viernes, 23 de octubre de 2009

Qué ver

Una vez comí un gusano. No por Marley, sino para decir: puedo comer gusanos si quiero, ¿y? Ahora me acostumbré.
No a comer gusanos, sino a aplastar las larvas de polilla cuando salen de su saquito de mugre (parece polvo ¿no?). No me da asco apretarlas por más ruidito que hagan (no hacen ruidito pero se puede imaginar con el tacto, como mini cucarachitas), no me da asco la baba que dejan entre el pulgar y el índice, no me da asco limpiarme en la parte de abajo de la silla.
¿Qué querés que coman, tallarines?

Estoy malo para las historias. Cimbaderos se quedó donde estaba, hace más de un mes que se quedó donde está. *777 se trabó en el fatal episodio 7. Y listo: no estoy escribiendo nada más.
Y qué vergüenza: acá yo posteando huevadas para que haya 23 entradas en el día 23. Qué vergüenza.

2 comentarios:

  1. La vergüenza no es buena amiga, es de las que hablan mal de uno por detrás. Usté siga buscando que las musas se esconden bien. Beso

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  2. El otro dá que te crucé...me sorprendí, pensé que eras mas alto, mas pelado y en vez de manos tenías palitas de playa...oh, dios, que desilusión!

    jajjaaja, buen día sir

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A ver qué tenés para decir...