Esto es mi testamento para cuando sea alguien viájado, léido, fámoso, millónario y feliz: si muero sin haber publicado algo escrito y terminado, mis herederos tendrán que hacerlo editar a la fuerza, carajo. Y si muero con algo escrito por la mitad: ¡más aún! Deben hacer publicar las cosas inconclusas, pero sin concluírlas. Siempre tengo dando vueltas algunita línea que trata de cada perra historia: eso deberá ir como conclusión.
Cuando sea un escritor próspero y auténtico, mi regalo póstumo va a tener que ser incentivar al máximo la imaginación ajena: mediante historias inconclusas.
Tan inconclusas como todo lo que está en este blog.
Y si te como a besos (tal vez) la noche sea más corta (no lo sé, no lo seeeé).
Recordé de qué manera posteaba mil cosas por día: escribía cada mermelada boludés.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
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Descubrí que te encanta la palabra mermelada.
ResponderEliminarA mí también, podría ir en la lista...