martes, 31 de marzo de 2009

Cold shower tuesdays

Algunas veces sueño y amor no son la misma cosa.
Algunas veces la ficción se la guía de la realidad.
Algunas veces el destino da señales y decido ignorarlas.
Algunas veces creo que la vida es un negativo de lo que debería ser.
Algunas veces no me decido si ser patético o triunfador perdido.
Algunas veces no tengo forma de canalizar el amor.
Algunas veces me dan ganas de pasar por su casa.
Algunas veces quiero saber en qué anda, con quién anda, cómo pasa su vida.
Algunas veces preferiría haberla olvidado.

You're a star the way you are
You know you're not fooling anyone, no
You got the eyes of an angel
Don't try to change, yeah
Everybody's got their scars
No matter what they tell you you're beautiful the way you are

lunes, 30 de marzo de 2009

Coleccionables

Hoy, ventoso, fibroso, seco y frescamente agradable (al menos en Ituzaingó, pcia. de Buenos Aires, Argentina, Sudamérica), es el día PERFECTO para el tucán. Quizá mi foto preferida, ideal fondo de pantalla para una compu que entretiene.



You make so happy sometimes.

Intangible

“Así hay más de donde agarrar.” No hay frase que pueda entender menos, posiblemente porque me gusta lo imposible. En este caso concreto: siento una mayor fascinación por intentar asir lo que no se puede asir ni estrechar; encuentro el atractivo en proponerme cosas irrealizables. Se puede agarrar una buzardita, un brazo con colgajos, pero en el momento el deslizar, el roce caluroso sobre una superficie suave o áspera, firme, es lo que más me apasiona. Es como ese irrefrenable deseo de besar e ingerir el rostro de otra persona hermosa, de no querer frenar nunca hasta que el abdomen, chato, deslizable, se desgaste.
Pero a mí porque siempre me atrajeron los imposibles. A otros les gusta agarrar y atiborrarse de material ajeno. Yo prefiero huracanes: vientos fuertes, imposibles de sujetar o retener.



Hoy es un estupendo estupendo día para escuchar I melt with you (versión de BFS).
Es recomendable acompañarla con canciones como Star Song, Sometimes y Greatest Day, también de BFS.

domingo, 29 de marzo de 2009

Como soñar sin despertar

Hay un águila
revolcándose
y es dorada.
El polvo alrededor
y sus plumas
de oro
se embetunan con
su sangre.
Con un catalejo
se ven sus
entrañas
que comienzan a
brotarle del vientre.
A un costado,
las rosas blancas
que la hirieron,
ya marchitas,
retroceden cuanto le permiten
sus raíces
agarradas a las piedras.
Al otro costado,
un ratón asesino,
con dos peniques en
la boca, aguarda
su oportunidad
de devorarla.
Más lejos un cuervo rosado
llora mientras ríe
tras un pañuelo
de lunares: esperará a que
el águila suplique
para ir
a auxiliarla y
beber su sangre.
El águila
dorada
se revuelca y
agoniza a silenciosamente.
No se atreve a
gritar ni chillar
como cualquier
otro animal.

sábado, 28 de marzo de 2009

Villa Luro

Los niños tal vez no (los niños no saben casi nada), pero prácticamente todos los adultos saben de la Estación Fantasma y hasta se habituaron a ella. Saben que aparece después del ocaso, casi siempre entre Caballito y Flores, aunque suele cambiarse y se cuela entre Flores y Floresta, Liniers, Ciudadela... Algunos dicen haberla visto entre Haedo y Morón e incluso entre ésta y Castelar, pero nunca (los guardias de las estaciones así lo porfían) llegó hasta Ituzaingó.
Todos guardan silencio cuando el tren para en la Estación Fantasma, o siguen con lo que hacían como si nada. Saben que frenarán allí cuando, dieciséis (exactos) segundos antes, las luces parpadean. Prácticamente nadie sube, aunque suelen ser personas hurañas y extrañas que no intercambian palabra con nadie. Los que se bajan, que son pocos también (no se sabe de ningún mortal que haya osado bajase en la Fantasma, y hasta se excluyó esta actividad de todas las apuestas), suelen ser también personajes extraños, exóticos y apartados: el borrachito del vagón, alguien de piel muy muy blanca, algún linyera extravagante, gente con atavíos raros o con pasamontañas.
Los maquinistas dicen que es imposible saltarla (salvo que sea un rápido) y que es inútil oponer resistencia al frenado inminente. Que nunca pasó nada malo ni hay accidentes en sus barreras siempre levantadas. Algunos aseguran que vieron una mujer vestida de blanco acostada sobre las vías, pero que aparentemente es sólo una ilusión, ya que no altera el paso del tren.
Finalmente, sobre la historia de Villa Luro, se sabe muy poco. Hay registros en los que se conservan fotos de fábricas metalúrgicas, y se cree que la economía del pueblo se basaba en las vías: durmientes, rieles y hasta vagones enteros eran elaborados allí. Y aparentemente, en una noche seca y calurosa del verano de 1992, una fábrica se prendió fuego y en pocos minutos toda la ciudad quedó carbonizada, muriendo en el fuego todos sus habitantes. Desde entonces ya no hubo forma factible de localizar a la Estación Fantasma, salvo, obviamente, al azar, a la noche, viajando en el Sarmiento.


somethings, like forbidden loves, must die
somethings, like death loves, must survive

Cliché

Treinta y siete años de investigación, treinta y siete otoños, inviernos, veranos, y treinta y seis primaveras para ser exactos (bien exactos), que el joven Dr. Anoruen gastó investigando uno de los más grandes incógnitos del AND humano: los clichés, aquellas frases resumidas, aquellos saberes populares que están intrínsecamente unidos a la propia esencia del hombre, esas oraciones simples que, una vez que las oímos, creemos conocerlas de antemano, que lo único que hacen es recordarnos que ya lo sabíamos... clichés que, el joven Dr. Anoruen descubrió en treinta y siete años de investigación, están codificados, señalizados y bien distribuidos en el genoma de toda la raza: codones y anticodones que se disponen de la manera adecuada durante la concepción para que, ante un estímulo determinado, se sinteticen sus segreguen las proteínas, sacáridos, aminoácidos y otras sustancias bioquímicas correspondientes (el Dr. Anoruen logró identificarlas a todas ellas) para que las neuronas encargadas de la memoria a largo plazo tengan su propia y falsa reminiscencia del “cliché”. Así es cómo funciona, así es como lo explicó al mundo científico, y así es como lo nominaron para el premio Nobel, pero el Dr. Anoruen no se sorprendió: ya lo sabía, recibir un Nobel… era un cliché.


