jueves, 19 de noviembre de 2009

Franca yubarta azul

Que cada cosa trae en sí misma la esencia de su entorno, su ambiente, su hábitat y su pasado no hay duda. Lo que tengo en manos es un caracol marino, no hay duda (tampoco hay duda). Un caracol muy deforme, pero caracol marino en fin. Visto desde arriba se ve (y todos coinciden) un pie. Un pie de hombre rana, largo, con dedos palmeados y con membranas entre ellos. Un pie de hombre rana cubierto de fango. Visto de costado (de un costado) se ve una ballena (probablemente una yubarta, llena de esos cascarones que las cubren) retorciéndose, como con dolor de estómago (¡y qué estómago!). Vista del otro lado es una foca reposando al sol, que mira al espectador con duda, sin saber si agredirlo o pedirle mimos.
En definitiva: pata anfibia, ballena yubarta o franca y foca al sol. Todo agua, todo mar, de donde vino mi caracola deforme. ¿Y qué dije yo en un principio? Que cada cosa trae en sí la esencia de su entorno y su pasado.
¿Cuándo conociste, caracolito mío, una ballena, un hombre rana y una foca perezosa? ¿Cómo fueron esos encuentros? ¿Los viste tú mientras te ignoraban, pequeña caracola en el lecho inmenso del océano, o te contaron de ellos otros peces, sirenas, anguilas o tritones? ¿Cuándo fue? ¡Cuéntame, caracol mendigo! Cuéntame... por favor, cuéntame cómo fue, que estoy vacío de anécdotas y escribo sólo mermeladas...

4 comentarios:

A ver qué tenés para decir...