jueves, 30 de abril de 2009

La arcilla de los jueves

La arcilla de los jueves no es como la pintura de los miércoles. La arcilla se te puede meter abajo de las uñas, pero no es tan líquida, y permanece cerca de la superficie. Las manos están manchadas todavía cuando volvés a casa, costritas blancuzcas que no se salen de frotar. Pero una ducha, una lavada profusa de manos, y listo, no hay arcilla que dure hasta el sábado (dependiendo de lo roñoso que se sea, obviamente). Así que chau arcilla, no competís contra la pintura.

Condición humana XXI

Todas las noches de luna nueva tiene ganas de morir abrazado a la planta de cedrón. Llorando, despertando su dulce aroma a chupetín que le permite irse lejos. Pero no, las noches de luna nueva es tal su desesperación que quiere morirse. No tolera no poder ver la luna, es su peor maldición, la depresión. Por más que conoce el ciclo lunar perfectamente, cuando llega esa noche negra, quiere morir. Y peor es (siempre puede empeorar un poco más) cuando se encuentra lejos de la planta de cedrón... Cuando no tiene ni a la luna ni al vegetal dulceolor, el niño se duerme intranquilo y afiebrado, o sale a caminar y campear la vida que se le escurrió esa noche.

Coleccionables

Mociones.



Ya no dices que me amas.
¿Ya no amas que me dices que no soy lo que esperabas?
Renunciaré y volveré a donde estaba
si admites por lo menos una vez que eras vos la equivocada.

Hiperlógica

Llamaré hiperlógica a un simple ejercicio de disociación de conceptos, de fluidez incontrolada de la imaginación y de nuevo religamiento de significados palabrescos.
Sí, me fui de tema y no dije un joraca. Pasaré a ejemplificar una hiperlógica (suena re importante dicha así).

El juicio "las medias son calientitas" le indica, a cualquier persona de habla hispana con tres dedos de frente, que dichas medias/zoquetes/¡escarpines si se quiere! tienen la propiedad de conservar y retener el calor de los pies. No es muy difícil. Pero ahora, para un hiperlógico, "las medias son calientitas" podría referirse a la parte femenina de la población de los Medos, en donde la única religión practicada es la de los calientites (un credo politeísta y abundante en símbolos mágicos); por ende, dichas mujeres serían devotas de dicha religión.

¿Complicado? No tengo idea. ¿Otro ejemplo? Ahora uno más choto:

"Es una flor de loto... con mucha imaginación". En su debido contexto, la oración recién citada pretendía figurar que un tierno garabato, si se veía haciendo la vista gorda y entrecerrando los ojos, representaba a una flor de loto. Pero un verdadero hiperlógico podría cuestionarse, cuanto menos, si "flor de loto" no se refiere a una exaltación de un loto (o sea, una posición de yoga, un juego de azar, lo que fuere), y si ese algo exaltado no tendría una poderosa imaginación. ¿Entonces qué podría estar imaginando ese gran loto para que fuera proferida la frase original? Y bueno, colegas hiperlógicos, ahí comienza el divague.

Les dejaría un par de oraciones para que practiquen en casa (o en el laburo, sir), pero soy muy paja y no me gusta dar tarea. Si se sienten atraídos por esta nueva rama de inocente cachondeo, ya saben lo que hacer.

La pintura del miércoles

Dicen que la sonrisa del sábado te dura sólo hasta empezar el lunes, porque ya el domingo empieza a decaer. Pero la pintura del miércoles abajo de las uñas (no, abajo no, adentro de las uñas) puede acompañarte toda la semana en ausencia de cepillo. Y no se diluye cuando te lavás las manos, o al menos no se nota que se diluya. Se queda alojada allí; te saluda cada vez que estás aburrido y te mirás los dedos esperando que llegue el tren; saboreás ese amargo sabor pintura cada vez que te comés las uñas; te recuerdan que sos un sucio cuando tenés el alicate a mano y vez que, por más que podes profundo, la pintura va a seguir allí abajo. Uno uno puede acordarse qué es lo que había pintado la clase anterior de mirarse los deditos.
La pintura de los miércoles, en ausencia de cepillo, se va recién al otro miércoles (salvo que caiga feriado o falte la profe). Y se va no porque decida diluírse con el agua de las canillas de la facultá, sino porque nueva y fresca pintura viene a ocupar su lugar, la avasalla y le gana la batalla. Y hasta la semana próxima.



Es una flor de loto... con imaginación.

miércoles, 29 de abril de 2009

Didáctica de la Malagamba

1º: La Malagamba no es ineludible, es decir, nunca se es invisible a los ángeles de la Malagamba.
2º: La Malagamba no perjudica a alguien durante toda su vida, si bien puede tomar de punto a algunas personas (denominadas yetas) durante gran transcurso de su existencia terrena.
3º: Aún siendo un yeta se puede encontrar felicidad en la vida, pues la Malagamab no tiene la capacidad de reservarse una persona sólo para sí misma.
4º: No hay amuletos inventados, gestos reducidos, oraciones dictaminadas, fe surgida o cábala cabal que aleje de manera efectiva a la Malagamba, ni si quiera por un instante.
5º: No hay forma de que, conociendo las características de la Malagamba, estudiándola o aprendiendo sobre ella, se la pueda llegar a eludir (a ella o a sus ángeles) o a sufrir menos por su culpa.
6º: La Malagamba puede ser la más cruel de las entidades sobrenaturales, y a la vez bastante misericordiosa. Sus ángeles lo mismo.

martes, 28 de abril de 2009

Otros Nico y Carina

Me contaron que se llamaba Nicolás, que era el pibe más planificador del mundo y uno de los más pobres de su pueblo. En un viaje escolar trasandino conoció a una chica trasandina: Carina, una ricura de persona, hermosa, graciosa, gentil y amable. Nicolás se enamoró de Carina y ella también de él. Entonces Nicolás le juró que iba a trabajar duro de entonces en más y que pasaría, dentro de un año o dos, a buscarla para que se casaran, escaparan o lo que fuera necesario. Él juró que iba a tener todo bien planeado y que iba a disponer del dinero necesario para todo. Carina sólo tenía que esperar.
Y resulta que así fue: un año y medio después Nicolás tenía la plata justa para el viaje trasandino, ida y vuelta. Había juntado un poco más, para algún regalito, pero no había llegado a acumular mayor dinero por las enormes ansias que tenía de encontrarse con Carina.
Y salió para allá: pagó el viaje, caminó hasta su casa, le pidió a la ama de llaves si podía ver a Carina. Pero la ama de llaves le dijo, desdeñosa: La niña ha sali'o con su novio a la finca 'e Lo'hOlmos. No sé si viá volver ante 'el fin 'e semana.
Y Nicolás creyó que iba a morir. No dijo nada, asintió, se calzó mejor la valija abajo del brazo y, a paso lento, volvió a la estación de trenes. Sacó todos los billetitos que le quedaban y pagó el boleto a su pueblo. La rosa que llevaba en la mano la dejó en el gorrito de una colla que tocaba la quena, y como el tren ya estaba pronto a partir, se subió, aún sin creer su mala suerte, acomodó la valija en el portaequipaje más seguro que encontró, y trató de no desmayarse. La locomotora pitó un par de veces, calentó el motor y sin más arrancó.
Pero pasó entonces que, frente al último vagón, donde estaba Nicolás, pasó caminando Carina, tan despejada luego de una tarde en la plaza con sus amigas. Nicolás apenas la vio sintió que la vida le volvía a las venas y los huesos, y fue menos lo que tardó en forzar la puerta, saltar del tren, caer en la dura plataforma y lamentarse por los agujeros en las rodillas, que lo que tardó en volar hasta Carina y abrazarla con pasión.
-¡Nico, viniste!
-¡Y estaba por irme: en tu casa me dijeron que tenías novio y te habías ido!
-¡Puras mentiras, Nicolás, estaba en la plaza con amigas!
Y suspiraron aliviados, felices, relajados.
-¿Y tu valija? Ay, no... ¿Y la plata para volverte?
Nico se separó de ella y, pálido, descubrió la verdad de su torpe impulso.
-No importa, no importa... Tengo un plan.

