caer las hojas,
caen pétalos y brotan
pimpollos y pichones muertos.


Y por ahí daba para más, pero se me pasa volando y quiero hacer otras cosas. Ahora que volví a Cimbaderos, obvio que a Cimbaderos.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Bloggadas y rarezas otras

selyst trafths casynte ketabill ladeba snoce viderni stheddl

Ma, ¿nacer duele o lloramos de maricas?

Sepamos bien las cosas: no iba a aparecer esto como final de noviembre, pero un desconocido tiene nuevo blog y de tanto comentarle cosas geniales, coleccioné media docena de bloggadas raras.
Viva el mañana, total el pasado ya está muerto. Vivan las ganas, total el cansado espera el entierro.

Blue

¿Qué cosa es como un huevo o cascarón de esencia súper fuerte, que si se rompe desde adentro es gratificante (y todo el mundo espera a alguien para poder romperlo desde adentro), pero que si se rompe desde afuera se clava en la carne y hiere mucho tiempo?

Primero iba el tren. Después apareció el fuego. Relámpagos amarillos y blancos brotando del riel, iluminando el interior del vagón. Luego mucho humo. Por último, olor a quemado. No pasó nada.
Y después de todo, la luna. Me siento medio hombre lobo: desde que me mordió veo la luna llena y lloro. (Nada que ver con vacas ni leches.) Me hace mal hasta ver las sombras lunares sobre la alargada terraza, por eso cierro la persiana.

Pirucha zanahoria panfletera V

Es el más especial de los lápices. El nombre de la marca suena europea: Stanglandër o Sturburmër o algo así. Es totalmente negro con las letritas en plateado. Dice ser 3B, pero el grafito es tan blando como el de un 5B. Cuando lo compré en una tienda de curiosidades usadas medía treinta y dos centímetros con siete milímetros. En tres años de uso apenas se encogió veinticinco milímetros. Seis veces le saqué punta, y las recuerdo todas. Usé un sacapuntas diferente para cada oportunidad, y los guardé todos: uno triangular metálico, uno ovalado, uno de plástico celeste, otro triangular más pesado, uno con forma de auto y por último uno violeta de esos con capuchón para guardar las escamas de madera. En ese capuchón violeta todavía guardo la sangre del lápiz, pero ya está seca y opaca. Este lápiz especial sangra cada vez que se le saca punta. Sangra como el dedo decapitado de un niño, como un tajo en la frente. Llora por la punta, llora con cada vuelta. La sangre, pesada oscura e inodora, traba al sacapuntas y lo deja inutilizable, como si fuera algún ácido. Sin embargo la hice analizar y es sangre normal, 0 negativo RH positivo, con muchos glóbulos rojos. Cada vez que le saco punta tengo que limpiarle la herida con agua un rato largo, y dejarlo un día entero para que se seque la madera. Después no le quedan marcas ningunas.

Sin milargo

Fue uno de esos tantos inviernos imposibles en los que era un milagro sobrevivir. Y en esas condiciones la mujer de Sblojei quedó embarazada. Aparentemente pariría para la primera parte del año, subiendo a siete el número de hijos. La madre esperaba que fuera una niña, y así lo pronosticaba el remolino en el medio de la cabeza de cebolla del hijo menor. Pero para cuando pasó la Navidad ella se complicó con problemas pulmonares y Sblojei mandó al mayor de sus hijos, el que más lo ayudaba en el trabajo del campo, a que buscara al médico de la aldea vecina. Lo mandó en medio de la tormenta de nieve más fea del invierno. Y volvió al día siguiente, con sus propios pulmones y bronquios fatalmente congelados; el médico no pudo sino determinar la próxima muerte de la mujer embarazada, la niña en espera y el mayor de los hijos. Ese año tampoco hubo milagro para Sblojei.

Inspiraexpira

-¿Y si un mes escribís poco?
-Digo que me voy de vacaciones y acumulo escritos por un par de meses o semanas.
-¿Y si acabás de hacer eso?
-Ahí se complica. Creo que no tengo excusa.
-¿Y si notás que hiciste muy muy pocas entradas un mes y estás en el último día?
-En ese caso creo que escribiría la primera pelotudez que se me cruzara por la cabezota. Un diálogo absurdo entre vos y yo, un parandijusis o una reflexión estúpida. Ya sabés, el tipo de cosas que hago cuando vos no venís.
-Tal vez salga algo más. Antes de que sea demasiado tarde.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Coleccionables

(¿Es así o No es así?)

Up down turn arround.