Nuevo record personal.

viernes, 27 de marzo de 2009

Daniel perdido

Si es un duende, tiene tres dientes frontales. Si es un elfo negro, tiene orejas en punta y salidas hacia afuera. Si es un hada, su figura sensual te hará saberlo. Si es un murciélago comehombres, batirá las alas diez veces por minuto. Si es un gremlin, oirás sus cuchicheos asesinos. Si es un tritón, verás la superficie del agua repicar. Si es una veela, sus pupilas serán rojas. Si es un grim, sus ojos brillarán como lunas amarillas.
¿Cómo fijarse en tantos detalles?, se preguntó Daniel, a orillas del lago Tenebroso, perdido en el bosque ruso, tapado hasta las orejas con el abrigo de su padre. ¿Cómo fijarse en tantas cosas cuando tantas sombras, seres y sonidos fantásticos lo rodeaban? Se hizo la Señal de la Cruz y aguardó que todo pasase.
Qué malas, malas vacaciones en Rusia...

jueves, 26 de marzo de 2009

Y que la vida pasa

Aprendiendo a disfrutar los padecimientos de la nueva vida de Rafa. Poder elegir bajarme en la otra estación, mandarme derecho a perderme entre subtes, pasar por la casa de alguien (lástima que duerma o no esté), volver de noche, ignorar el dolor de las piernas, saber que me espera un platito de comida. Ver un perro en la calle vacía, escarbando con los pies alternos (con fuerza, arrancando pastos), mientras me mira; y con la luz del auto que viene atrás mío, con su silueta negra de Grim en miniatura, brillan los ojos reflectores: amarillos, inexpresivos. Pero ahora puedo pasar a su lado sin que me importe que ladre o intente morderme, porque soy un nuevo Rafa. No, en realidad soy el mismo, pero haciendo cosas nuevas.
Tal vez cuando empecé el jardín tendrían que haberme dicho: acostumbrate, porque más o menos así va a ser hasta el final del secundario (no era polimodal en aquella época), o quizás hasta la facultad. Hoy sé que así va a ser rato largo, que el ocio no va a volver, que las patadas se van a volver cotidianas y las piernas, de tullidas, van a dejar de doler. Tal vez el lunes me tendría que haber dicho: preparate Rafa, porque aunque no lo sientas, aunque vuelvas a querer a lo mismo, empezás una etapa sin retorno. Las hojas del libro que estás leyendo se quedan pegadas apenas las pasás.
Tal vez hubiera sido inútil, pero qué linda (y melancólica) comparación, ¿no, Rafa?

miércoles, 25 de marzo de 2009

Un intento

¿Y si de repente cambia? ¿Y si a partir de un momento, rápido o eterno, lo que es o era, ya no es más? Sería triste perderlo. Es como esas canciones que no tienen estribillo, sino que sus melodías son una historia: cambia en un punto y vibra, llena de alma, pero no regresa. Quizás es para evitar la monotonía, pero abriga la nostalgia. Acostumbrados a ver la belleza de las mariposas, ¿nos preguntamos si el insecto sufre, añora en su diminuto corazón sus glotonas épocas de oruga? Ahora vuela, sí ¡dichoso volador!, pero sabe que por poco tiempo: la erosión de las horas gasta sus alas, les barre su polvo mágico como si se tratara de Campanita, y ya no vuelan… Probablemente, aunque lo llevara en el núcleo de su instinto, la pequeña oruga no sabía que, luego del plácido y mórbido encierro, sería una mariposa destinada a morir. Tal vez es eso lo que extraña con melancolía: la ignorancia de la vida, la inocente niñez. Pero cambió, y le tocan otras cosas, y aunque intente, la situación perdida no volverá.

martes, 24 de marzo de 2009

Coleccionables

Aquí, continuando con las pequeñas rupturas de la monotonía, palmera embate el viento

La mala interpretación

Es increíble el ingenio de los humanos terrícolas, pensó un neptunita observándolos con detalle desde su gigante telescopio. Era increíble cómo habían dominado a aquellas gigantescas bestias, aquellas orugas rugientes, demoledoras, tragahombres, aquellos seres devastadores. ¿Cómo lo habían hecho?, esa fue la pregunta durante mucho tiempo entre los neptunitas…
-Pues lo primero que hicieron fue preparar carriles –explicó el neptunita más sabio-. Los condujeron con una trampa hacia rieles, y una vez allí, no se pudieron zafarse hacia los costados –Todos en la asamblea exclamaron ¡oooh!-. Luego cerraron esos carriles, entonces nunca más pudieron salir de ellos -¡Oooh, impresionante!-. Y después, como broche de oro, descubrieron algo importantísimo -¡¿Qué, qué?!-. Los humanos descubrieron que estas bestias tan atroces, tan voraces, se fatigaban y tenían que quedarse inmóviles unos minutos antes de seguir su marcha… Y estas fatigas que les agarran son tan cíclicas, tan medidas y exactas, que allí donde se detienen… ¡los humanos construyeron andenes y plataformas de donde pueden agarrarlos desprevenidos y montarlos como a simples caballitos! ¡Los humanos sometieron a esa bestia infame llamada tren y (aunque cada tanto esos animales se comen a algunos humanos) ahora las usan como medio de transporte!
-¡Viva, viva! ¡Gloriosos los humanos!