Viva La Pepa

Los cuatro habían salido del bachiller el año pasado y ahora tenían que ir en tren hasta la facultad todos los días. A la tardecita volvían menos apretujados. Por eso a la tarde era más fácil ubicar y reconocer a la gente. Así, por ejemplo, sabían que siempre se encontraban en el segundo vagón con el viejo de traje que se subía en Villa Luro y que balbuceaba sólo; sabían que todos los miércoles veían a la misma vieja pintarrajeada como una pendeja, y demás. Pero la que los cuatro chicos preferían era sin duda a la mujer que bautizaron La Pepa.
La Pepa tendría un par de años más que ellos y era tan tan linda que se la podía ver desde cualquier vagón con rayos X. Rubia, alta, menudita, delgada y con tantos buenos atributos como los imaginables. Los cuatro chicos viajaban con La Pepa los jueves, y siempre le admiraban nuevos detalles. Gracias a su teléfono celular sabían que todos los jueves iba a ver a su mamá.
Un día lo notaron de repente, no fue paulatina la cosa: La Pepa estaba embarazada.
-¡Qué ganas de arruinarse la vida! -comentó uno, negando.
-¿Arruinarse la vida? ¡Arruinarse el cuerpo, la silueta, la figurita de diosa que tiene! -comentó el otro, baboso, sin sacarle los ojos de encima y tratando de ignorar esa pancita pequeña que La Pepa frotaba con cariño y sensualidad.
-¿Vos qué sabés si lo planificó o qué? Por ahí es lo que ella quería y es feliz... Además, por un sólo hijo, si se cuida, tampoco va a dejar de estar buenísima -dijo el que parecía más inteligente, y los demás asintieron, un poco apesadumbrados.
Sólo el petisito del grupo, el tímido y más introvertido de los cuatro, sonreía y miraba con ojos chispeantes a La Pepa.
-¿Por qué te sonreís, boludo? -preguntó el primero.
-¿No pensaste lo que va a pasar cuando nazca el bebé y La Pepa tenga que amamantarlo, acá en el tren?
Y los otros tres largaron un ¡aaaah! y se rieron. Inteligente el petisito eh, avivado.


Inocente, inocente alegría de épocas perdidas.

Ella sonreía

La vi en el tren. Ella sonreía. En la sonrisa se veía que estaba enamorada: era tan feliz, era tan obvio. Yo conocía esa situación, me alegré de ella. Cuando se liberó el asiento que estaba al lado de ella me senté y busqué un cruce de miradas. Apenas se dio, apenas tuve su sonrisa enamorada cerca de mi cara, le comenté, como quien no quiere las cosas: Se la ve muy enamorada. Ella torció su rostro entonces, como si no estuviera enamorada, tal vez malinterpretando mis intenciones. A mí me gustan las mujeres, me dijo agriamente. Y yo no dudé en retrucarle: Yo no fui excluyente al decir que se te ve enamorada.
Tal vez el paso del usté al tuteo, tal vez el tono burlón de mi voz, lo que fuere, le incendió nuevamente la chispa en los ojos, y los dos nos largamos a reír. Luego de eso Mariana me contó de lo mucho que le había costado hacer que Martín fuera su novio.


Hoy salí temprano y tuve mil ideas en el tren. Mariana y Martín fueron una más de las mil.

lunes, 27 de abril de 2009

Coleccionables

En este caso
no es la foto
ni es el objeto,
es sólo el hecho
de que está quieto.

Artigas.

De los almanaques lo único que miro y me interesa
es el cuadradito que dice la fecha de la próxima luna llena.

domingo, 26 de abril de 2009

Introducción a la Malagamba

La Malagamba es una fuerza sobrenatural, y como toda fuerza sobrenatural actúa en la naturaleza sin que nadie entienda su funcionamiento.
Hay que tener cuidado con lo que uno tiene porque la Malagamba dispone de muchos ángeles en su hueste, y a la Malagamba le gusta molestar.

Árbol

Un día firmaban autógrafos los cuatro integrantes (ya no cinco) de Árbol, en Ituzaingó. Yo fui con dos amigos y llevaba una copia de varias letras de canciones mías. Había dos chicas ahí con cámara digital, y cuando nosotros tres pasamos a que nos firmen nuestras remeras, mochilas, papeles, ellas nos sacaron unas fotos. Yo les dejé mis letras a los de Árbol. ¿Son tuyas?, preguntó Pablo, sí le dije. Muchas gracias, agradeció él, y yo sonreí enorme. Después salimos de ahí, le dejé mi mail a una de las chicas para que me pasara las fotos y nos fuimos. A la noche una de las chicas me agregó al msn, me pasó las fotos y me preguntó por qué nos habíamos ido tan temprano. Ella se había quedado, había estado charlando con los integrantes de la banda, se había sacado montón de fotos, y yo me había ido. Es uno de los remordimientos más grandes, porque nunca recibí ningún tipo de contestación por las letras de mis canciones... Si me hubiera quedado tal vez hasta las leían o algo, hubiera sido hermoso.


El viento se lleva el humo. ¿Baila bien el hombre con piernas rotas? El sol no se puede mirar. Los espejos siempre nos mienten y lo sabemos, pero no nos permiten distinguir sus mentiras de sus verdades. Por más que limpies, habrá polvo mañana. Las sombras se alargan.

Condición humana Twenty

Se acercaba a puro galope al otro caballo. Tenía algo de miedo al acercarse: pasarse al caballo aquel podía ser peligroso, podía caer en el medio y quebrarse la cadera para no levantarse más. Siempre corría ese riesgo cuando se cambiaba de caballo, sin embargo era imposible evitarlo. Sintió el vértigo acrecentarse con cada metro y centímetro que se aproximaba... Pero fue un flash: en un segundo estaba montado en el otro caballo y el anterior había quedado atrás, olvidado. Tan embalado estaba en la carrera que apenas se dio cuenta del cambio un segundo después.
Sin embargo nunca faltaban esos momentos de extraña debilidad: quitando los ojos de la meta, torcía el cuello y veía los caballos rezagados y abandonados. Todavía se podía ver en ellos, recordaba sus sillas, sus comodidades, sus arneses diferentes al de ahora... La carrera seguía, y ya tenía comenzaba a notar que la nueva montura comenzaba a cansarse.

sábado, 25 de abril de 2009

Cosas que valen mil penas

Vale la pena amar (para empezar).
Vale la pena reencontrarse.
Vale la pena intentar, sí, vale la pena.
Vale la pena sonreírle a alguien aunque uno se desangre, sea ese alguien más o menos desafortunado que nosotros.
Vale la pena ir a misa, sí señor.
Vale la pena ir a un parque de diversiones, sobre todo en temporada de entradas con descuento.
Vale la pena llorar sólo por lo que se perdió, teniendo ya el pañuelo listo a secar lágrimas.
Vale la pena perder la ingenuidad, para después recuperarla.
Vale la pena dejar los post un poco más de tiempo para que se junten dos mensajito mantecosos.
Vale la pena tratar de vivir.
Vale la pena no hacerme caso, vale la pena.



Está llorando. Cada tanto llora hoy. Se siente en medio de un desierto. Siente que lo patearon del tren. No ve nada hasta el horizonte, pero todo su alrededor está plagado de ilusiones ópticas que lo atraen burlescamente.

Cosas que no valen la pena

No vale la pena decir que uno sufre, vale la pena hacer el esfuerzo de dejar de sufrir, o de ignorarse a uno mismo si no hay otra vuelta.
No vale la pena dejar pasar las cosas.
No vale la pena abandonar cuando ya no tenemos ganas.
No vale la pena pensar que la oportunidad se pasó del todo.
No vale la pena empezar cinco cosas nuevas a la vez, pretendiendo terminarlas todas.
No vale la pena hacerle caso a los relojes, ni a los trenes ni a los pronósticos del clima.
No vale la pena dejar la luz prendida si ya no tenemos miedo a la oscuridad.
No vale la pena leer hasta el final cuando se trata de estas cosas.

viernes, 24 de abril de 2009

Cosas que hay

Hay que llamar a los sentimientos por su nombre.
Hay que sonreír cuando se habla, aunque duela.
Hay que sacarse las dudas, siempre.
Hay que saber retirarse embistiendo.
Hay que reconocer las obsesiones, de a partir de ahí saborearlas como tales y comenzar a dejarlas.
Hay que tener miedo de todo para superarlo siempre.
Hay que estar dispuesto a dar la vida por todos.
Hay que mirar con atención a las personas.
Hay que dormir para estar despierto.
Hay que cortarla acá para no dormirse.