Won't be love love love

Día nublado y pesado. La gente camina frente al quiosco con paraguas y en remera y con lentes oscuros, despegándose la ropa del pecho y la espalda. Día molesto de esos que cansa estar sentado y mover las manos para alcanzarle el vuelto a los clientes. Un fulano como yo no tiene en días así mejor actividad que acompañar al quiosquero y suplirlo para que vaya a ver a su noviecita de la otra cuadra. Él es quiosquero a los casi cuarenta, no terminó el secundario y se endeuda para poder pagar cable e internet. Ella está terminando la licenciatura en Bellas Artes y tiene veintitrés años. Además es modelo y le gusta la poesía europea. A veces relaciones como esa son tan molestas para las personas como los días pesados y húmedos.
En eso vuelve de lo de su novia y sacando un billete de cien me dice:
-Dame cambio que le voy a comprar un Rembrandt a Pau para su cumpleaños.

martes, 24 de noviembre de 2009

Statu quo

-Políticos de mierda -oímos que decía un transeúnte malhumorado-. Los políticos de ahora son todos una mierda.
-¡Siempre lo fueron! -festejó un gordo señor desde la vereda de enfrente.
-Es mentira -dijo sin embargo el mendigo que pasaba entre mi mesa y la de una parejita íntima-. Cada tanto hubo buenas camadas de políticos... -Se encogió de hombros y sin pedir permiso, pero con suficiente protocolo, se sentó frente a mí, mordisqueándose las uñas-. Y entiéndame, señor: no es que todo el mundo cambia y todo el mundo es igual siempre (eso viola el principio de no contradicción). Casi todo el mundo cambia, pero el estable es tan fuerte que logra que todo parezca seguir siendo lo mismo.


[...]
-Es lo mismo que cree Álquimir… -dijo Actas, frotándose la frente para pensar mejor-. Pero no sé: si fuera un delegado que viene a controlar, tendría que realizar una especie de informe, ¿no? ¿Y cómo haría llegar ese informe a los nánumas del primer continente? Si mandan un delegado es evidente que no confían del todo en los mensajes escritos que el Bandero envía periódicamente a través de Irea, ¿o no…? Si el “gran invitado” es efectivamente un delegado que viene a controlar, es porque los nánumas encontraron una forma de volver al primer continente. Y esa idea no me gusta para nada.
Rode asintió, dando a entender que él ya había seguido la misma lógica.
-A mí, a esta altura, tampoco me gusta nada.
[...]
Volvi a Cimbaderos.

lunes, 23 de noviembre de 2009

3 minutos, 4, 5...

"3 minutos no son nada", pensás mientras ves que se va cargando música al mp3/4/5/6/7/y hasta 8 según me contaron. "3 minutos no son nada", te repetís para convencerte. "Voy a aprovecharlos viendo qué canciones puedo eliminar de la pc así anda un centemillonécimo cúbico más rápido (falta de memoria RAM)." Y ahí te ponés, pero no eliminás ninguna canción porque todas te dan pena y pensás que ya vas a tener un raye y vas a volver a escuchar esas canciones que no escuchás hace años. Mientras tanto los 3 minutos se hacen eternos (la compu es lenta, recuerden), y pensás que habrías aprovechado mejor el tiempo si te ibas a lavar las patas. Haciendo eso el tiempo hubiera pasado volando, y cuando volvieras a la compu con tus patas limpias verías que ya tenías todita la música en el mp3/4/5/6/7/quizá 20. Las elecciones de la vida, nunca damos la acertada.

Y a la gente no le gustan las cosas emo. Mejor.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Milagrito damor

Hoy vayas donde vayas
el viento lo tenés en contra.
Y sabés bien que mañana
no cambia la pelota.
Y si tropezás vas a caída,
y cada día tropezás.
Pero sonreís todavía
con ganitas de algo más.


Porque: el hambre fuerte pasa incluso cuando no hay qué comer. Milagrito.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Franca yubarta azul

Que cada cosa trae en sí misma la esencia de su entorno, su ambiente, su hábitat y su pasado no hay duda. Lo que tengo en manos es un caracol marino, no hay duda (tampoco hay duda). Un caracol muy deforme, pero caracol marino en fin. Visto desde arriba se ve (y todos coinciden) un pie. Un pie de hombre rana, largo, con dedos palmeados y con membranas entre ellos. Un pie de hombre rana cubierto de fango. Visto de costado (de un costado) se ve una ballena (probablemente una yubarta, llena de esos cascarones que las cubren) retorciéndose, como con dolor de estómago (¡y qué estómago!). Vista del otro lado es una foca reposando al sol, que mira al espectador con duda, sin saber si agredirlo o pedirle mimos.
En definitiva: pata anfibia, ballena yubarta o franca y foca al sol. Todo agua, todo mar, de donde vino mi caracola deforme. ¿Y qué dije yo en un principio? Que cada cosa trae en sí la esencia de su entorno y su pasado.
¿Cuándo conociste, caracolito mío, una ballena, un hombre rana y una foca perezosa? ¿Cómo fueron esos encuentros? ¿Los viste tú mientras te ignoraban, pequeña caracola en el lecho inmenso del océano, o te contaron de ellos otros peces, sirenas, anguilas o tritones? ¿Cuándo fue? ¡Cuéntame, caracol mendigo! Cuéntame... por favor, cuéntame cómo fue, que estoy vacío de anécdotas y escribo sólo mermeladas...

