Hoy vayas donde vayas
el viento lo tenés en contra.
Y sabés bien que mañana
no cambia la pelota.
Y si tropezás vas a caída,
y cada día tropezás.
Pero sonreís todavía
con ganitas de algo más.
Porque: el hambre fuerte pasa incluso cuando no hay qué comer. Milagrito.
sábado, 21 de noviembre de 2009
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