Coleccionables

Sí, hay veces en que las cosas salen mal. Así que hay necesidad de sonreír.

La furia

(Desde este momento y hasta la finalización de la presente entrada, el espacio será utilizado para el desahogo literario del autor, sin fines de lucro, entretenimiento o sentido alguno. Sepan disculpar las molestias.)


¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGG!

QUÉ GANAS DE PATEAR TODO
¿TÁNTO COSTABA QUEDARSE CINCO MINUTITOS ESPERANDO
TÁNTO COSTABA PRENDER LOS PARLANTES PARA ESCUCHAR EL PUTO PUP! DEL FABO?

(Listo. Gocen sus vidas, pateando todo si es necesario.)

jueves, 23 de abril de 2009

Que Luna Lupo no se entere

Gastón tiene la paranoia de pensar, cada vez que el hombre (hombre, no mujer) de atrás le pide al chofer el mismo importe que él acaba de pedir, que lo van a perseguir/secuestrar/robar/etc. Y ni que hablar si tiene pinta de motoquero pesado.
Gastón: "El tipo que viaja abrazado a su mochila, alerta a todo, y que corre las dos cuadras hasta su casa con las llaves en la mano."

El apodo pelotudo II

El Pulpo Barrabás y el resto del mundo sabían que hay dos cosas con las que no se jode: una es con la estación fantasma de Villa Luro, o Villa Luto como le empezaron a decir algunos; y la otra cosa es con él: el Pulpo Barrabás. Así que tuvo completa razón cuando le dio esa trompada a su compañero de trabajo: ¿cómo le iba a preguntar por qué le decían así? ¿Era idiota? No, peor aún: ¡todos sus compañeros eran idiotas! Porque sabía muy bien el Pulpo Barrabás que había sido una apuesta. “A que no te animás a preguntarle al Pulpo Barrabás por qué le dicen así...” Una piña fue poco, pensó limpiándose la sangre de los nudillos. Tendría que haber cagado a trompadas a todos. Insolentes que eran...

Hagamos Om

[...]
El templo era un edificio plano que abarcaba casi un cuarto de la isla, respetando sus desniveles y accidentes geográficos. Era simplemente una cuadrícula de columnas y columnas de la misma altura que sostenían un techo plano de losas hexagona-les. El piso tenía el mismo aspecto que el cielo raso y los tonos grises, la sombra permanente, las plantas y enredaderas que crecían en algunos sitios y se agitaban con la brisa, que corría fresca entre las columnas, hacían de ése un lugar tranquilo y relajante. No daba ganas de hablar.
[...]
Cimbaderos II


Hagamos Om. Ooommmmm... No puedo hablar con quien necesito hablar como si se tratara de respirar. No puedo escribir cuanto quiero. No estudio lo que me apasiona. Ahora no me dejan viajar a donde anhelaba. Ooommm... Es el momento de demostrar que felices no son las cosas ni lo sucesos, sino las personas. Algo bueno va a salir.
Eees la vida... que me alcanzaaaa.

miércoles, 22 de abril de 2009

Se trata de superar

Una vida tranquila, inocente alegría,
cuentos de hadas sin terminar y fantasías perdidas.
Es raro que antes que el sol salga
y después de que el sol se esconda
vea tan nítido todo, los árboles, las copas, las hojas caídas,
el cielo, el mosquitero, el techo, el galpón y las vecinas.
Todo se convierte en una esponja que absorbe toda su esencia verdadera,
se impregna totalmente de lo que son.
Antes que salga el sol y después de que se esconda:
una cita romántica, una carta, un llanto, son más ellos que lo que nunca son.
Una vida tranquila, la inocente alegría,
una melodía perdida que se filtra en la grieta de un corazón.
Dan ganas de sonreír, de que la canción dure, pero no dura
porque el sol sale, o se oculta.
Anacoretas, zafios, sardos, reyes, bueyes.
Alguien silba al mundo antes que se calle.
Alguien, que soy yo, encuentra paz
en un instante
que es tan corto
que ni en palabras
se muestra
ni
precisa
su
ex
sistencia.




Ya me superé (49),
ahora intentaré
meditar hasta comprender
la vida en el más mínimo
de sus pellizcos.
No me despierten
si ven que lo logré:
no es bueno molestar
a los muertos.

Condición humana XIX

Parecían infradotados, pero era normal que ocurriera. En la barrera donde pasaba el tren se detenían siempre, dudando. Sus cerebros cansados, atascados, animales, nunca sabían con seguridad si la barrera estaba baja, si la alarma estaba sonando. A veces una cosa sí y la otra no, a veces ninguna de las dos, pero se las imaginaban, y cuando sí estaban sonando, no las oían. Era común verlos ahí, sin animarse a pasar, o en la mitad de la vía, sin querer seguir, caminando directo al tren. Los accidentes pasaban todos los días, ya casi nadie se detenía a limpiar y juntar los restos.



Acción recomendable: tomar el teclado entre ambas manos (si es de los modelos viejos, mejor), voltearlo, osea, dejarlo boca abajo, y una vez así sacudirlo como si se tratara de alguien que dijo "y el tesoro está en..." y se desmayó. Descubrirán los verdaderos tesoros que esconden los teclados (sin son modelos viejos, mejor).

La belleza de los dobles apellidos

Cristina Juárez Álvarez tiene un amigo llamado Libero Dolce Rubino. Él tiene una novia que se llama Fernanda López Novelli que lo engaña con Gustavo Pappes Sularica. Cristina Juárez Álvarez sabe eso, y además está enamorada en secreto de Libero Dolce Rubino. No sabe si decírselo, porque de hacerlo no podría revelarle su amor: quedaría como una aprovechadora. Por otro lado, de no contárselo, no cumpliría su rol de amiga. Por eso Cristina Gonzáles Juárez le pide consejo constantemente a su mejor amiga, Florencia Digerónimo Vargas, que a su vez engaña a su novio, Nicolás Porco Vita, con el mismo Gustavo Pappes Álvarez. Pero Florencia Sularica Vargas no quiere ayudar a Cristina Jurárez López, porque la hace sentir culpable. A su vez, al enterarse de la situación, ella odia a Gustavo Dolce Sularica, su amante, porque él la engaña con esa tal Fernanda Álvarez Novelli. Y como la odia a ella también, molesta a su novio, Nicolás Porco Rubino, diciéndole que él la engaña a ella con esa mujer. ¿Y Cristina Gonzáles Vita? Rayos, todos siempre se olvidan de ella.

Tiene barba blanca hasta el pecho

Es un viejo que acarrea una bolsa de arpillera llena de trastos desconocidos. Mide un metro sesenta erguido, pero la joroba le da forma de L (dada vuelta) y necesita un bastón para no caerse. El bastón está viejo, desteñido, con astillas y sin mango, pero le sigue sirviendo. Sus botitas veinteañeras le abren paso a los dedos y ha reemplazado sus cordones por cintas scotch. Los pantaloncitos grises van raídos por la mitad de las pantorrillas, y el chiflete que entra por allí es frenado recién a la altura de los muslos por el abultado calzoncillo de tela vieja, sucia y llena de bollitos de papel de diario. Viste también con una o dos musculosas, tan transpiradas que se incorporaron a su piel, una remera vieja de algún basquetbolista, un buzo estirado, un suetercito marca Lacoste, apolillado y con siete manchas de lavandina. Arriba de eso una o dos camperas rotosas, dependiendo si es verano o invierno, y finalmente su conocida bufanda escocesa, su boinita de lana bordó y sus anteojos sin cristales.

martes, 21 de abril de 2009

Coleccionables

Hélice de Bélice.