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Verde y celeste

El msn. O windows live messenger, da igual. Ponés tu mail, tu contraseña (o muy boba o muy complicada o una cosa intermedia, otra no queda). Hacés click sobre Iniciar o apretás enter directamente. ¿Y qué pasa a continuación? Dos tipitos, uno celeste y otro verde (nunca supe cuál es la chica de esos dos), empiezan a girar. No tienen cara pero es OBVIO que se están mirando uno al otro. Y giran, giran, giran. Si tenés buen internet, tres vueltas y estás conectado, listo no los ves más. Si estás a la noche y anda lento, los ves dar como quince vueltas incluso. Siempre a la misma distancia, nariz con nariz casi, magnéticos, girando.
Me exasperan. Nunca chapan. Siempre pegaditos y mirándose, pero ni un piquito. Giles.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Coleccionables

Ratonera.

Escoba mojada

Vi a Sofía sin quererlo. Ella estaba inmóvil, con la escoba en la mano, detenida en un instante de su labor. Con la otra mano se tapaba la boca. Y lloraba, los hilos de lágrimas bajaban por las mejillas que se ponían rojas y recorrían los pliegues de la mano y los dedos. Una hilera se metía por debajo de la manga hacia el codo y la otra goteaba sobre el montoncito de polvo acumulado. Era una imagen desoladora verla a Sofía ahí quieta, llorando, creyendo que nadie la veía.
Pensé inmediatamente que se debía a Nico. ¿Lloraba por haber dejado a Nico? No, ya la había visto llorando por lo de Nico y estaba seguro de que no era sólo por Nico. También podía ser por el miedo que sintió el otro sábado cuando se enteró que la casa de su hermana en Formosa se incendió y la impotencia que tuvo al no poder hacer ni saber nada más. Debían ser esas dos cosas juntas, y tal vez lloraba también porque era el viernes 15 y hacía un mes se había muerto su perra Bernanda. Pequeñas cosas, pequeñitas. Seguro entre esas lágrimas estaba también el 5 que se sacó en Sociedad y Estado (típica angustia de traga) y la pelea que tuvo con la profesora de Química. Y podía haber muchas otras cosas: Sofía sólo contaba los problemas que más le afectaban, y otros mil se los tragaba ella sola, esperando que sus jugos gástricos disolvieran todo. Pero no era así. Ahora que la veía llorando quietita con la escoba en la mano y tapándose la boca, muerta de dolor, era obrio que no era así.
Me acerqué y la abracé. ¿Qué te pasa, Sofi?, le pregunté. Me pegué en un diente con la punta de la escoba, me dijo. Pero bueno, yo seguí abrazándola para no quedar como pelotudo.


School Rumble, Bokura ga ita, Lovely complex, hasta Ouran High School Host Club demuestran, junto con la vida diaria, que no hacen falta mil amores para perder completamente la cabeza. Basta uno y medio.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Sabarabadija

ST: 31.1 °C
Vis: 10 km
Hr: 60 %
P: 1002.9 hPa
Vie: Norte 13 km/h

No entiendo bien todo esto, pero días como hoy no acuso de nudismo ni a las viejas gordas.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Nomás la soledad

Si me demoré mucho en volver a postear jodansé. Era la entrada nº 400, y el 400 es de esos que dicen que hay un antes y un después, como con todos los números. Ahora lo difícil de determinar es ese después. El anterior está claro que es 399,(9 periódico), ¿pero y el después? No importa que sea 400,0...01 siempre vas a poder meter un 0 mas antes de ese uno, y ahí cagaste.
[Aunque el buen observador notará que este mes el contador de entradas está fallado: le restó dos. Y quién sabe si algún mes anterior, de esos más productivos, no sucedió algo similar. Pero en fin, acá figuran 400 y punto.] Ahora pasaré a la entrada sumamente interesante y reflexiva que me tuvo varios días sin dormir:

-Parece que es así nomás -dijo el vagabundo, como de costumbre, ofreciéndome un pañuelo descartable tan sucio que decidí ignorarlo como si las lágrimas no me dejaran ni verlo-. Es así nomás -repitió-: la soledad no siempre tiene remedio.

martes, 10 de noviembre de 2009

Empieza el dos

¡Jo jo jo, Feliz cumpleaños!

Hace como mil días (o sea un año) descubrí que a una buena le sigue una mala, y a una mala una peor, así que sonreí de todas formas que en la forma está el sabor, (no bordelencuentro), y abrí un blog con nombre pelotudo. Sí, felicitaciones.

