sábado, 5 de diciembre de 2009

La cara de toda la gente que nos cruzamos

Mediante canciones y películas y cuentos y novelas y historias que te cuenta la gente o tu propia imaginación podés hacerte una idea bastante precisa de cómo se siente tener una relación amorosa con la chica/el tipo ideal. Podés sentir la voz y la piel y el pelo y el perfume y las yemas de los dedos y el espacio físico de su cuerpo y su ropa y el maquillaje y cómo se descalza y los chistes que hace y su manía de apoyar su nariz en tu cachete y el sonido de sus pasos en la vereda mojada y cómo señala a la gente graciosa y la forma en que habla de su familia y sus pestañas y su llanto con hipo y su primera cana desubicada y sus sueños de irse a vivir al sur. Podés estar seguro de cómo es todo eso incluso de cómo te sentís después de que cortaron y la extrañás y creés que no vas a volver a respirar nunca más el mismo aire. Lo tenés todo perfectamente teñido pero eso nunca deja de ser una fantasía y lo recordás cada tanto. Y esperás con ansias y miedo al día que esa relación amorosa y esas manos que se agarran de tu manga no sean imaginadas y puedas sonreír sin mentirte.
Entonces vas a haber olvidado las fantasías y no las vas a poder recordar por esfuerzo que hagas porque el amor que te infló el corazón sacó todo lo anterior y no tiene espacio para lo demás. Y lo vas a haber olvidado ya. No vas a poder comprar.

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