lunes, 30 de noviembre de 2009

Sin milargo

Fue uno de esos tantos inviernos imposibles en los que era un milagro sobrevivir. Y en esas condiciones la mujer de Sblojei quedó embarazada. Aparentemente pariría para la primera parte del año, subiendo a siete el número de hijos. La madre esperaba que fuera una niña, y así lo pronosticaba el remolino en el medio de la cabeza de cebolla del hijo menor. Pero para cuando pasó la Navidad ella se complicó con problemas pulmonares y Sblojei mandó al mayor de sus hijos, el que más lo ayudaba en el trabajo del campo, a que buscara al médico de la aldea vecina. Lo mandó en medio de la tormenta de nieve más fea del invierno. Y volvió al día siguiente, con sus propios pulmones y bronquios fatalmente congelados; el médico no pudo sino determinar la próxima muerte de la mujer embarazada, la niña en espera y el mayor de los hijos. Ese año tampoco hubo milagro para Sblojei.

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