Pásense por acá (link link) y fomenten, que estoy explorando nuevas formas de exponer mi vida a un selecto público de alcachofas.

domingo, 8 de noviembre de 2009

S y M, u so'o corazáo

Para muchos el primer beso viene de sorpresa. Algunos de sorpresa sorpresa: no se lo esperaban ni en dos años (el primer beso suele ser de joven, y dos años expresa un montonazo de tiempo); pero para otros es de media sorpresa: habían planeado todo mil veces y con mucho detalle, pero sucedió de una forma totalmente imprevista y, sin embargo la mayoría de las veces, placentera.
Para otro grupo de gente, aquellos que se andan sin grandes aventuras pero con suficiente condimento en cada plato, el primer beso fue algo que buscaron, que vino a ellos, y que supieron agarrar ambos cabos y unirlos a su antojo. Quizá son unos privilegiados.
Algunos dan el primer beso a los cinco años muchas veces sin entender nada; otros a los doce, entrando a la pubertad; otros a los dieciocho, ya grandecitos, y muchos más de lo que parece, después de los veinte, de milagrosa casualidad (acto seguido tienen hijos). Algunos se arrepienten de su primer beso, ya que casi nadie puede darlo con "el ideal", pero la mayoría se conforma con lo que hubo. Otra vez, una minoría extraordinaria (que suele coincidir con la primera minoría afortunada) dan su primer beso exactamente con la persona que querían.
Pero bueno, me salió larga la introducción. Yo sólo quería hacer notar lo raro del primer beso de Mariela con Sergio (era el segundo beso de Sergio, pero el primero suyo fue un accidente). El beso de Mariela con Sergio, aparte de único, fue algo sin precedentes, y se podría resumir en algo así: tras cuatro meses de amor que pestañeaba rápido y no se decidía, las fichas cayeron en la mesa al tiempo que la ruleta dejaba de girar, y Sergio corrió hacia Mariela gritando "¡oh, mi amor!", y Mariela corrió hacia Sergio gritando "¡Sergio de mi vida!". Estaban a cien metros de distancia entonces, con toda una cuadra de por medio, y no tuvieron mejor idea que tirarse de palomita al piso cuando pisaron la misma vereda. Cabe decir que aparte de un beso sangriento se ganaron flor de chichonazo y nariz violeta por una semana.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Condición humana XXXII

Tenía la costumbre de ser detestable por lo insoportable de su insistencia ante la vida. Por eso quedó solo solito cuando murió su abuela, y desahuciado le rogó a la vida una explicación: ¿por qué tengo que ser tan insoportable?, le preguntó una y otra vez. La vida le dijo la verdad: porque no te queda otra alternativa, alguien tenía que ser insoportable y te tocó a vos. Pero a él esa respuesta no lo convencía, y siguió preguntándole a la vida, una, otra y otra vez, y varias veces obtuvo la misma respuesta. Y siguió preguntando con ahínco, sin cansancio, siempre de pie y llorando. Pero la vida dejó de responderle. Insoportables como él no entienden o no quieren entender.

Coleccionables

Rincón de sombrita. Sacia (que sin y es saca i pal caso da igual) la sed, pero el tacho insolado deja un poquito de acidez.

Llegamos demasiado rápido

-Llegamos demasiado rápido -me dijo a quemarropa, iniciando el diálogo al que, líneas más tarde, respondí:
-No dejará dormir a nadie.
Los dos asentimos a la vez, rígidos, y con simetría (él era diestro y yo siniestro) nos calamos las metralletas y avanzamos a paso marcial, recortados por la luz velumbre del farol redondo sobre los adoquines embarrados del callejón entre gigantes edificios de concreto. Nos dirigimos sin salvación hacia la Fiambrería. Sabíamos que podíamos esperar un día más, pero no: sería esa noche.


68 rayas blancas tiene la cebra (más o menos una de negras tendrá), pero 68 son también las que cuento cada vez que cruzo la General Paz.
(Mentira, la 9 de Julio, pero no rimaba ni con Bertulio.)

jueves, 5 de noviembre de 2009

Minga tiempo al tiempo

El tiempo antes duraba más, no hay duda. ¿De qué otra forma se explica la baja esperanza de vida de otras épocas, o que Alejandro haya conquistado medio mundo siendo un adolescente? ¿Enfermedades, una exposición previa a las experiencias de la vida? ¡Minga: la gente antes vivía mucho más y cuando mucho a los treinta estaban ya aburridos! Es claro que desde el principio el tiempo empezó a acortarse. Un año duraba cada vez menos (en cuanto a la percepción, obvio) que los anteriores. Y así hasta hoy, que desgraciados vemos que en un año no podemos ni hacer un cuarto de las cosas que pretendíamos, y que nos hacemos viejos sin entender cuándo se arrugaron las manos y nos quedamos pelados. Si ahora vivimos hasta los noventa o cien años es porque instintivamente nos negamos a morir sin haber hecho las cosas que queríamos, y para las cuales el tiempo no nos alcanzó porque pasó muy rápido, y más rápido cada vez.