Canción triste

-¿Qué se siente tomar conciencia de que nada va a ser como pensaste, que la estabilidad de tu infancia se va al carajo, que vas a tener que hacer mil cosas que no quisiste nunca hacer, que el futuro se te pone negro como grafito? ¿Qué probablemente vas a ser infeliz muchos y muchos años de tu vida, que las cosas no te salen, que aunque intentes y pongas todo de vos, el sino se burla y destruye tus esfuerzos?
-¿Qué se siente...? Como algo feo en el estómago y ganas de llorar sin lágrimas. La posición fetal ayuda, los ojos se cierran y el cerebro memoriza cosas pasadas e inventadas con tal de huír un poquito.
-Ah.

Día de feria

Lo que me llamó la atención fueron esos heroicos ángeles de alas doradas y candelabros torcidos. Torcidos y desparramados, como un castillo de naipes un segundo antes de desmoronarse, torcidos y desparramados como si las velas no estuvieran hechas para soportar el peso de las lámparas eléctricas y los portalámparas metálicos. El lugar retumbaba y algunos profesores sabían lo que hacían. Había una especie de persona que tendría que haber sido fraile en El Zorro, pero que estaba allí, y un coro con un tecladito. Luego subimos, luego me quedé callado por horas, luego me fui. Y en el viaje leía Algunos no hemos muerto (qué libro largo).

lunes, 23 de marzo de 2009

Hoy tranquilo

Hoy empiezo la facultad (fuckultá). No tengo ganas. Artes visuales elegí, aunque mejor sería decir que elegí una con un viaje muy largo y malos horarios. Acabo de ver una nota de un pintor y no me pudo interesar menos. Qué fiaca... Y pensar que el año pasado tenía tantas ganas de dibujar y pintar.

sábado, 21 de marzo de 2009

Otra blanca maldita

¿Otra vez en blanco?
No, te parece.
¿Siempre sarcástico?
Me parece que empezás a conocerme.
Sí... ¿No tuviste ninguna idea nueva?
Algunas... Pero las olvido, me parecen malas, o ya existían. Siempre lo mismo.
¿No era que no te molestaba escribir cosas ya escritas, siempre y cuando se te hubieran ocurrido a vos de forma inocente?
Sí.
Así no vas a poder batir tu récord.
No.
¿Y?
No sé.
Hagamos como un test del fabo.
Bueno.
Mmm... ¿Qué estás escuchando?
La balacera, de Jairo. Ahora La balada de Corto Maltese. De Jairo también.
¿Te gusta Jairo?
Algunas canciones.
¿Qué llevás puesto?
Un pantalón. Che, esto me aburrió también. Me voy blancura, suerte.


No digo nada que no se sepa, todo está escrito en la biblioteca: su poderosa melancolía, sus cicatrices, su puntería.

jueves, 19 de marzo de 2009

Algunos no hemos muerto, Carlos M. Ydigoras

Sucedió anteayer. Sería entre la página 16 y la 32, no recuerdo bien, que encontré un pelo. El libro era Algunos no hemos muerto, Carlos M. Ydigoras el autor. Atravesando unos renglones en la página amarronada con su sencilla voltereta, un pelo molestaba la vista.
Rápidamente noté que el pelo no estaba suelto, pero tampoco adherido por ningún tipo de pegamento. Tan sólo era un compuesto más de la hoja: hacía muchos años, cuando fabricaban ese papel, alguien había perdido un cabello que había terminado allí. Ante mi vista.
Con cuidado, utilizando una uña mal recortada, me encargué de levantar una punta sin dañar el texto. Con menos cuidado tiré de ella, y el pelito se salió por completo, intacto, al igual que el papel.
Lo miré con cuidado. ¿Dos centímetros? Cuanto mucho tres. Y haciendo una espiral que casi daba la vuelta entera. Era grueso; no sé si sería del cuero cabelludo, más probablemente... un bigote.
Lo puse sobre una hojita blanca suelta y lo sujeté con un lápiz para que no se volara. Volví al libro y me fijé en las primeras páginas: no decía años. Fui hasta el fondo y leí: “Este libro se terminó de imprimir el día 20 de enero de 1957 blablabla...”. Lo cerré y me quedé varios segundos contemplando a mi amiguito, mecido por la brisa de la ventana abierta.
Aquel pelito era mucho más viejo que yo, y había sido parte de una persona. Había surgido de lo que esa persona había comido, había sido observado, frente a un espejo, por su propietario, ¡quizá hasta alguien lo había señalado por desprolijo, por pasar la raya!, y estaba allí... 1957. Probablemente fuera más viejo que mi mamá (que mi papá difícil). Era simplemente extraordinario.
Lo alejé un poco de mí, con respeto, lo puse al resguardo de la PC y seguí mi lectura (libro aconsejable la verdad).
Recién hoy me volví a acordar del pelito, pero la hoja había desaparecido, el lápiz que lo sujetaba había retornado a su lapicero ¿y el pelo? Mi olvido y mi descuido lo habían revoleado al piso, donde se había mezclado entre uñas, otros pelos menos dignos, y mugre, mucha e invisible mugre. ¡Qué triste final para ese hidalgo y bizarro cabello! Pensar que en la vida y la historia tantas veces pasa lo mismo...

