martes, 8 de diciembre de 2009

Espejos y relojes

En mi familia, especialmente en mi casa, siempre se habló del tipo del reloj. Mi viejo lo veía tan seguido que lo ignoraba, mi mamá hacía años que no lo veía, pero mi hermano todavía cada tanto lo volvía a ver. Mi hermano decía que el tipo del reloj actuaba como un espejo que tiene un gran imán atrás, y nunca entendí a qué se refería porque yo nunca lo vi al del reloj. Y porque mi hermano siempre demostró estar un poquito chapa.
Sin embargo ayer el tipo del reloj me hizo una visita. La describo de forma rápida para no volver a sentir el pánico que me dio: eran casi las nueve de la noche y ya estaba todo oscuro afuera, las luces de la calle estaban prendidas. Estaba muy nublado y el cielo tenía aspecto de invierno triste, aunque ya es primavera. Entonces estaba yo saliendo del baño, con el mp4 en las orejas escuchando Bitter Sweet Symphony una vez más, cuando al llegar a la cocina lo vi. El tipo del reloj (le decimos así porque tiene un suéter de lana con un reloj dibujado en el pecho, al estilo Dalí) estaba afuera de la cocina, mirando hacia adentro por la ventana del costado. Se le veía desde la cadera hasta la cabezota enorme que tiene, toda despeinada. Fue un instante que lo vi y me horrorizaron sus ojitos perdidos y celestes, que no saben lo que miran ni qué buscan. Creo que fue un segundo. El mp4 se apagó de golpe (se le terminó la batería, juusto de casualidad) y yo reaccioné con un respingo. De un salto estuve junto a la puerta que de la cocina da al patio interno, y con fuerza la abrí. Hizo mucho ruido, como siempre que se la abre rápido; y de cinco pasos estuve afuera, junto a la ventana de la cocina, donde había estado el tipo del reloj. Pero ya no estaba más, ni rastro de él. Con el corazón todavía retumbando chequeé el mp4 y vi que la batería estaba agotada, y me quedé tranquilo. Después de todo nunca había hecho nada malo el tipo del reloj... Suspiré y di dos pasos más, hasta quedar en el exacto lugar donde había aparecido el tipo. Levanté los ojos y lo vi, así como me había visto él a mí, adentro de la cocina. Estaba con su suéter desteñido y sonriendo, los ojitos celestes le brillaban de alegría enfermiza: había encontrado lo que buscaba.

1 comentario:

  1. Qué buena onda el suéter del tipo del reloj.
    Si sabés donde los venden avisame.

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A ver qué tenés para decir...