Ay mami qué está haciendo dónde vá, ay papi no sé pero vete yá. Vamos a comer a lo de Beto que nos hizo guacamole carne con frijole, carne con frijole...

martes, 3 de noviembre de 2009

Iátengounticeneloho

Parpadeo. Fuerte, apretado, seguido, desesperado. Típico tic de pelotudo, sí, de ese que ves en alguien del tren o del colectivo y que te cae mal sólo del tic que tiene. Bueno, yo parpadeo así. Me dieron gotitas que si servían no lo averigüé porque no las usé casi nada, pero sin embargo ya no parpadeo (sí parpadeo, pero más normal). ¿Y cómo? Voluntad. Pura fuerza de volutad y contener la contracción parpadeana. Es como que te estén soplando a los ojos y tenerlos abiertos casi llorando, como sentir que te chorrean los mocos pero no poder sacarlos ni sorberlos, como tener los dedos hinchados y no poder sonarlos, ¡pucha, así de feo! Pero lo logré. Ahora ya no parpadeo casi nunca, y sin gotitas. Para que se sepa que hasta yo tengo voluntad a veces.

Dentro de pocos días es mi cumpleaños, y a este paso si sigo tan vacío de historias, ya saben cuál va a ser el próximo posteo.

viernes, 30 de octubre de 2009

Más rarezas

unest alibbli georip hespo ploca harainge blikeran somairh
En algún idioma significa algo, estoy seguro que sí.

Es un hermoso día que me hace pensar que no estoy en mi contexto actual. Lástima por los evacuados. Ahora estoy pensando una de esas historias en las que se sesgan todas las posibilidades de felicidad, y sin embargo...

Mi reino por una laucha

Día insoportable calor. Subtes cada 3 minutos ¡las pelotas! Trenes cada 10 minutos. Todos ensardinados, por supuesto, y el calor. Criqueteando para meterse hasta que cierran las puertas. Siempre resulta que el de cara más chistosa del vagón queda último se tiene que apretujar contra el vidrio, y la gente en la estación se puede reír de él (pero nunca lo notan). Una vez adentro es todo espaldas mojadas, cejas que arden los ojos, pies patinando en medias sudadas, incómodo todo. En esa situación lo peor: no una cucaracha (que se sabe hay montones como en cocina de restorán, no), algo peor: como callejón atrás de restorán chino. Ratas.
Sí, con el calor en la superficie, los subtes se restoranean chinescamente. Y la gente... ni te cuento.

afrdgsxsfp y con sentido

¿Qué querés?
ajsvrt yrtsòs-
¿Con quién?
a,o ,sftoms-
¿Por?
`ptwir bo ft- ajpidr-
¿Sólo por eso?
au `ptwir wiortp drt im hrmop vp,p çrñ-
¿Sólo eso?
amp- ajpidr ,r rmdr´çp wir rdypu pndrvopmsfp vpm ñs hrmosñofsf-
¿Entonces?
awiortp ot s yrtsòs-
Ah, lo que dijiste al principio.
dço. us ñp dçr-

Se preguntarán por qué hasta este momento podían ver dos coleccionables tan tan juntitas (tan juntitas que las caras de arriba miraban al vigía de abajo, que a su vez vigilaba que se quedaran quietas). La respuesta lógico-inductiva al por qué esa ruptura asintomática es que se me cantaban las pelotas.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Coleccionables

Serie Expresiones. (Entiéndase que "serie" es lo chistoso del asunto.)


Ah... Mirá qué interesante...

¿En serio...? Me tas cachando...

¡Era en serio! ¡Qué asco!

¡Aaaaah, era eso...! Ahora entiendo, seguí contando...

Se... Ajá...

¡Ah, mirá como fijo...! ¿Y si le echo carita seductora?

¡Mhm!, ¡mirame...! No, ni bola, hijadep...

Pero che, esto es sospechoso... Muy sospechoso...

O más sospechoso sos... ¡Vos!

martes, 27 de octubre de 2009

Condición humana XXXI

No hacer nada, relajar, mirar de reojo e ignorar. Un día decir basta y por una semana aplicar la disciplina. Luego aflojar un día, al día siguiente disminuir la intensidad. Nunca más pensar en eso. Mirarlo de reojo, ignorarlo. Y volver a decir basta varias veces más. Es la clave para la mediocre y esporádica sensación de felicidad.

Es lo que pasa con los power gym en casa.

domingo, 25 de octubre de 2009

Bideté

Lo bueno de escuchar música japonesa (o sea hablada en japonés y ocasionalmente con algunas palabras en un inglés poco entendible) es que nunca vas a hacer más que tararearla. A lo mejor te aprendés uno o dos versos de fujiishomekokorowosotto, pero no más. Podés saber qué dice la letra porque lo leés por ahí en inglés o con suerte incluso en castellano, pero no más. Y es música en definitiva, como sin voces, y toda la canción es un sólo sentimiento (que se hace presente sólo si conocés la historia del animé que se trata, si no fuiste).