Better Together, Jack Johnson.
There's no combination of words I could put on the back of a postcard, no song that I could sing but I can try for your heart. Our dreams, and they are made out of real things, like a shoebox of photographs with sepiatone loving. Love is the answer, at least for most of the questions in my heart, like why are we here? and where do we go? and how come it's so hard? It's not always easy and sometimes life can be deceiving. I'll tell you one thing it's always better when we're together. Yeah, we'll look at the stars when we're together. And all of these moments just might find their way into my dreams tonight, but I know that they'll be gone when the morning light sings and brings new things. For tomorrow night you see that they'll be gone too, too many things I have to do. But if all of these dreams might find their way into my day to day scene, I'd be under the impression, I was somewhere in between with only two: just me and you, not so many things we got to do or places we got to be, we'll sit beneath the mango tree now. It's always better when we're together, we're somewhere in between together. I believe in memories. They look so, so pretty when I sleep, hey now, and when I wake up, you look so pretty sleeping next to me. But there is not enough time, and there is no, no song I could sing, and there is no, combination of words I could say, but I will still tell you one thing: we're better together.

Pretujones

Quizás el tema de las colas es algo repetido, pero verán:

En una cola para un cine, sacar un boleto o una entrada, ir al baño, bajar del tren, el ascensor, entrar a un boliche, lo que sea, la gente suele apretujarse. Violan en espacio personal con un tácito acuerdo de apretujar y apurar, o a veces con la única intención de mitigar los efectos del viento frío y cortante (tan típico en las colas). Y en esas situaciones, siempre ocurre algo como esto:
Gastón está inquieto. Da pasitos minúsculos, avanza menos que el largo de su dedo meñique del pie, pero avanza. De pronto alguien adelante requiere más espacio (una pelea con un patovica, un carrito de bebés atascado, esas cosas) y, como fichas tontas de dominó, se produce una onda expansiva que empuja los cuerpos humanos unos pocos centímetros para atrás. Ahí Gastón, perdiendo el poco terreno que había conseguido, despega la planta de su pie para no perder equilibrio. Y al hacerlo, sin saberlo, pisa al hombre que estaba atrás: tan sólo un poquito, pero lo suficiente como para percibirlo y arquear la rodilla, intentando no destrozar con su talón las uñas de la persona de atrás.
A veces dicha peripecia termina con un simple “disculpá, te pisé”, un “nono, no me hiciste nada, no te preocupes” y un par de sonrisas. Pero Gastón tiene la habilidad de, primero, arquear la pierna de más, y segundo (a causa de la primera), perder el equilibrio, caer al piso, aplastar a varias personas y generar una reacción en cadena de disculpá te pisé y nono no me hiciste nada varias veces más molesta que la situación inicial.

lunes, 20 de abril de 2009

Plantita rodadora V

La quinta pasa.
Pasa por mi cuarto y sigue de largo, antes que la sexta.
La quinta planta rodadora rueda arrastrada con un viento de ilusión.
Sabe que no pasó tanto tiempo,
sino que el escritor escribió
y tanto (tan bajo nivel) que ni el tiempo le avisó.


Creo que es el post 150 del 2009.
A que este mes bato nuevos récords: el de más posts en un mes y el de más chotos posts.

Brevedad

¿Dónde había quedado su capacidad de sintaxis?, se preguntó mientras ponía al pié de la página un 667. Antes solía escribir poemas de cuatro versos, pensó, y cuentitos de medio párrafo. Ahora estaba en la última página del último tomo de una saga de diez libros. Ahora que terminé, se dijo, volveré a escribir toda la saga entera, que me llevó veinticinco años de mi vida, pero en diez renglones.
Ciertamente lo logró, y con maestra sintaxis: diez renglones de puro néctar, sobre los cuales se podían dar cátedras de horas y horas en cien idiomas. Pero apenas puso el punto final se dio cuenta que sobre su espina vertebral pesaban cincuenta años más. Se habían pasado volando.

domingo, 19 de abril de 2009

La clara meta de Clara*

Clara sabía que son como más de trece millones de personas en la Capital y el GBA. Difícil figurarse trece millones de personas, entre viejos, recién nacidos y gente del medio, eran muchos. Pero seguro, por más millones que fueran, con los cuarenta y cinco grados de térmica, se tenían que sacar todos sus cuellitos de polar en verano.
Eso quería decir (y ahí Clara sonreía) que debía haber alguien, uno sólo, el primero que, con la primera refrescada, se pusiera un cuellito polar. ¡El primero de Buenos Aires, Capital y GBA! Y Clara quería eso, quería ser la primera de más de trece millones, en desempolvar el cuellito y lucirlo por la calle...
Los últimos cinco años venía haciendo lo mismo, e iba contenta resistiendo el viento con la cabeza bien erguida. Pero igual le agarraba duda existencial en alguna esquina: era difícil de comprobar si había sido la primera... el GBA es grande...


(¡Sí!, celebró mi cerebro cuando, al salir de casa, me detuve a acomodar la botamanga del jean y descubrí, asombrado, 50 centavos allí perdidos. Moraleja: usar siempre jeans con botamangas ayuda a ahorrarse esas moneditas que a uno se le caen y no se da cuenta, no las encuentra o le da paja buscarlas.)



*Qué pelotudo. "Clara meta de Clara". No sé si es que en verdad estoy pelotudo, o infantil, o si es que me estoy odiando a mí mismo más que de costumbre en estos días. Creo que es eso...

Si así está la cola...

Carlos no entendía por qué, pero siempre, en las colas largas y obstaculizadoras, la gente (a decir verdad, 12 de cada 17 personas) elegían decir "permiso" y pasar por donde estaba él. Entonces cuando, indignado, se acercaba a la persona de adelante para que al estrecharse nadie quisiera pasar, comenzaban a decir "permiso" y a pasar detrás de él. Era insoportable.



Esto me pasa a mí. ¿Tengo cara de buen pibe, y por eso me eligen de peaje gratuito? O cara de te dejo pasar. Hoy fui a la exposición de Ciruelo, y me puse en la cola de autógrafos (es la segunda vez en mi vida). Si hubiera sabido que iba a estar ahí el chabón yo llevaba mis postercitos de otras exposiciones para no gastar nuevos diez pesos. Pero qué lindo eh, lástima que no estaba acompañado para mitigar la soledad bochornosa de las colas.

La vida de Sholín Muhamaha VI

Decían que Sholín Muhamaha era el más grande pensador después de Mahatma Gandhi, pero que desgraciadamente no se hizo famoso. Dicen que tenía tres musas personales y tres de esos demonios raros que, como a Sócrates, le decían qué hacer y qué no. Se llamaban Cacho, Fulano y Anónimo. Cuentan que, una vez, Rabindranath Tagore, el Gran Tagore, pasó a visitarlo en su penthouse cinco estrellas y que discutieron sobre ciencia, epistemología, metafísica, dioses lares, Robin Hood, la imprenta de Gutenberg, la barba de Gepetto, Hamlet, los viajes a la luna, los viajes al microcentro, los átomos, las bolas de los toros y las uñas encarnadas de Gandalf. Luego de eso Sholín Muhamaha le ofreció a Tagore uno de sus demonios aconsejadores y un par de musas inspiradoras, pero el Gran Tagore las rechazó.
Algunos admiradores de Tagore lo lamentan (los que conocieron a Sholín Muhamaha, en cambio, lo festejan); todos admiradores de Sholín Muhamaha se alegran, el 67% de los admiradores de Johnny Depp creen que fue lo mejor que podía haber pasado, y al resto del mundo le da igual.



Qué boludo que me tiene.

