viernes, 24 de septiembre de 2010

Esta noche navidad

El aire húmedo, con ese vientito típico de Navidad, fue el primer indicio de que esta noche era una navidad. Después fui consiente de ese cansancio oculto bajo la llana voluntad de tenerse despierto, y de esa ansiedad navideña, extraña. (Más que ansiedad, deseo por recobrar la ansiedad del niño que fui hasta años atrás, pero que ahora no es más que un sincero desinterés.) No faltó nada, porque a mitad de camino empecé a oír cuetes y vi, atrás de unos árboles que parecían expectantes como en Navidad, docenas de cañitas voladoras. Esta noche era definitivamente una navidad, una navidad a finales de septiembre, con el regalo de ella misma. Una navidad que sirvió para que un viernes no fuera tan deprimente dentro del caparazón.

martes, 21 de septiembre de 2010

Tristeza, escritura y alegría

Me mira con sus negritos ojos de vidrio mojado. La tristeza es una serpiente que me clavó los colmillos y no se desenrosca, y desde el brazo, piel fría contra mi piel, me observa y piensa, y piensa. Hoy tampoco vino el huroncito escurridizo de la inspiración, la víbora lo espantó hace rato. Pensar que tanto corría entre las plantas y la fuente de piedra ¿Y el otro, ese otro que tampoco hace tiempo que veo por el parque? El colibrí dorado, el inquieto alegría, parece que se fue con el otoño. Ya volverá, volverálgun día.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Diminutas conciencias

Hay cositas vivientes sobre mis ojos. Pasean todo el día de un lado a otro por la córnea, van a su antojo o se quedan quietitas y se deslizan en la humedad de alguna lágrima. Alguien los llamó una vez la flora ocular, pero la verdad es que la flora intestinal nada tiene en parecido con estos diminutos inquilinos globulares.
Generalmente no los veo, tan acostumbrado estoy a ellos. Pero cuando me echo sobre el pasto o sobre el techo y miro al cielo, y es un día especialmente despejado y soleado, ahí resulta imposible ignorarlos. Refractan la luz del sol y son como pequeños arco irises con voluntad propia, recortándose contra el celeste de afuera.
Me gustaría saber si saben de mi existencia, y en ese caso qué piensan de mí. No sé nada de ellos, pero ellos deben saber todos mis secretos.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Dije sayonara my love

El camino es aburrido, pero es sólo de ida. Las compañías suelen ser esquivas o poco interesantes, y eso no tiene remedio. Todas las noches hace frío o calor, cuesta dormir, las estrellas quedan muy lejos y las sábanas se sienten solas, pero tarde o temprano llega el sueño. Muchas veces me canso, tengo hambre, me duele la espalda y las piernas, quiero dormir o pegarle a algo. El desánimo es desayuno de todos los días. Sé que el trofeo que ansío es un camino más que recorrer, y sin embargo nunca estoy seguro de llegar a obtenerlo. Pero, por ahora, las cosas siguen donde están, y una canción puede teñir una noche de alegría.
Et jusqu'à toujours.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Último día de juventud

Y no tengo nada para decir, más que un suspiro.
Nada para ocultar, más que errores cometidos.
Nada para cantar, pues los recuerdos no se cantan,
ni nada para sonreír, pues de lamentos fue mi camino.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Avanza el día

Despierto un domingo por la mañana. Veo luz traspasar la persiana. Bostezo, doy un giro en la cama y little lion man comienza a sonar. Me siento y estiro los brazos y la persiana estalla, el sol entra como viquingo drogado y los papeles, sábanas y muñecos y estantes explotan caos alrededor, una fiesta de personajes piratas hechiceros que disparan cañones y compran hogazas de pan en una pastelería con luces y baterías enloquecidas. Extiendo mis manos y manejo a mi gusto retorcido los hilos de las marionetas que son dueños de tesoros y cofres secretos enterrados en playas y montañas.