Algunos zancos sirven para moverse sobre pantanos, pero no infinitamente. Tarde o temprano los zancos empiezan a pudrirse y pasan a formar parte del mismo pantano.

Hay un punto crítico que me hace saltar las lágrimas: es cuando el agua y su contenido zarparon ya y su viaje los llevó a los misteriosos caños invisibles, pero todavía el agua no volvió al nivel adecuado en el inodoro.

Todo corazón es una bomba con infinitos cablecitos por cortar.

Los buzos con bolsillo de canguro son el mejor invento para los capos que andamos sin manos en la bici. El Mejor.

sábado, 24 de octubre de 2009

Osito rojo

Aseguro que sacarse la vida es más difícil que sólo tomar la decisión: hay que sostenerla. Digamos Enrique, el hombre de negocios. Su suicidio fue una gota más en el mar de los que temen vivir en la pobreza y que tuvieron una vida relativamente podrida; no fue el suicidio romántico y demente, fue un acto voluntario, controlado: no sólo tomó la decisión de volarse los sesos, sino que lo hizo. Y no sé si todos probaron alguna vez disparar con un revólver viejo (como el que usó Enrique), pero les aseguro que hay que hacer fuerza para accionar el gatillo. Aún si tirás el percutor para atrás y la mitad del recorrido del gatillo está hecho, hay que hacer fuerza para, sintiendo la boca fría de metal en la sien, flexionar todavía más el dedo índice.
Hoy vi el osito de peluche de Enrique. Estaba bien rojo, más rojo escarlata que los labios que cantaba Sandro. El osito estaba sentado sobre los durmientes de la vía abandonada (una de tantas), a quinientos metros de la estación de Once. ¿Qué hacía el peluche ahí? No lo sé, es uno de tantos misterios... El osito sabe todo lo que le pasó a Enrique, pero quizás no sepa que el tren ya no circula por esos rieles.

viernes, 23 de octubre de 2009

Qué ver

Una vez comí un gusano. No por Marley, sino para decir: puedo comer gusanos si quiero, ¿y? Ahora me acostumbré.
No a comer gusanos, sino a aplastar las larvas de polilla cuando salen de su saquito de mugre (parece polvo ¿no?). No me da asco apretarlas por más ruidito que hagan (no hacen ruidito pero se puede imaginar con el tacto, como mini cucarachitas), no me da asco la baba que dejan entre el pulgar y el índice, no me da asco limpiarme en la parte de abajo de la silla.
¿Qué querés que coman, tallarines?

Estoy malo para las historias. Cimbaderos se quedó donde estaba, hace más de un mes que se quedó donde está. *777 se trabó en el fatal episodio 7. Y listo: no estoy escribiendo nada más.
Y qué vergüenza: acá yo posteando huevadas para que haya 23 entradas en el día 23. Qué vergüenza.

jueves, 22 de octubre de 2009

Modorra matutina

Hoy soñé cosas por demás divertidas y locas y reales (¿viste cuando cuesta distinguirlas de lo que no pasó?), y al momento de despertarme sentí esa modorra especial y hermosa: es como si en la piel y la sangre tuvieras un bálsamo espectacular. Te quedás quieto, pero no quieto de persona que espera el colectivo, sino inmóvil, estático totalmente, como una serpiente; ni un músculo se mueve y sabés que podés quedarte horas y horas así sin que se te adormezca ningún músculo (de hecho al despertar sentí que hacía días que estaba en esa posición).
Recién ahora se me está llendo esa modorra embalsamadora. ¿Y sobre qué fue el sueño? Ya sé cada vez menos, pero había alguien llamada Uma (tan repetido últimamente) y yo atropellaba gente en bicicleta, y googleaba palabras haciendo pis (en una jarra en una heladera, no preguntar).


La vez pasada esa vieja que vive adentro me confesó: yo era inteligente porque vivía entre idiotas.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Coleccionables

El vigía.

Me construyo día a día una utopía diferente, para ser al fin de mi vida un iluso efervescente (anoche, en la ducha).

Basuras

Antes vos sacabas un cúmulo de basura a tu vereda y pasaba un chango que lo cargaba y lo llevaba a un lugar donde por esa basura le daban unos pesos. Ahora pasa un chango y te dice "me lo llevo hasta tal lugar por cinco pesitos", y vos con tal de no tenerlo en tu vereda hasta que los basureros se dignen a pasar, le das los cinco pesitos. Pero los changos estos lo cargan y en vez de llevarlo a ningún lugar, lo tiran en la vereda de otra persona. Entonces al día siguiente aparece otro chango que dice "por cinco pesitos, me lo llevo al basural", y el pobre tipo con basura ajena le da los cinco pesitos solicitados. Y así puede ocurrir varias veces, hasta que pasa un chango con honor, como los de antes, y por cinco pesitos lo lleva al basural.

martes, 20 de octubre de 2009

Condición humana XXX

A veces se siente un alambrecito en manos de un nene (¿por qué nene?) que lo dobla para un lado y para el otro, para un lado, y para el otro.