El apodo pelotudo I

El Pulpo Barrabás no podía entender que Claudia no se diera cuenta que su actual novio era un pelotudo (perdón por la palabra, pero era un pelotudo enserio, y Claudia también por estar con ese chabón). El Pulpo siempre le decía: Clau, ese tipo te está engañando/este tipo está en alguna matufia/este tipo tiene más de cincuenta años y dice que tiene treinta/este tipo es jugador compulsivo/vive con su mamá/tiene cara de golpeador. Y este tipo, el actual novio, era el peor de todos. Había sido el único ser humano que, al encontrárselo y ser presentados, le había preguntado el por qué su apodo... No podía haber un tipo tan pelotudo, y Claudia también...

sábado, 18 de abril de 2009

Coleccionables



Como no animaba mucho que digamos la ventanita oscura, acá están estos Cielos barridos.

Viento que barres en calmada orgía
las nubes del cielo de este marmolado día,
limpia las heridas que en mi cuerpo moldeó la elegía de un calmado amor que,
como una orgía, mi humana lógica dejó destruida.

Tan noble su canción

Era miércoles (tedio) por la noche y volvía en el Sarmiento a las once de la noche, mi destino era Castelar. El librito que iba leyendo, uno de Herman Hesse, se había terminado unos minutos atrás, cuando se subió, en Villa Luro, un viejo. Se sentó en diagonal al mí, unos metros más allá.
Era un hombre alto, de corte tudesco, cabeza casi pelada, blanca, ojos claros como cielo de mediodía, diminutas pupilas negras, labios agrios y finos, hombros enormes, panza abultada y manos como platos. Vestía un sobre todo gris, pantalones de vestir marrones y zapatos de hebilla. Tenía un paraguas antiquísimo en una mano, con una especie de gárgola en el mango, y dos libros anchos como las vías del tren en la otra. Era un hombre bastante extraordinario.
Se sentó y yo lo miré un rato. Miraba alrededor con ojos nostálgicos, tristes, lavados. Se parecía a mi nono en muchas cosas, y me dio melancolía. ¿Quién sabe qué veía ese hombre, ¡qué había visto!, qué había hecho, por dónde había andado, qué maravillas había vivido ¡en qué mundos ya perdidos!? Personas así pueden asombrar las mentes de muchas personas sin cansancio.
De pronto el hombre se puso a cantar. No se escuchaba qué cantaba, hasta mí llegaba sólo una especie de tarareo. Pero por sus movimientos convulsivos, su mano marcando el ritmo seco sobre la rodilla, sus ojos de pronto ceñudos, podía adivinar una marcha, tal vez una marcha de guerra que aprendiera de joven. ¿Había estado en la Segunda Guerra? ¿Qué había hecho, qué estaba recordado, a quiénes habría perdido, qué cosas lamentaba? Su canción, sus susurros inentendibles invadieron mi alma sin pasión y pude sentirme, por el transcurso de algunas estaciones, parte de su propia existencia. ¡Una vida entera resumida en un cántico, que hablaba sobre la patria, el amor dejado atrás, el temor y la superación de la muerte, el destino, los hijos! ¡Tantas cosas, tan menospreciadas, tan olvidadas, disminuidas, y sin embargo tan potentes, nobles e importantísimas! Ese hombre, el alemán, el veterano, las cantaba en un tren que iba de Once a Moreno.
Llegamos a Castelar y tenía que bajarme. Mirando por última vez a ese semidios, me colgué mi mochila, busqué el boleto, y caminé hacia él. Tenía ganas de abrazarlo, dale un beso en el cachete, decirle que me encantaría oír sus historias. Pero no lo hice: me contuve. Pasando pegadito a él intenté oír qué cantaba, pero el bullicio de la gente bajando, como vacas apiñadas, me impidió entender nada. Mejor así, pensé, mejor así… Aquel hombre sería un misterio toda mi vida.
“Es sentimiento… es pasión… es Boca Juniors: siempre el mejor… Donde juegues estaré… donde ganes cantaré… donde pierdas lloraré: pero nunca, nunca nunca, nunca te defraudaré… Oooh oooh… oooh… Boca Juniors, Boca Juniors el campeón…. Oooh…. oooh…”

Coleccionables

Estuve buscando algo que se figurara con mi estado actual, y encontré dos muy distintas. Primero subo la lindafea.

Rendijas.

Esto es ser vago

Me gustan las sorpresas, no me gustan las esperas. Me gusta la imposición espontánea, los planes se me desbaratan. No me gustan los cambios, me gustan las situaciones estáticas, pero me agrada ver que me adapté sin darme cuenta. Soy muy vago, tanto que ni mis propias cosas me importan a veces, pero me lo tomo con filosofía. Amo lo imposible, odio y me desespero al ver que de verdad es imposible. Espero (y eso que no me gusta esperar) el día que se revele lo imposible posibilitado, y espero (y eso que prefiero las sorpresas), espero que sea hermoso.

jueves, 16 de abril de 2009

Amnesias III

Sexto grado. Traen los libros que pedimos a la editorial: cada uno tiene el suyo, lo lee, y después empieza el intercambio. ¡Rafael, acá está tu libro! Yo, confundido, voy hasta la caja y agarro un ejemplar de Estudio en rojo, de Conan Doyle. Yo no pedí ese libro, le digo a Martín, un compañero que también había pedido el mismo. Yo lo elegí nunca mi libro, ese día falté. Pero no, me dice Martín, si vos y yo fuimos los únicos que decidimos leer este libro tan largo. No me dejé convencer: que no que no, yo no había elegido ese libro, yo quería otro.
Finalmente todo el curso se me puso en contra y yo tuve que aceptar, tristemente, encogiéndome de hombros. Resultó ser buen libro, pero no recordé nunca jamás haberlo elegido.

El ómnibus [...]

[...]
Tal vez nadie me escuchó salvo los tres hombres del eterno mate, pero no me importó.
Sentí que había cortado una soga que unía mi cuello a un yunque.
Busqué rápidamente mi valija de debajo de mi antiguo asiento, la abrí y metí adentro el estuche, pero retuve en el bolsillo de mi pantalón la carta que la hija había mandado al padre quince años atrás.
Cargué con la valija por el pasillo hasta el velo negro, ante algunas miradas algo asombradas de los que descansaban despiertos en sus lugares.
Caras sucias y lagañosas. Daban pena.
Atravesé el velo, me interné en la oscuridad, y atravesé el otro velo.
El conductor conducía y el acompañante cebaba un mate, pero se tornó para verme.
Quiero bajar, le dije, ¿adónde?, me preguntó, en donde sea, le contesté, pero me bajo ya mismo de este infierno.
El chofer clavó los frenos con ira.
Caí hacia delante, me golpeé la cabeza contra los indicadores viejos y gastados del tablero, me sangró algo, pero no me dolió.
Agradecí al viaje con parquedad, atravesé el velo negro.
Se abrió la puertita sola, con ruido a neumática, y la escalerita de salida quedó a mis pies.
Me bajé emocionado por ella, sin prisa, sin detenerme a mirar atrás.
Estaba bastante harto de mirar atrás.
Pisé las piedrillas del camino, que crujieron bajo mis pies, y noté que se sentía lindo un ruido nuevo.
Se cerró la puertita con brusquedad y el ómnibus azul arrancó, haciendo rugir sus desvencijados motores, poniendo marcha adelante por la desolada ruta.
Estaba en la banquina, con la montaña de un lado, un río seco del otro, y más montaña más allá.
[...]

miércoles, 15 de abril de 2009

Una y otra vez tropiezo y tropezaré

Una vez en un río lloré. Una vez en un hospital había más gente que en un recital. Una vez sobre una roca vi un millón de ocas. Una vez cuando lloré, reí. Una vez, en el colectivo, me dormí y me enamoré. Una vez, en un local, me firmaron la mochila cantantes de rock. Una vez, en el jardín, envié una carta de amor. Una vez comí salchichas. Una vez creí ser el mejor, otra vez, el peor. Una vez descubrí que todo se resume en una vez, pero lo olvidé. Una vez nevó en casa. Una vez sufrí volviendo de la segunda mejor semana de mi vida. Una vez conocí una mujer y, de conocerla, la quise en toda mi vida. Una vez sentí envejecer, y no me gustó estar así. Una vez pensé en hacerme cura, otra, hacerme enfermedad. Una vez ayudé a una amiga, otra vez la defraudé. Una vez escuché Los piojos y después Noah and the whale. Una vez aprobé inglés. Una vez vi No hay dos sin tres. Una vez, una vez, quise recomponer todo al revés.

