jueves, 26 de marzo de 2020

Los árboles mueren de pie

Cuando caía al piso eras vos la que se agachaba para levantarme, la que bajaba una mano para que yo pudiera agarrarla, la que sentaba a mi lado y me hablaba hasta que podía enderezarme.
Un camino muy largo me alejó de tu sombra para aprender a ser mi propio bastón, mi propia polea, mi propio impulso.
Y yo, a todo esto, no te vi cuando caías.
Corrí de vuelta hasta vos, pero ya era tarde.

Hoy me desplomé en el suelo, ahí donde fueron a parar las manos que me secaron lágrimas, los brazos que me acunaron, los labios que besaron mi frente, el corazón que nunca reprochó mi ausencia, la sonrisa que justificó todo.
Hoy me desplomé a tu lado para que por última vez me consolaras, mamá, para que por última vez hablaras a mi alma y me ayudaras, una vez más, a ponerme de pie.