viernes, 16 de octubre de 2009

Voy a hacer una sentada exigiendo mis derechos

Sí señores: cuatro veces tuve que dejarle hoy el asiento a viejas. Ni que fueran tan viejas encima: no pude estar cinco perros minutos sentado (otro día les cuento la anécdota del perro que dormía abajo de los asientos del tren y por cuyo hedor culpaban al borrachín rengo). Y después, caminando a casa, pensé: ¿cuando yo sea viejo los pendejitos del futuro me van a dejar sus asientos, para que se cumpla el ciclo? No, sin lugar a dudas no. ¿Entonces debería sentarme yo y dejar que esos viejos se pudran? ¿No rompería yo, y mi generación entera, el ciclo esta vez?
Pero meditando me di cuenta que no: yo no rompí el ciclo, lo hizo la generación de mis padres al esforzarse tanto por otorgar longevidad a los viejos que ya tendrían que haber muerto pero que pasean por la ciudad en urnas llenas de otros pasajeros. ¡Todo el castigo sobre ellos! Yo tengo que sentarme: soy joven ahora y puedo cagar a un viejo para hacerlo, pero cuando yo sea viejo tendré que viajar parado, ¡y por culpa de mis padres!
Así que si tenés menos de vientitrés años (después de eso quedás gagá), ya sabés: dentro de unos meses podés ser viejo, ¡aprovechá ahora, cagá a un viejo y sentate! (O sea: si es gagá mandá'o a cagá.)

1 comentario:

  1. o sea q yo ya entraría en la categoría de los gagá? mmmm... no hay milhous para vos ahora

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A ver qué tenés para decir...