El sorete

Me detuve a contemplar el helicóptero que huía con su presidente. A unas cuadras la gente cascoteaba y prendía fuego en señal de protesta.
Yo vestía traje y maletín, pero a mi lado estaba el linyera, el vagabundo con su capote gastado y su pipa apagada. Miraba el mismo helicóptero.
-¿Yo? Yo vi cosas más grandes que estas -contestó a mi pregunta inexistente-. Vi guerras y sus muertos, sus injustos ajusticiados, sus inherentes y necesarios héroes... Esto es una pequeña pantomima de lo que fue aquello, antes de que se inventaran los helicópetros...
¿Qué edad tendría? recuerdo que me pregunté.
-En Europa todavía se tiene algo de memoria de lo que fueron las guerras... Aquí no durará mucho. Y disculpe mi vocabulario, pero cuando el cuerpo expulsa un sorete muy grande y duro, indefectiblemente el culo queda picando... Ése que ve allí, en el helicóptero, no es ni tan grande ni tan duro...
Supe así que el vagabundo había estado en la División Azul.

Condición humana XV

Cuando se detuvo a ver lo que tenía alrededor, vio que todos caminaban, lento o despacio, con los pies. Se preguntó por qué era así, por qué necesariamente todos marchaban sobre sus dos pies, y se dijo que, siendo inteligente como era, él podía andar con las manos. Entonces empeñó días y años en aprender a caminar con las manos: la costó muchísimo al principio, le salieron cayos, le agarró tendinitis y se le dislocaron los hombros un par de veces, y sólo para caerse una y otra vez. Sin embargo, finalmente, a pesar de que otros lo pateaban al verlo, logró mantenerse vertical sobre sus manos. Muchos lo imitaron, y formaron un conjunto de personas que iban a todos lados caminando con las manos, entre otro montón que iban con los pies. Pero un día llegó un vendaval terrible, y sólo sobrevivieron los que, en secreto, habían aprendido a levitar.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Coleccionables

Acompañando la cosa de abajo, subo esto sin esfuerzo ni trabajos.

He aquí Astro;

buenas noches uno;

y buenas noches dos.

(31) Día de sol

Días como hoy arrancaría el techo
para que el sol no me abandonara como lo hace,
alzándose más allá de las tejas del alero.
Días como hoy tomaría sol desnudo
para llenarme del sonido puro
que lanzan a lo lejos los hermosos teros.
Días como hoy subiría a ese ciprés
o a ese eucalipto, los árboles más altos
que se ven en derredor.
Días como hoy, días de Calipso,
días de aventurero en barca y con sombrero,
días de sol en alto y cielo celeste
como Dios manda, con un sol efervescente.
Días como hoy me alegran de seguir vivo
y me alejan de la muerte.

martes, 17 de marzo de 2009

Paraguas

-El paraguas es mágico -le dijeron a la niñera cuando entró al bazar, haciendo sonar una campanita solitaria, en busca de bolitas para el chico que cuidaba.
-Pero yo quiero esas canicas -dijo ella, sorprendida.
-Ah -le contestó el vendedor más viejo, tal vez el padre de las otras dos mujeres que atendían-, en ese caso -continuó-, son dos pesos libras.
-¿Toda la bolsita? -preguntó ella.
-Sí, sí.
-Tome, aquí tiene -dijo entregándole un billete. Hizo la transacción rápidamente y sin mirarlos a la cara. El local vacío, el sonido distante de la calle afuera y el paraguas, colgando de un muestrario, con su fundita negra, le metieron miedo.
Una vez que estuvo afuera, abrazada a sí misma e inmersa en los sonidos de la calle, se sintió más segura y se atrevió a sonreír. Dio dos pasos hacia atrás, caminando de espaldas, y justo a tiempo se volteó para abrir la puerta del local. La campanita volvió a sonar, invernal, y el hombre mayor, la mujer con arrugas y la otra, joven como ella, la miraron extrañados, como apariciones.
-¿A cuánto está el paraguas?
-Tres libras -respondió la chica de su edad, frunciendo el ceño.
-¿Qué poder tiene?
-Eso depende del comprador -respondió la mujer con arrugas.
-Es imposible adivinar -aclaró el hombre mayor- Así los fabrica el hechicero oriental que nos vendió el lote. Lo descubrirá usted apenas pague y lo abra.
Ella lo agarró de donde estaba, pagó y se fue sin despedirse ni nada.
Otra vez en la calle, le sacó la funda negra y lo abrió, naciendo así la leyenda de la maravillosa Mery Poppins: ese paraguas tenía la capacidad de dominar a cualquier niño sobre la tierra, aunque tuviera ella el mal carácter que tuviera.
La capacidad de volar, a la niñera Mary, se lo había dado un hada antes de nacer. Pero con aquel paraguas nadie sospecharía el verdadero origen de su maravilloso poder. Estupendo, se dijo, caminando rápidamente, alejándose del bazar.

lunes, 16 de marzo de 2009

Lírica prosa poética casi surrealista*

Abro el cajón del hotel una habitación vacía, partida por la barriga, con bochorno como cruel alcancía, y en la penumbra un papel, un avión, una flor de papelón, que vuela y se cuela como pétalo rojo y azul por la rendija, que es fija que se separe, como dijo la hidalga tía de la Valentía, y eso que por estos días camina y llama al que lame y le brotan llagas en la lengua, mano muerta de la vihuela que compró con el dinero de sus espuelas: mejor comer lechón que pasar un sábado al sol escarbando la tierra yerma de tu yerno, pensando para tus adentros que el sol es un astro y es un invento.

*(sea lo que sea que eso signifique y exprese en sucesivas secuelas.)

