miércoles, 6 de abril de 2011

Condición humana XXXXVI

Miguel era bueno con todo lo que se refiriera a ciencias cuando estaba en el colegio, y de chico quería ser científico. Sin embargo ahora es el que abre y cierra las puertas en los subtes de la línea A. Sabe que no es un trabajo momentáneo, sino con suerte para el resto de su vida, y ese mismo pensamiento lo ayuda a aliviar la mente con hipótesis subterráneas que nunca saldrán a la luz.
Entre la estación Rio de Janeiro y la estación Plaza Miserere el subte suele llenarse al máximo, pero en cada una de las tres paradas que hay desde Miserere hasta a Lima, se baja más gente de la que se sube. Es decir, cada vez hay mejos gente por bagón. Sin embargo (Miguel lo nota mejor que nadie) a medida que se acercan a Lima cada vez lo comprimen más contra el cristal de la puerta. La evidencia empírica se contradice con la matemática. Y Miguel trabaja en el subte en vez de ser un científico porque de chico menospreciaba cosas coomo la ciencia, reduciéndola a temás numéricos. Ahora sabe que en todo hay más variantes, como por ejemplo la estupidez humana.