No sé si es muy buena o muy mala (dicen que fue la mejor del 2007). No sé si la trama estaba bien pensada, porque las cosas no cuadran como me gustaría que cuadraran (más allá de eso, es muy japonés), o tal vez es eso mismo, que las cosas no queden bien, lo que lo hace más cercano y real a la vida cotidiana (aunque de cotidiano no tengo un pomo). Y el final: cómo hacen que un final un tanto pedorro, triste por demás, omisor de los malos momentos y aparentemente feliz, se transforme en una gran intriga (aunque no deja lugar a serias dudas) con sólo una imagen inmóvil de dos latitas vacías sobre una mesa, un segundo antes del final (y el sonido que lo acompaña, claro).

sábado, 17 de octubre de 2009

Rima

El sombrero era de alambre mosquitero. La corbata estaba llena de huellas de patas. La camisa estaba llena de divisas. El cinturón estaba todo cubierto con la letra de una canción, y los zapatos estaban adornados como si fuesen dos aparatos (bucales, obvio). Los bermudas eran divertidos, porque estaban estampados con mujeres desnudas. Hasta los aretes eran dos pequeños soretes.
Ahora claro, leído todo bien, pero si se te aparecía el tipo loco así vestido y no te lo explicaba con palabras, no entendías nada de nada.

Y estoy esperando aprender a escribir a mano para abandonar la computadora y huir al bosque.

viernes, 16 de octubre de 2009

Voy a hacer una sentada exigiendo mis derechos

Sí señores: cuatro veces tuve que dejarle hoy el asiento a viejas. Ni que fueran tan viejas encima: no pude estar cinco perros minutos sentado (otro día les cuento la anécdota del perro que dormía abajo de los asientos del tren y por cuyo hedor culpaban al borrachín rengo). Y después, caminando a casa, pensé: ¿cuando yo sea viejo los pendejitos del futuro me van a dejar sus asientos, para que se cumpla el ciclo? No, sin lugar a dudas no. ¿Entonces debería sentarme yo y dejar que esos viejos se pudran? ¿No rompería yo, y mi generación entera, el ciclo esta vez?
Pero meditando me di cuenta que no: yo no rompí el ciclo, lo hizo la generación de mis padres al esforzarse tanto por otorgar longevidad a los viejos que ya tendrían que haber muerto pero que pasean por la ciudad en urnas llenas de otros pasajeros. ¡Todo el castigo sobre ellos! Yo tengo que sentarme: soy joven ahora y puedo cagar a un viejo para hacerlo, pero cuando yo sea viejo tendré que viajar parado, ¡y por culpa de mis padres!
Así que si tenés menos de vientitrés años (después de eso quedás gagá), ya sabés: dentro de unos meses podés ser viejo, ¡aprovechá ahora, cagá a un viejo y sentate! (O sea: si es gagá mandá'o a cagá.)

La nuca

Los forenses normales dirían que a lo mejor sufrió un mareo, que tal vez una baja de presión, un exabrupto, o un espasmo provocado por el dolor de morderse la lengua, y dirían que esa fue la causa de que cayera por las escaleras y se desnucara.
Pero los forenses con dones síquicos sabrían que en realidad el muchacho quería saber lo que veía su nuca todas las noches cuando iba de la cocina a su habitación, escaleras de por medio. Sí, los forenses síquicos sabrían que subía la escalera de espaldas, y que el mareo, la baja de presión, el exabrupto, la lengua mordida y su muerte fueron consecuencias de la gran falla de las chancletas: no están hechas para subir escaleras hacia atrás [a menos que sean mecánicas (las escaleras)].

jueves, 15 de octubre de 2009

La última hija del Zar

Te regalo esta flauta blanca, hija mía, con quien conquistarás a quien tu corazón desee. Pero debo advertirte que tengas cuidado: esta flauta es única y no la podrás ejecutar más que unas pocas veces, y no podrás repetir la misma pieza. Practica bien con flautas normales hasta que sea excelente tu calidad. Recién entonces, hija mía, sopla en este instrumento.
¿Por qué dices estas cosas, madre? ¿Es acaso que en tu lecho de muerte comienzas ya a divagar?
¡Nada de divagues, hija mía! Escúchame bien: obedece lo que te dije, porque como esta flauta no encontrarás igual. Su material es el más noble de los que existen: es el cuerno hueco de un mágico animal: un unicornio blanco, el último de su estirpe real.
Oh, madre, qué pena me da ver que tu mente de aleja de nosotros. ¡No hables más, te lo pido por piedad!
Todo esto lo imaginaba Naatala, la última hija del Zar, mientras estiraba la mano para acariciar la frente del equino perlado que había ido a visitarla.