Condición humana XIV

Uno se acostumbra a tener cajones a la derecha en vez de a la izquierda, o a tenerlos a la derecha en casa y a la izquierda en el trabajo. Uno se acostumbra a que los pantalones le cuelguen más de lo debido, y a arrastrarlos por la casa, pero a alzarlos por la calle. Uno se acostumbra al sabor de la zanahoria de la verdulería de las bolivianas, en vez de las del local de Carlitos. Uno se acostumbra a ver a Palito siempre borracho, y a que no conteste los saludos. Uno se acostumbra a que se rían de la voz que ponemos cuando hablamos por teléfono. Uno se acostumbra a que nos llamen por diminutivo cuando nos van a pedir algo. Uno se acostumbra a que Claudia nos mire con ganas de darnos un beso, aunque no se más que una compañera de curso. Uno se acostumbra a que haya gente más inteligente que uno. Uno se acostumbra a que los parlantes se sulfaten y su volumen varíe irremediablemente. Uno se acostumbra a tocar timbres, por eso los sigue tocando aunque no funcionen. Uno se acostumbra a que el perro del vecino te ladre y de vueltas sobre sí mismo como disfuncional calesita. Uno se acostumbra a los hijos bobos. Uno se acostumbra a regar la plantita a las mañanas. Uno se acostumbra al frío, y después al calor. Uno se acostumbra a que los basureros pasan a cualquier hora. Uno se acostumbra a que no saber controlar todas las funciones de su DVD. Uno se acostumbra a que los Faver Castell vengan malos desde que los hacen en Brasil.

domingo, 15 de marzo de 2009

Avangarde

Exótico,. Excéntrico más bien. (Pelotudo por qué no?). Pero para un -SALAME esto puede- ser VAN GUAR DISTA.
Vanguaaardia... Qué palaaabra.




Just beyond your dreams lives a secret world, where every tree is a home, every sound is a song, and humans exist only in fairy tales.
Fanrbully.

sábado, 14 de marzo de 2009

Destella

Quiero un destellador. Esos de bici, pero con un secreto. Quiero que en cuanto lo apretes, destelle. Titile. Normal. Pero que cuando apretes dos veces, saque rayos láser, música a 230db, 300 discos, bolas de espejos, drinks, tres pistas de baile, guardarropa y patovicas. ¿Se imaginan? Una fiesta en tu bolsillo. Sólo con dos pilas AA. Obviamente, la tendría siempre encima. Y no la compartiría con nadie.

viernes, 13 de marzo de 2009

Coleccionables

De a partir de ahora subiré (como pequeña yapa y para animar un poco este antro sombrío de palabras) algunas fotos, preferentemente capturadas por mis dedos inexpertos.


Para empezar, una de mis preferidas: Français.

Pozos, nubes y peces

Si el amor es un pozo en la tierra (o una cuenca mejor dicho), el enamoramiento es una lluvia. Las nubes, en función de cupido, precipitan sobre algún pozo: a veces pequeños, a veces profundos y angostos, a veces inmensos como lagos, lagunas o mares. Y a veces, también, las nubes son pasajeras y rocían una simple llovizna olvidadiza; aunque pueden llegar a ser torrenciales, verdaderas cataratas celestiales. O, en extrañas oportunidades, granizadas que golpean el lecho reseco del pozo. O sino nieve: cristales esponjosos que deben derretirse antes de adquirir forma líquida y para volverse habitable.
Ah, sí: porque en esos pozos, llenos de precipitaciones, viven peces. Generalmente (y es sano que esto ocurra) sólo vive un pez por estanque. Ese pez es, queridos amantes, el ser amado.
Y la conclusión evidente de toda esta situación es: cuanto más grande sea el pozo y más le llueva, más tardará en secarse el estanque (incluso puede que nunca se seque, sino que le llueva continuamente), entonces más cómodo podrá estar el pez. Pero si es pequeño y/o está casi vacío, el agua se evaporará al poco tiempo y el pez no subsistirá.
Todas estas cosas, como en la naturaleza que le da analogía, se dan por si solas: el amor, el enamoramiento y los enamorados. Pero el verdadero reto viene después: tratar de descubrir cuánto ha llovido (pues al principio el agua se siente toda parecida), tratar de medir cuán profundo es el lecho que se ha mojado, y, tal vez lo más preocupante pero no menos importante: saber si el pez quiere estar allí o en otro lugar.

Luego de esta larga reflexión suspiro y pienso, entristecido, en lo cruel que es ser como un niño entusiasta y pensar que todos los pozos son lagos inmensos, para descubrir, con la primera sequía, que era tan sólo un espejo de agua en el que hasta un insecto puede hacer pie.

jueves, 12 de marzo de 2009

Catarsis (¡Rrrr, Rrrr!)

Querido y fugaz lector, debido embolante estado en el que me encuentro, es necesario aclarar que, justamente, no es necesario que lea esto.
Pero yo necesito, justamente, escribirlo.

13, trece palabras tiene la situación que me describe: me di cuenta que la amaba cuando se puso de novia con otro (y puedo agregarle otras siete más para redondear en 20: otro que seguramente es mejor que yo). Lo vi venir, lo sabía bien, pero no quise reaccionar a tiempo.
Tiempo habrá, en adelante, si se pelean. Pero no será lo mismo porque las situaciones nunca esperan. Será el desgaste cuántico que me enseñaron, las leyes de incertidumbre, el paso del tiempo mismo. No será lo mismo, no señor, será distinto. No seré mejor amigo (nunca lo fui) ni seré yo apasionado.
Que el amor es para los valientes, ya me enteré, y lo pensé y ahora duele. Pero no fue cobardía: fue ese estado en que me tenía, esa sutil alegría del verano que no pasa, y de creer que la estabilidad existía. Estable para mí, no para ella: ella conocía gente distinta todos los días.
¿Y él? No lo conozco en persona, pero seguro es una mejora del universo. Seguro es menos socialmente hosco que yo, seguro sabe sonreírla como yo no, seguro le dijo cositas al oído, como yo tenía ganas, seguro, como yo, tuvo esas ganas de besarla, y él lo hizo, y yo no. En fin, qué enfermizo.
Catarsis realizada. No me siento mejor.

Si leíste de todas formas, lamento la mala rima que me brota y me camina, los malos trazos y tiempos verbales, la monotonía, y la angina.

