viernes, 18 de diciembre de 2009

Pirucha zanahoria panfletera VII

En la plaza está todos los días el Beatbox Machine. A decir verdad no es una máquina, es un tocadiscos humano o algo parecido. Aunque literalmente es un gordo con enormes pulmones, voca maleable y tez morena que se encierra en una caja enorme de cartón toda pintada con estilo rapero y grafitero que dice "Beatbox Machine". Él asoma la cabeza (con gorra dada vuelta) y mira a la gente pasar como si fuera una estatua viviente; pocas veces lo vi mutar su rostro fijo, ceñudo, muy gracioso, de obeso que siente que el piso está caliente por el sol. Él se queda ahí hasta que pasa alguien y lee el cartelito que dice Incert coin. Entonces le mete una moneda (se oye cómo cae en una lata adentro de la caja) y el muchacho cambia su rostro, ahora amable. Si el transeúnte todavía no vio, el gordito simpático le señala las opciones que tiene: una carpeta con montones de canciones anotadas, como si fuera realmente un tocadiscos. El cliente generalmente se ríe bastante, lo comenta con su novia y finalmente pide una canción. La Beatbox Machine hace memoria un momento, emite un ruidito de procesador que zumba y empieza su función de pitipá pitipú pitipampam, bum bum bumbumbumbum ¡paw!

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