martes, 14 de abril de 2009

Amnesias II

Los recuerdos soñados vienen y se van. Pero hay uno que lo recuerdo siempre que quiero: mi peor pesadilla.
Y fue terrible en sentido no de terror, oscuridad, muertos, predicciones nefastas ni nada por el estilo: en mi pesadilla me eran relatadas unas vacaciones pasadas en las que, con toda la familia (era de la época en que vivíamos todos en la misma casa), habíamos ido a Europa: habíamos esquiado, habíamos visto jirafas, habíamos hecho mil cosas exitantes, asombrosas, maravillosas y geniales, de esas que hacen las personas ricas. Sinceramente no recuerdo mas que esas dos: haber esquiado y las jirafas, pero sé que en el sueño me contaron muchas otras más.
Y lo malo del caso era que, claramente, mi familia me contaba estas cosas (mientras pasaba fotos de aquellas vacaciones) porque yo no las recordaba. Y me ponía a llorar amargamente, pues había olvidado por completo esas experiencias que (aún en ficción) sabía que no se repetirían.
Ahora tengo conciencia para decir que mis tres temores son la infelicidad, la soledad, no superar, y el olvido.

En definitiva: ¿qué importa el destino?

Y se pasó la pasión, comenzó el verdadero amor.
Imaginó un diálogo de amistad sincera y vidas unidas por aventuras y caídas.
Glorificó la persona ajena, abrazó su silueta perdida y pensó
cómo decirle esas cosas que tanto sentía.
Yo na pasión, sino verdadero amor.
Y viajó feliz pensando que todo lo podía:
que después del error le sonreía la vida.
Y entonces se percató de que en la imagen surcó el más grave error:
no podía decirle lo que sentía, ya no pasión, sino verdadero amor;
no podía decirlo, y esa idea lo angustió.

Pero en definitiva: ¿qué importa el destino? ¿qué cambia creer en maldiciones? ¿qué caso tienen las cábalas? ¿quién asegura que no será así?

lunes, 13 de abril de 2009

Amnesias I

Una vez, siendo yo todavía pequeño (más pequeño de dieciocho años, obviamente), se anunció una lluvia de estrellas fugaces para eso de las tres y media de la madrugada. Yo tenía muchas ganas de verla, pero como al día siguiente madrugaba para ir al colegio, no me quería quedar despierto. Así que mi hermana se puso el despertador, se despertó, me despertó a mí y me llevó a la terraza. Miré asombrado la lluvia de estrellas fugaces y volví a dormir.
Al día siguiente yo no recordaba nada de eso, ni siquiera el pronóstico de estrellas fugaces, y mucho menos las propias estrellas. Mi hermana se enojó bastante conmigo.

domingo, 12 de abril de 2009

Cenizas de un ángel + coleccionables (bonus)

Partieron una noche de improviso, impulsados por una razón que aún no se había encontrado a sí misma, en busca del ángel. Lo había visto recién, mientras se besuqueaban en la terraza de la casa de su padre: pasó como una centolla, largando fuego y llamas por las puntas de las alas. Sin dudarlo, sin siquiera expresar sus ideas, corrieron, armaron mochilas viajeras y ligeras, cargaron las cantimploras y se subieron a sus bicis. Tenían que apurarse para no perder el rastro.
Al fin y al cabo, su búsqueda duró dos años once meses y doce días. Ellos sabían que los ángeles se queman lento, así que aún conservaban esperanzas de hallarlo entero. Y sin embargo, cuando al fin dieron con él, no hallaron más que un montículo de cenizas en una esquina, la colilla de un cigarrillo y la marca de su última llamarada en la pared.



Cenizas de un ángel 1 y cenizas de un ángel 2.

El bonus es simplemente para animar un poco (poquito, tampoco a excederse). Estuve más gris y decaído estos días que de costumbre, y ahora quiero recomponer un cacho, carajo mierda.

Felices Pascuas.

Plantado y sin razón

Una plantita ha sido plantada. Tenía sueños de gloria y pasión. Le prometieron ser un árbol de los más altos en el bosque, pero una mano enlutada, sin decir nada, la metió en una maceta y la dejó al sol. Se dio cuenta enseguida que no podría ser peor, y entonces intentó salir de su encierro, cayó a la losa y en una hora se deshidrató. Y así murió, perdida en una terraza al sol, la pequeña plantita que un día ser árbol soñó. Chimpón.
(Podría ser peor. Y a base de esfuerzo y sudor, hará que sea mejor.)

sábado, 11 de abril de 2009

Los espíritus de los vagos del vagón

Son cuatro y viven en el vagón de la plaza del vagón (para quienes no saben, la plaza del vagón conserva un viejo vagón, artísticamente decorado). Viven adentro del vagón, sin que nadie sepa: la madre cocina, el padre junta pedacitos de puchos y porros para prender el fuego todas las noches, y los dos niños, curiosos, salen a revolotear las noches nubladas de luna nueva.


(Y hacía mucho que no lloraba de tristeza y autocompasión.)

Coleccionables

And oh oh oh I would give oh oh oh would give everything to be your voice, your hands and oh oh oh, guess what else...
Murallón.

Jugarlo

Cuando empieza una canción
sabe que con cada verso
se acercará al final,
y que es sólo otro momento.
E igualmente yo,
que sé sobre una vida y una muerte,
daré ahora todo lo que tengo
para en ellas* por siempre tenerte.

*(una vida y una muerte)


Dijeron que el amor verdadero sabe esperar una eternidad, pero que también reconoce instintivamente el momento de luchar, de fingir ceder, de arremeter.
Yo espero que sean mentiras, que sea puro cuento de niño, que sea la justificación del valiente fanfarrón con suerte y la fantasía del cobarde.
Porque si fuera así, si el amor verdadero tuviera esas cualidades divinas, lo que siento yo sería una mentira, y esa idea no sé aún cómo tolerarla.

Cliché una vez más

Por ser humano,
por querer ser correcto,
por no luchar ni siquiera en lo que siento;
por darme por vencido
ante tu propio desconcierto,
renuncié a ti,
a tu figura
y a tus besos.
¿Obtendré, a cambio, mi consuelo?
¿O desearé por siempre,
como energúmeno,
volver atrás en tiempo
para combatir por eso que
aún en años,
sigo sintiendo?

viernes, 10 de abril de 2009

LEAH

En el medio de una batalla naval nace un niño con gran destino, pero con pocos minutos de nacido es secuestrado por el malvado Mortinrunna, conocido como el descendiente del más vasto imperio mágico que haya existido jamás: Hárlindoor, caído en desgracia misteriosamente hacía dos mil años. Pero este niño, Yiary Bawen, escapa del barco de su captor y vive aventuras increíbles en Civeroyx, una ciudad mágica, convirtiéndose en un gran bandido con la ayuda de su mascota Trikzexshans y de unas poderosas gemas; hasta que un día recibe una carta asombrosa: lo convocan para una expedición a la misma Isla Hárlindoor para descubrir quién, según una antigua Profecía, será el heredero Real de Hárlindoor. Con gran entusiasmo se une a la comitiva, que hará un entrenamiento en la isla maldita de Beamish, sin saber cuántos dolores, batallas y acertijos tendrán que solucionar hasta llegar al final.

jueves, 9 de abril de 2009

Pre la carta de renuncia

Era noche de luna nueva: buen presagio. Llevaba, por necesidad, la mochila que fue autografiada en aquella magnífica y sádica situación en que la conocí: otro buen presagio. Hacía frío, salía vapor de mi boca, estaba en remera por la sangre que me calentaba las entrañas. Un ligero ángel de la guarda me protegía a mí y a mi pesado cargamento: una novela con la carta de renuncia. Las manos en los bolsillos, un paso veloz. Pasé frente a la heladería y no había nadie conocido allí dentro. Saludé con la mirada al hombre de la garita, seguí de largo. Reconocí el pequeño escalón que iniciaba la vereda de su casa, me interné en la oscuridad de su portón, por siempre cubierto por un jazmín (creería que es jazmín), y ya sin pudor, toqué el timbre, comencé a sacar la novela y la carta de la mochila, y esperé una respuesta. En mi imaginación, todas las alternativas, salvo esa, habían sido analizadas, por supuesto, por supuesto.