Monstruos y ancestros

Yo vi al Nahuelito (y estoy seguro de poder ver a Nessie si voy a Escocia). Lo vi una tarde casi conclusa de un día freso de un verano casi concluso. Me encontraba yo con una ramita de alerce entre mis dedos, figurándome que fumaba por ella, recostado boca arriba en una roca costera, tratando de olvidar mi último amor (del que, no se preocupen, no les hablaré ahora). Entonces fue que vi al Nahuelito: pero no debajo del agua, o rompiendo la superficie con una cabeza alagartada; sino en el cielo: Nahuelito era una nube (cumulus castelatus según expertos) que miraba hacia el lago con nostalgia. Así fue que, finalmente, supe que el monstruo del Nahuel Huapi había muerto. Me gustaría escribirle un poema a su pasado, a su cadáver extinto, a sus huesos de marfil. Pero no lo hago porque la búsqueda de un cuerpo es menos interesante que la de un vivo. Entre tanto: ¡alegrías al Nahuelito, que ha de encontrarse reposando en alegres praderas acuáticas con Nessie y sus monstruosos ancestros!

Buenos vecinos

Joaquín levantaba un ojo sobre la medianera y, cuando comprobaba que Don Abel miraba para otro lado, le arrojaba una piedrita. Nunca acertaba, pero el vecino sabía muy bien que Joaquín estaba ahí, molestando. Y el chico sabía bien que, en cuanto lo hiciera enojar, Don Abel lo retaría; tal vez le daría una cachetada, pero podía ser que no... nunca se sabía: tal vez podría tirarle piedritas toda la tarde para entretenerse; tal vez Don Abel lo invitara a tomar una leche con galletitas de su mujer; tal vez las piedras se convirtieran en pequeños soldados y se armaría una guerra en el patio del vecino; tal vez eran huevitos de arañas... ¿Quién iba a saber, a fin de cuentas, lo que podía pasar?
Joaquín, de cuatro añitos, no lo sabía. Porque finalmente Don Abel se cansó, dio dos largos trancos, lo cazó del otro lado de la medianera y, sosteniéndolo con furia, le escupió que se encerrara en su dormitorio. A Joaquín lo asustó, más que el grito, la llave francesa que Don Abel bamboleaba en su otra mano. Así fue aprendiendo poco a poco las leyes de la naturaleza y a ser cortés con los vecinos… Pero siempre guardó la esperanza de que, aquellas piedritas arrojadas esa tarde, se convirtieran en pájaros o gallinas.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Aaaah, aaaah, aah aah, uuuh

Estoy tan seco como un huevo de gallina sin clara ni yema.
No debería subir esto, pero me gustó la analogía.
Al fin y al cabo no fue un buen día (una rima)
Y como no tengo nada (que rima con "clara") en contra de esta era (rima con "yema")
Digo:

martes, 10 de marzo de 2009

30: corceles gitanos

No conocías la palabra celos,
y no es ciertamente lo que son.
Pero te habías enamorado de ella y ahora lo sabes por dolor.
Tu inseguridad te hizo pagar a fin de cuentas,
tu duda de si era amor.
Ahora lo sabes todo, ahora lo tienes claro como sol:
alguien más está con la mujer
que debía ser para vos.
Pero fue lo que buscaste: en el momento, algo de ella
te acobardó.
Y aunque seguiste viendo estrellas,
juntitas en una canción, ahora ves como sano
aquel cometa que las separó.

Es novata la noticia, estrenada la sensación:
por ahora no te duele la pérdida de ese amor.
Pero qué pasará luego, quién llenará ese error
de quedarte callado, de entregar y hacerte a un lado,
de dar a quien te supera, de no atender el llamado,
de haber colgado las espuelas y haber fusilado tu corcel.

Quizá no sea malo, quizá hasta lo superes bien.
No supiste si habías amado
hasta que la viste con él.

Luna llena, China y dos linyeras

-¿Que por qué me gusta más la luna llena que el sol? -preguntó uno de los linyeras al otro, luego de haber dicho "Me gusta más la luna llena que el sol"-. Me gusta porque, además de poder mirarla de frente, de poder mantenerle los ojos puestos, pues, además de poder descubrir mil detalles y matices en su superficie, a diferencia del sol, la luna llena nos da una luz que no engaña: que no se difumina tanto... Ve, mira esto: puedo hacer sombras chinas con la luz de la luna llena, a esta distancia, cosa imposible con el sol...
-Es cierto, hermano. Mira: una paloma.
-¡Y yo un perro! Aprovechemos esto, amigo, que a diferencia del sol (y esta es la última razón por la que me gusta más la luna llena), sólo la tenemos unas pocas noches por mes, y teniendo buena suerte con las nubes... Mira: intenta hacer el hipopótamo... Es más complicado, eh.
-Ya lo veo, ya lo veo... Igual, hermano, yo prefiero la luna nueva -comentó el otro linyera, fracasando con su hipopótamo.
-¿Por qué lo dices, amigo?
-Pues porque con su ausencia deja ver todas las estrellas.

lunes, 9 de marzo de 2009

El bicicletero tiene todas las respuestas

Me levanté preocupado hoy. Lo primero que tengo conciencia de haber pensado es: ¿qué es de mi vida? Inmediatamente, al no encontrar respuesta, me cuestioné cosas como a dónde voy, a dónde vamos como humanidad, si habrá otras vidas, si es verdad la mentira de la reencarnación, si existe un destino, si podemos saberlo, de qué provengo... Y mi conclusión es que para saber qué soy y de dónde vengo, tengo que seguir adelante, y que no puedo seguir adelante porque mi bicicleta está pinchada. Así que hoy la tengo que llevar a la bicicletería para que la arreglen. Tal vez allí encuentre la respuesta a todos mis interrogantes.



