miércoles, 24 de abril de 2013

Búsqueda del día

Busco una novia. Por una semana. En siete días emprendo un viaje y necesito una novia apasionada, amable, inteligente, alocada, tierna, desubicada y sincera que me ame durante esta semana. Soy un viajero que se va a ir sin dudar pero que no se quiere ir sin nada. Soy un viajero que busca una novia por una semana para amarla como ya nadie se ama, y marcharse y extrañarla mientras recorre tierras lejanas y recordar los siete días las siete noches pasadas, y tener qué pensar sobre su vida y sus llantos y su almohada mojada. Busco una novia que me quiera de verdad por una semana y que afirme que pueda olvidarme cuando me vaya, pero que sepa sembrar la duda en mi alma, la duda que me desgarre y me obligue a ir más lejos que nadie mientras mi corazón pida a gritos volver, volver, volver a su cara, sus manos, su lengua, su cuerpo, su mirada y su aliento y una y otra y otra vez volver a sus últimas palabras.

Requisitos: sexo femenino (excluyente), entre 18 y 26 años (excluyente), residencia en Zona Norte, experiencia comprobable de tres años en puesto similar (excluyente), idiomas inglés y francés fluido (preferible). Interesadas enviar CV actualizado con foto por e-mail a dedraco@hotmail.com dentro de las veinticuatro horas. Salario a convenir. Publicación válida desde el 25/04/2014 a las 00.00 horas hasta el 26/04/2014 a las 00.00 horas. No serán tenidas en cuenta todas aquellas candidatas que tengan flequillo stone y/o amputaciones de más del 60% del cuerpo.

domingo, 14 de abril de 2013

De cuando dejé al mendigo

Pasó la revolución y aproveché para conseguir un empleo. No volví a ver al mendigo por varios meses. Cuando finalmente me lo crucé, una mañana fría, lo vi igual que de costumbre, solo, como lo había estado toda su vida hasta que un día me senté a su lado. Me acerqué a saludarlo con un café extra de regalo.
-Lo que da tristeza no es la soledad -fueron sus únicas palabras-, sino recordar que antes no se estuvo así de solo.
Esperé a ver que el café le calentaba las manos y me fui a trabajar, tarareando.

jueves, 11 de abril de 2013

Wenttopee,gottapoo

Cuando fuimos por la piedra, nos quedamos en la montaña. Cuando fuimos por agua, nos hicimos a la mar. Cuando clavamos al lagarto con un palito, después peleamos contra el dragón. Cuando cortamos la flor, terminamos plantando bosques. Cuando fuimos por un beso, quisimos el corazón.

domingo, 7 de abril de 2013

Comezonez

Iba sentado atrás de todo, del lado donde el sol traspasaba la suciedad de las ventanillas tiñendo el interior del colectivo con un dorado lechoso de contornos borrosos. Mil partículas en el aire, del tamaño de átomos, de arañitas, de panaderos o de lágrimas flotaban en el vaivén del colectivo, creaban mil profundidades distintas, desde las cabezas que tenía más cerca hasta las personas lejanas que se sentaban detrás del colectivero. Y el motor sonaba tan fuerte y parejo que parecía que íbamos en absoluto silencio, y era perfectamente posible imaginar y asignar sonidos nítidos a cada roce de ropas, a los murmullos de las conversaciones, a los pies que rascaban el suelo de goma.
Existe un tipo de comezón nerviosa. A uno le pica un punto determinado en su piel, y se rasca, pero al hacerlo la picazón se corre unos centímetros, volvemos a rascar y se vuelve a desplazar, a veces hasta al miembro contrario del cuerpo. Eso me pasó cuando viajaba en ese colectivo: me picó alrededor de la mano, subió hasta la muñeca, después de repente me picaba una mejilla, y al rascarme allí desapareció.
O eso creí hasta que, un segundo después, vi que la chica que iba dos asientos adelante de mí, suavemente levantaba su mano y se rascaba su mejilla. Su acompañante, acto seguido, se rascó despreocupadamente el borde del cuello con la mandíbula. El hombre barbudo que estaba cruzando el pasillo se rascó con cinco uñas en el cuello, levantando la pera, como si fuera a ronronear. Y así pude ver, paso a paso, persona a persona, el recorrido que el comezón fue trazando dentro del colectivo, desde mi propia piel hasta que, finalmente, se apoderó del colectivero, que se rascaba la brillante pelada. Él se la pegó al pasajero que le pidió descender por adelante, y junto con ese hombre de traje que se rascó la pantorrilla antes de descender, la comezón, finalmente, nos dejó.


Escucho las conversaciones de jóvenes colegiales en los colectivos de retorno a sus hogares, y me da gracia. Pero recuerdo mis conversaciones con mis amigos de jóvenes colegiales de retorno a nuestros hogares, y me da vergüenza y me bajo llorando y llamando a mi mamita.

martes, 2 de abril de 2013

Opio

Le mostré cómo sangraba y me rellenó con agujas de pino. Me dijo que ya estaba, que siguiera mi camino. Pero a cada paso que daba las agujas de pino me pinchaban y dolían. Llegué hasta a un bar que recién abría, pedí un tequila, y pedí otro para una amapola con cara de dormida. Reímos y tomamos y dormimos y nos deshicimos de mis agujas de pino, nos deshicimos de sus medicinas y de nuestros caminos, y juntos olvidamos todo lo que quisimos, lo que una vez quisimos.