Tras la carta de renuncia

Intentaré traducirlo en un aullido de dolor: auch.
No, va de nuevo: AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

El Hombre Libre

Llegará el amanecer del Hombre Libre. Será tan libre que habrá dejado atrás las nominaciones de Homo (Erectus, Sapiens y Sapiens sapiens) junto con tantas otras cosas. Será un hombre con un pensamiento de velocidad impensada, con movimientos físicos tan certeros, concretos, silenciosos y económicos que no se los sentiría. El Hombre Libre no distinguirá la rutina de la innovación, porque no se ata a estos conceptos y será feliz en una y otra, alternándolas de forma tan pareja y casual que no será posible seguirle el paso. No tendrá hambre ni sed ni ninguna clase de instintos o necesidades, sino que se nutrirá del aire de forma tan natural que nadie podría darse cuenta. Soñará y estará despierto y no tendrá accidentes. Su cerebro no se adormecerá ni sus cirujanos veterinarios tendrán temblores. No conocerán el trabajo, sino el tiempo libre, durante el cual trabajan y realizan quehaceres, totalmente camuflados (como si fueran juegos), con el ocio y los juegos, que también parecen trabajos, y a la vez ocio.
El poder y la gloria del Hombre Libre radicará en su imaginación, que será siempre igual y no hallará límites tampoco, sino que será tal su potencial alcanzado (el sumo) que la imaginación estimulará sus creaciones e inventos. Así, nada le será imposible salvo el mismo imposible; pero en ese caso, el Hombre Libre no lo verá como una imposibilidad, sino como una alternativa elegida. Y radica aquí, también, de la mano con su gloria, el origen de su ocaso como raza: ante lo imposible, la libertad no existe, y por más que sean tan liberales como para convencerse de que ellos elijen la vía posible, su contradicción (aunque libre contradicción) los detonará y morirán, sin saber cómo, de hambre.

miércoles, 8 de abril de 2009

Algunas cosas no debenjuntarse

Aves y jaulas. Amor y sexo. Médicos y sanos. Filosofía y montañas. Niños y calculadoras. Mujeres. Maestras y escuelas. Flores y hielo, flores y amadas, hielo y amadas. Diamantes y maldiciones. Barcos y mares. Monstruos e imaginación. La Biblia y dioses. Empiristas y racionalistas. Aborígenes y exploradores. Hormigas, lupas y plantas. Tornillos y madera. Muertos y cumpleaños. Agujeros y jarras. Pelotas y ventanas. Tantas cosas y tantas otras. Sin embargo, el hombre, el destino, la naturaleza, las juntan igual.

martes, 7 de abril de 2009

Catorce años más

[...]
–¿Le traigo la cuenta?
–Sí, por favor.
–Enseguida…
–Un momento…
–¿Qué pasa?
La nueva camarera, cincuentona y de aspecto maternal, lo miró impasible.
–Ehh… Yo estuve hace un par de años acá ya…
–Me alegra que volviera –susurró la mujer.
–Y nos había atendido una chica jóven… –Mientras lo decía pensó que sonaba estúpido, y que probablemente por eso mismo nunca le había gustado hacer ese tipo de cosas ni hablar al respecto–. Esa chica, para ser exactos –indió, señalando la foto–. ¿Sigue trabajando acá…?
–¿Esta chica? –quiso confirmar, poniéndole un dedo en medio de la cara.
–Sísí.
–No, dejó hace varios años… De hecho, creo que yo fui su reemplazo.
–Ah, está bien… –De repente le había agarrado un calorón y sentía que se ponía colorado–. O sea que… o sea que no sabés el nombre ni dónde está, ¿no?
La mujer lo miró con divertida lástima.
–No, corazón, disculpá, no sé nada de ella.
–Listo, entonces me conformo con la cuenta nomás –bromeó, tratando de sacarse la sangre de la cara.
[...]


El corazón tanto esperó y así será.

Coleccionables



Hoy: pared blanca uno, pared blanca tres y pared blanca dos.
Un aporte inconmensurable al arte.

Condición humana XVII

Se aferró la cabeza luego de gritar y preguntó al portarretratos vacío:
-Cuando uno perdió el momento de luchar... ¿tiene que aceptar? ¿tiene que resignarse?



Post número 200.
Wii.

domingo, 5 de abril de 2009

El boleto

El boleto, era el boleto. El boleto lo tenía todo, lo decía todo. El boleto tenía escrita una poesía y mil mentiras, pero en el boleto se podían distinguir; un bebé las habría diferenciado sin dificultad. Era el boleto, el boleto era lo importante. Ese boleto blanco, puro, el Primero, el boleto que todo lo contenía. Era un microcosmos, una majestuosidad inaudita y artificial. El boleto era único.
La historia del boleto se perdió ya cuando sacaron al mercado los pases con cinco, diez o treinta viajes juntos. Una verdadera lástima y una atracción sin nombre para los arqueólogos fascinados, los coleccionistas de artífices perdidos y para los magnates multimillonarios.

Virtud y malestar

No sé si será mi vocación artística la que me lleva a la búsqueda innata de la belleza, el exaltación de lo sutil y el repudio a lo que sale de las dos consignas anteriores. Prefiero creer que es eso antes que admitirme un idiota más convencido por el estereotipo de la belleza delgada, firme, musculosa, pulposa y curvilínea.
Lo cierto es que mi exquisito ojo y mi exquisito paladar parecen saciarse muy pocas veces. Pero cierto es, también (y esto me convence de no ser un estereotipado más), que encuentro esa hermosura semiperfecta en muchos lugares, rasgos y personas poco usuales. ¿Será don y virtud lo mío, o un defecto molesto que me condena? Ni lo uno ni lo otro, suelo pensar, ni lo uno, ni lo otro.

sábado, 4 de abril de 2009

Vueltas de calecita

Por alguna razón hoy comprendí (tal vez también algún día anterior, pero lo olvidé de inmediato, pues no le habré concedido la importancia que merece), como decía: hoy comprendí la belleza inconmensurable de la inocencia, la virginidad, la pureza, la simpleza, la inmaculadez de la naturaleza no pervertida.
Y de romper estas cosas hermosas en mi ser (algunas ya rotas por una práctica paciente y esmerada), ¿perderé la visión de ellas? Espero que no. Quiero reír siempre como niño, quiero ser siempre como el que se enamoró a los cinco años, aún lo recuerda y sonríe al pensar que la vida sonríe también. Así soy: sonrío como niño aunque no entiendo el chiste que la vida me juega. Porque la vida sí: es inocente, virgen, pura y simple, a su manera. A vivirla riendo.


Hacé memoria de esto.
Vamos a dejar de creer en el destino, que aunque bueno al fondo, hasta ahora fue un cretino.