Leí por algún lado que hay que tener cuidado, no se puede creer todo lo que se lee.
JJ

domingo, 8 de marzo de 2009

Dos y nueve: centella

Tal vez sea el destino,
tal vez, mi desatino.
¿O será mi sólo culpa, o una mariposa?
Murphy quizás, que no hace más que empeorar las cosas.
Quizás sea esa la suerte que nos toque hasta la muerte.
Quizás es que yo no merezco verte.
¿Intentar, seguir haciéndolo?
Lo hago sin darme cuenta, lo intento atando cuerdas.
Pero no: cada vez que acordamos,
un lugar, un día muy esperado,
algo malo te sucede, imprevisto e inevitable,
y nuestra cita, sin vos, se muere.




Por judío y por avaro me he quedado sin mi palo.
Por vago y atenido: mis amores he sufrido, mis virtudes he perdido.

Sacrílego

Juani se asustó cuando se atrevió a pensar, así por pura picardía de su cerebrito, que Jesús, el Dios hecho Hombre, también se debía haber tirado pedos.
-Flatulencias, Juani -corrigió la mamá divertida-. Y sí, seguro tenía flatulencias. Pero la verdad no es tan importante. ¡A cualquier persona le pasa! Al presidente, a tu maestra, ¡al Papa, imaginate…! A papi, a mami, a los abuelos... es completamente normal, pero es mejor no hablar de eso y pensar en las cosas buenas de la gente.
Juani asintió, pero se arrepintió profundamente de su pregunta. Desde entonces jamás pudo mirar de la misma manera al Cristo Crucificado, y mucho menos a su mamá.

sábado, 7 de marzo de 2009

Cinco segundos

Un poco más o un poco menos de cinco segundos tuvo apoyado el lápiz contra el papel. Quizás piensen que no es mucho, pero en esos cinco segundos se llenó de adrenalina. Lo primero que pensó es que iba a fallar, que ya en el centímetro siguiente su trazo se iba a desviar. Pero cuando pasó la mitad no pudo más mantener sus párpados apretados. Y recordó aquella historia que le había contado su maestro de dibujo... Miguel Ángel había logrado que lo contrataran para pintar la Capilla Sixtina simplemente con algo así: dibujando de un sólo tramo, con una tiza en una pizarra, un círculo perfecto. Fácil, pensarán, pero no: más difícil que muchas cosas, una empresa a la que casi todo humano está llamado a fracasar.
Y ahí estaba: tras cinco segundos, un poco más o un poco menos, había hecho una circunferencia perfecta sobre la hoja. Sí... qué placer... qué similitud extraordinaria: ¡él y Miguel Ángel, unidos por dos círculos!
Ahora le quedaba el otro ojo. A ver si tenía tanta suerte o si iba a necesitar la ayuda de la goma.

El cruel Cupido

Guadalupe fue una de esas maldecidas por el destino: Cupido se enamoró de ella. Hay quienes lo ignoran y quienes no lo quieren creer, pero de todos los seres de la Creación, Cupido es el más enamoradizo. Aunque él también está maldito por el destino: tiene prohibido el amor.
Por eso Guadalupe no sabe por qué ni cómo, pero vive rodeada de vagos, golpeadores, mentirosos, jugadores compulsivos y demás gentes despreciables que la persiguen y acechan. Pocas veces llegó a una relación con alguno de ellos, pero sus experiencias ya la cansaron. Y Cupido cumplió su meta: si Cupido no tiene a Guadalupe, nadie la tiene.

viernes, 6 de marzo de 2009

Plantita rodadora III

Usualmente das un día de plazo,
¡pero ahora lo hacés sin dar respiro!
¡¿Por qué hacés eso?!
Preguntó el viento desaforado, arrastrando otra planta rodadora.
Es que esta planta estaba harta
y necesitaba ir al baño.
Era urgente.




Me gusta lo prohibido, me gusta resistirme, me duele a fin de cuentas ver que nada de eso sirve.

La vida de Sholín Muhamaha V

Decían que Sholín Muhamaha era el más grande pensador después de Mahatma Gandhi, pero que desgraciadamente no se hizo famoso. Y se supo, mucho tiempo después de su muerte, que el gran pensador había reflexionado mucho, en su juventud, sobre la multiplicidad en el caos, la repetitividad en lo aleatorio y las fórmulas ecuánimes de lo infinito y paralelo.
De sus arduas reflexiones, que le llevaron más de ciento veinte años, extrajo una máxima insuperable. Sholín Muhamaha la grabó con tiza en la roca más grande del Himalaya para que durara por siempre, y reza lo siguiente: “Si una persona pudiera ver los rostros de todas las personas vivas en tan sólo un segundo, sus facciones, sus parecidos, sus defectos y matices… quedaría muy mareado”.

La vida de Sholín Muhamaha IV

Decían que Sholín Muhamaha era el más grande pensador después de Mahatma Gandhi, pero que desgraciadamente no se hizo famoso. Según se cree, tuvo una mascota durante doscientos años: la mamá de la tortuga de Darwin. Se dice que Sholín Muhamaha fue el que inspiró la idea a Charles Darwin sobre la evolución una tarde, tomando el té telepáticamente.
Quizás muchos lo ignoren, pero se encontraron manuscritos de Darwin que afirman que él manejaba la telepatía y que la usaba a menudo. Aparentemente fue así cómo descubrió la mentira esa de la teoría evolutiva y que atrapó a la tortugota, hija de la tortuga de Sholín Muhamaha.
También el genio espiritual Sholín Muhamaha tuvo como mascota a un dragón chino. Lo encontró siendo un huevito, lo vio nacer, pensando en él escribió la historia de Éragon (en la que Éragon era el mismo Sholín Muhamaha de pequeño, recientemente plagiada). Lamentablemente también lo vio morir por sobredosis de paté. Desde entonces Sholín Muhamaha jamás volvió a tener un dragón y tampoco volvió a alimentar a sus mascotas con paté. A menos que quisiera matarlas.

jueves, 5 de marzo de 2009

Imagina

Pasé apurado por la parada de colectivo y lo vi ahí. El vagabundo bailaba con ojos cerrados bajo la lluvia, desnudo y sonriente. Le apretaba tanto el cuero desnutrido que le iba a quebrar las costillas. Esta vez era mi oportunidad de enseñarle algo, pensé.
-Imaginar fantasías está bien –dije colocándole mi paraguas en su mano a la fuerza-, pero imaginar realidades hace mal.
Ahora cada tanto lo veo bailar tap con mi paraguas negro como bastón, desnudo y sonriente. Hay naturalezas que no pueden aprehender simples enseñanzas.



