sábado, 7 de noviembre de 2009

Llegamos demasiado rápido

-Llegamos demasiado rápido -me dijo a quemarropa, iniciando el diálogo al que, líneas más tarde, respondí:
-No dejará dormir a nadie.
Los dos asentimos a la vez, rígidos, y con simetría (él era diestro y yo siniestro) nos calamos las metralletas y avanzamos a paso marcial, recortados por la luz velumbre del farol redondo sobre los adoquines embarrados del callejón entre gigantes edificios de concreto. Nos dirigimos sin salvación hacia la Fiambrería. Sabíamos que podíamos esperar un día más, pero no: sería esa noche.


68 rayas blancas tiene la cebra (más o menos una de negras tendrá), pero 68 son también las que cuento cada vez que cruzo la General Paz.
(Mentira, la 9 de Julio, pero no rimaba ni con Bertulio.)

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