Por culpa de tender la cama leyendo los chistes de Liniers en el monitor es que tengo todavía esquirlas de cpu en la frente.

martes, 13 de octubre de 2009

Coleccionables


Venecitas 1, 2, 4 y 6.

Sueño de varios

Ella dice: ¡Tengo un sueeeeño...!
Y él dice: Por suerte tenés un sueño y no varios.
Pero ella le contesta: ¡Te equivocás! Gracias a Dios tengo un sueño y tengo ovarios.
Aparece el hijo de cuatro años, los mira y pregunta: ¿Qué es un o-varios?

Instrucciones para naufragar en ciudad: espere que el pronóstico anuncie lluvias, granizo, fuertes vientos, rayos, centollas, alertas meteorológicas, ciclones y temporales, y salga a buscar a un par de amigos cuando empieza el segundo tiempo del partido. Le aseguro que no se arrepentirá.

domingo, 11 de octubre de 2009

Mal todo mal

Es la tercera vez en el día que entro a escribir algo, y mientras se carga la página de inicio me olvido.
¿O será esto lo que las tres veces creí olvidar? No, tan mal no estoy.

A veces asombra la lluvia, y al efecto ayuda el granizo.

sábado, 10 de octubre de 2009

Locos motores de antaño

Acostumbrados a los átomos metálicos que circulan tan rápido que ni se dejan ver a menos que estén específicamente programados a detenerse en tu misma estación, una situación como la de hoy sorprendería a cualquiera. Las estaciones de tren de casi todas las líneas se actualizaron, sólo algunas del Sarmiento siguen en su estado primitivo y ruinoso; como la de Castelar, claro está.
Por más que no tengas más de veinticinco años te sentís viejo cuando uno de los nuevos modelos comprados a Europa pasa a tu lado con gente de toda clase a más de doscientos kilómetros por hora, te sentís viejo. Totalmente viejo y abandonado.
Primero me llamó la atención el ruido a tambor. Sin pensarlo crucé miradas con otro muchacho, no debía tener más de treinta, y nos asomamos más allá del andén. Ahora nadie se asoma por el andén: una embestida a doscientos kilómetros por hora lleva personas y muertes rápidamente a cualquier lado. Sin embargo nosotros dos nos asomamos, temerarios, y la vimos venir: una vieja locomotora, muy vieja y echando humo, manejada por un viejo con boina que gritaba y el que debía ser su nieto de dieciocho años, con su buzo de egresados bien rojo. Nosotros dos, en el andén, fuimos los únicos que lo vimos venir, y nos sonreímos: era indicio de que la revolución se venía, era evidente clara.
Hoy fuimos dos los los que sonreímos al ver la vieja locomotora. Todo eso me hizo pensar en que hay historias interesantes por todos lados: la del otro muchacho, que vaya a saber por qué también sonrió, y especialmente la del abuelo cansado y su nieto seguidor. Sería una hermosa historia sin duda, y me gustaría poder capturarla. Sin embargo tengo que quedarme con esta otra, más humilde, la de un expectador en la estación de Castelar que arriesgó la cabeza para ver, humeando, una vieja locomotora acercándose.

jueves, 8 de octubre de 2009

Pirucha zanahoria panfletera IV

No sé por qué es, pero lo siento desde chiquito. Un hormigueo, un temblor, una vibración de la carne y la piel. En alguna parte del cuerpo, una cualquiera. Primero pensaba que estaba relacionado con acontecimientos futuros: una especie de premonción. O acontecimientos pasados, una percepción especial, intuición, algo que me avisaba sobre cosas raras que habían pasado. Pero esas ideas las deseché una a una. Ahora sólo sé que hormigueo y punto. Porque sí, cuando quiere.


Haruka hanata. Muero de ganas de irme de vacaciones de repente. No fugarme, sino escapar a ver otra vida y compararla con la anterior, crecer y volver cuando me sienta listo. Osea cuando tenga ganas.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Malditas piratas

Hoy en el viaje en tren a la ida leí la maravillosa historia de Marie Read y Ana Bonny. Tan genial que ni en LOST hacen algo más groso. Y sin mucho esfuerzo me imaginé a esas dos intrépidas piratas en ropas de hombre. Después repacé los últimos animé, lleno de trasvestis al revés: minas con ropa de tipos.
Por eso cuando minutos después me encontré a una chica muy linda en el subte, con ropa de colegiala japonesa, piernas largas, anteojos, leyendo Orgullo y prejuicio en inglés, pelo largo y manos toscas (hermosas), pero cuyo rostro no era muy muy muy femenino que digamos: dudé. Malditas piratas, dudé.

Dos puntos: Pirata: palabra sin género.