Condemned poem to suffer (del poema condenado)

Saldré a buscar un espacio en el mundo donde no se sufra de amores, ni enfermedades, ni soledad, ni pereza, ni espinas ni grandeza. Un lugar en este mundo en que el llanto y el malestar no se nombren ni se perdonen; un lugar que, sin necesidad de ser genial, me enseñe a ver lo esencial. Un lugar donde vos y yo (seres pasionales tan disconformes) estemos juntos en perfecta armonía, sin sufrir.
Quizá esté entre las plumas de un pichón de paloma, quizá en el hielo del Himalaya, quizás en el cielo, tal vez en un colchón o en Roma. Tal vez lo encuentre en el lugar donde partí, tal vez en el arroyo del cordón de la vereda de tu casa (una vez creí verlo allí, esperando que salieras), tal vez en el ciprés bajo el cual yacen tus muertos y mis abuelos, tal vez en la cordillera, tal vez en el costillar de una ballena.
Volveré recién cuando lo haya encontrado. Volveré tarde... Te pediré que no me esperes sentada, pero que me esperes, aunque sepa que la empresa no se complete nunca, aunque sepa que eres un ser pasional y disconforme que no sabe esperar al hombre. Espérame: tarde o temprano, con el rocío de la madrugada, con la noche del mediodía invernal de Rusia o con los rayos de luna montañosa, encontraré el lugar donde no se sufra de amores, enfermedades, soledad, pereza, aburrimiento o tristeza, donde vos y yo, tú y yo, seamos parte de la misma naturaleza.
Saldré a buscarlo, con un pelo tuyo como brújula, tu perfume como pista y tus ojos como recompensa. Quizás me trague la tierra, quizás me pierda, quizás encuentre ese lugar en otra mujer, pero reza, tú, reza porque no suceda. Porque si eso pasa, mi querido ser pasional, será el fin del cielo, el mar, el astrolabio y suelo. El justiciero será burlado, los destinos, los mensajes que me confiaron, serán barridos con el aire que respiramos, y será cruel, porque aunque encuentre ese lugar en otro vientre, sufriré cada vez (mi sol, mi amor, mi pasión, mi brújula, mi astrolabio y mi existencia) sufriré cada vez que te recuerde.

Etc

Hasta que no pueda verte en persona y hablarte de lo que cargo,
voy a idealizarte mil un virtudes y voy a buscarte en cien luceros.
Voy a dibujar tu cara en cada esquina, cada vidrio empañado,
cada boleto arrugado, cada luna y en cada vida.
Vas a traspasar mis sueños, mis horas de estudio, mis estados de ánimo.
Vas a presenciar sólo en mi mente los secretos que yo te cuente,
y me vas a romper el alma, sólo en ficción, por los deseos que tengo
de no caer en esa terrible, ponzoñosa ilusión.
Esscétera.


Sábado, dejá de robarme personas universitarias.

viernes, 3 de abril de 2009

Plantita rodadora IV

Acá pasa la cuarta planta rodadora
Que no tiene claros motivos de ser
Y está apresurada, pues sabe
Que el reloj engaña

Así que ya está, pasá de una vez y unite al arsenal.


So I won't hesitate no more, not yours
It cannot wait I'm sure
There's no need to complicate
Our time is short
This is our fate, I'm yours

jueves, 2 de abril de 2009

Coleccionables

Adecuándome al día actual, refiero la siguiente foto: su imágen corresponde al clima, su nombre, a la fecha conmemorativa.

High Sky.

Plaza de la vida

-¿Ves ese hombre? –me preguntó el linyera señalando a un tipo caritriste, vestido de trajecito gris, con maletín algo descuidado, anteojos opacos, pelo sin vida, cejas rectas y ojos apagados.
-Sí, lo veo –respondí, temeroso de cuáles serían las verdaderas intenciones del linyera.
-A ese hombre le falta espíritu, le falta voluntad… Se parece un poco a usted.
Me lo quedé mirando, aún algo asustado, receloso, pero con curiosidad.
-Yo le pido monedas para poder comer algo, a cambio de pequeñas charlitas, ¿comprende? –Asentí-. Ese hombre, en cambio, pide monedas en la plaza de la Vida, sin entregar nada de sí.
Después de eso le di el paquete de galletitas que le llevaba a mi hijo.

Condición humana dieciséis

De un garrotazo lo atontaron, y en ese estado calamitoso lo metieron en un local. En ese local había cajas y cajas, todas cerradas, todas sin candado, todas de diferente color, diferente tamaño, casi todas apetecibles a la vista. Pero ninguna traía indicación de qué contenía: podían ser jabones, escorpiones, elefantes, sacapuntas, cuchillos o medicamentos: cualquier cosa. Trató de encontrar la salida del local, pues tenía hambre y quería volver a su casa, pero no había señales de salida, y la puerta estaba muy bien camuflada. Resignado, aún atontado, decidió probar suerte con las cajas.

Entreletras

Si hubiera sabido leer, en ese su último instante de existencia terrena, su mente habría concebido chistosa la diferencia entre SIDA y vida. Tan sólo una letra, como entre sino: su destino, y vino: su perdición.

Dieciocho siestas (comienzo)

Volví a casa a las once y media de la noche y me pregunté qué estaba pasando. Hacía frío, mis manos estaban endurecidas, moqueaba y los pies estaban todavía estrujados dentro de las zapatillas.
Me había levantado a las seis y media de la madrugada, había trabajado transfiriendo datos contables a planillas digitales de Excel, apenas había almorzado, había ido a las clases de Bellas Artes, me había dormido en la clase de pintura (de parado), y nuevamente en el tren, de regreso.
Me encontraba en posición fetal. Las llaves heladas en una mano, los ojos a la altura de las rodillas, la boca humedeciéndome el vaquero, el estómago hambriento hundiéndose en medio de mi cuerpo, el cerebro atascado. Mis ojos veían apenas un espacio negro entre mis piernas y el piso de la entrada…
Aquella cosa fuera de casa, sin destino ni Norte, sin tiempos para comer, dormir la siesta, jugar con muñequitos… no era mi vida pensada. No me gustaba en absoluto.
Creo que permanecí en la misma posición fetal durante media hora por lo menos. Mi mente acelerada refrescaba y volvía a cuestionarse todo, volvía a recordar las cosas malas, volvía a imaginar las alternativas positivas, fracasadas ya, volvía a soñar con algo mejor, volvía a inflarse y a desinflarse en una ciclotimia tan acelerada que dañaba.
Fue así que me dormí.
Tenía mucha hambre y estaba a pocos metros de la cocina (una cocina con heladera moderna, llena de luces frías que lucían montones de comida), pero no pude despegarme del sillón donde permanecía como feto. Fue así que cerré los ojos, mis elucubraciones perdieron velocidad y se metieron como un tren nocturno, durante una nevada y una ventisca, se mete en una cueva donde los rieles retumban y la calidez no se pierde.
No supe si fue una voz o algo más etéreo que eso, algo más inconciente, pero creo que fue una voz. Y no estoy seguro de que fuera voz de hombre o de mujer, pero estoy convencido de que fue voz de mujer.
Una vez que me dormí y comencé a soñar con algo ya olvidado, apareció la voz y me contó con naturalidad y calma, lo que me sucedería a continuación.
[...]

miércoles, 1 de abril de 2009

Previa del chapuzón

Lo que más disfruto es eso llamado "el respiro antes del chapuzón", o como lo llamen las distintas variables.
Existe en diferentes actividades y eventos sociales y naturales. Pero en mi caso, ocurre justo en esas situaciones en que puedo ponerme a escribir directo, sin pasar por anotadores en el tren o mientras lavo los platos.
Y sucede así: de repente, la "inspiración". Una idea llega a la cabeza. Y nunca estoy seguro, pero suelo quedármela pensando unos momentos... tal vez segundos, tal vez una hora. Y me decido: la idea está buena, vale la pena ser escrita.
Ése es. Ése es el momento del respiro.
Abro un archivo de Word en blanco, pongo los dedos sobre las teclas, (sí: respiro), y apreto las pocas primeras palabras de la idea. Usualmente completo una breve oración, pero no siempre.
Después es el chapuzón en sí, y se diluye la cosa. Empiezan las dificultades técnicas, inexistentes en esa materia rara que utiliza el cerebro para imprimir sus ideas; empiezan contradicciones que no eran visibles; empiezan las repeticiones de palabras que exige le vocabulario físico, que después exigen una relectura y corrección general, luego las detalladas...
Hasta que salgo de la pileta, me seco al sol, y veo que como empezó el otoño estoy tiritando.
Chau.

Miyón

Siguen pasando cosas que no entiendo.
Y tengo miedo (mi sospecha es esa) de que suceda así
toda mi vida.

Hola Abril, tenés nombre de persona, y si fueras una persona no me caerías bien. Siempre traés frío, y si antes tenía que abrigarme mucho para salir temprano, y volver cargado de inútil abrigo bajo el brazo, ahora es al revés. Hola Abril tenés nombre de persona...