Para Rafa, mi más grande e insoportable admirador, y más enfermo y sonriente soñador que conozco.

Prosa del desgarrado

El rasgado (desgarrado) del papel es algo bien conocido, un sonido común y a veces temido, pensé mientras revolvía el café, soplándolo. Pero no es tan frecuente, no es algo que se oye necesariamente todos los días. Sin embargo aquel rasgado, el de los sobrecitos de azúcar… es diferente. No cruje como cualquier papel, quizás por la delicadeza: al tomarlo con la punta de los dedos y jalar, con fuerza medida procurando que, el eliminarse la fuerza normal, no salte el azúcar en todas direcciones; eso le da un toque especial. Es suave, indecoroso, últimamente bastante plastificado, pero es un sonido apacible, tanto que desearía ser más goloso… Yo sé que, después de ese único rasgado de papel, se me enturbiará la saliva con el néctar matutino del snakbar.

miércoles, 4 de marzo de 2009

martes, 3 de marzo de 2009

Capricornio (28)

Desearía estar dormido, desearía estar durmiendo.
Soñando con un cuervo, un enjambre de Cenicientos,
un capricornio con alas y dos luceros sin sueños.
Con una chimenea abandonada por su dueño desdentado
y una pobre cuchara de madera que espera...
que espera ser incluida en un refrán, junto con la espumadera,
en la casa del herrero, que ahora tiene internet.
Hoy nadie lo ha etiquetado, pero etiquetó a dos amigos
de la alta etiqueta traviesa Traviata.
Etiquetó me etiquetaron en la etiqueteada de tu quedada tocada,
pero sin etiquetar quedó la raqueta.
Desearía estar dormido, desearía estar durmiendo,
es mejor no decir nada que escribir un cuento,
es mejor decir gansadas que chupar un monumento.

lunes, 2 de marzo de 2009

Desesperanza IV

Entró al local de sombreros. Felipe quería un lindo sombrero clásico para morir: se suicidaría con estilo. ¿El motivo de su suicidio? Lo olvidaba tan frecuentemente que vivía preguntándoselo: la soledad, el desamor. Eligió un sombrero hongo verde, pequeñito, robusto y duro, clásico. Ciento diez pesos. Lo agarró, fue hasta la caja y empezó a buscar los billetes, pero sólo encontró uno de cien. Mientras el anciano dueño del local, el que desde hacía diecinueve lustros se dedicaba a la fabricación de hermosos sombreros, le envolvía el modelo hongo, Felipe fastidiado refunfuñaba contra la mala suerte de su vida. Incluso ahora le jugaba malas pasadas: estaba seguro de haber llevado trescientos pesos, ahora no podía encontrar dos.
-No se apure, no hay problema… Si quiere, mientras le cuento una historia… -El fabricante de sombreros lo miró de reojo, pero Felipe, el futuro suicida, lo ignoró-. Bueno: según se contaba, en España hubo una vez un hechicero en la corte del Rey Carlos I, que entre tirar cartas de tarot, maldecir, leer bolas de cristal y criar unicornios, fabricaba los sombreros del Rey y toda la Corte Real… -Volvió a mirarlo, pero él seguía enfrascado buscando sus billetes-. Un día el Rey Carlos quedó enamorado de una tan Bárbara Blomberg, pero ella no le respondía su amor. Entonces le pidió a su hechicero y fabricante de sombreros un favor muy especial… ¿Está escuchando?
-Sese…
-Le pidió que fabricase un sombrero capaz de entregarle a su amada. El brujo le advirtió que podía hacerlo, pero que necesitaba un año de tiempo. Entonces se dedicó exclusivamente a la fabricación de dos sombreros idénticos: uno para Carlos I, otro para Bárbara Blom…
-¡Maldición, qué mala suerte! Mejor me llevo esta galera, ¿cien pesos verdad? ¡Aquí tiene! Muchas gracias…
Se fue y dejó al pobre vendedor de sombreros con las palabras en la boca, un sombrero hongo verde en la mano izquierda y un billete de cien en la derecha.
-…y desde entonces se dice que todos los sombreros fabricados en pareja, como esa galera galesa, enamoran a sus portadores, si alguna vez se encuentran…
De más está decir que Felipe perdió sus deseos de suicidarse antes de llegar a la esquina, donde conoció a la treintañera nieta del fabricante de sombreros.

Juan Cruz y Bautista

¿Cómo podía ser que Juan Cruz y Bautista, dos niños con nombres santos, fueran tan pieles de Juda (uno muy poco santo)? Nadie lo sabía. A pesar de las mil rabietas y enojos diarios, las maestras y demás madres opinaban que algo se podía hacer con esos dos chicos. “Bauti se hace el malo, pero en el fondo es bueno. Cuando lo separás de Juan Cruz te das cuenta que es una dulzura”, decían. “Juan Cruz también, pero es más reacio, siempre actúa desconfiadamente… También, con la familia de locos que le tocó, pobrecito…”, opinaban. Pero no se daban cuenta que, bajo esa segunda capa de bondad, Juan Cruz y Bautista estaban tan podridos y eran tan malos como Barrabás.



(Tengo una seguidora, tengo una seguidora, lero lero.)

domingo, 1 de marzo de 2009

Esperar-desesperar

Esperé todo el día para empezar este mes diciendo algo inteligente o importante, pero no hay tales...

Más vale pájaro en mano que cien volando.
Ahí está, al fin, algo inteligente. Se me acaba de ocurrir, lo juro.
Feliz marzo: