martes, 21 de enero de 2014

Tu muerte en prosa

Me pasó el libro con cuidado, como si fuera una taza hasta el borde, y me dijo que probara. Yo probé: abrí una página cualquiera (ciento ochenta y seis), le pequé una ojeada, metí el dedo y cerré y volví a abrir.
Era otra página. Antes había un diálogo entre dos lechuzas de campo sobre un granjero malo, ahora había un resumen de la Segunda Guerra Mundial, del Marne y París. ¿Qué onda?
Me sonrió por arriba del libro, no necesitaba decirme "te lo dije" en voz alta.
-Una vez que lo abrí -añadió-, leí ahí mismo que si lo abrís seiscientas cincuenta y cuatro veces, vas a poder leer tu propia muerte.
-¿En serio...? Ya voy dos. Tres, cuatro, cinco...

domingo, 19 de enero de 2014

Buenos Aires, país tropical

El sol se mete vertical en la pileta como si fuera aire, transparente y embriagado en burbujas doradas. Las chicharras cantan a medianoche. Una tormenta de primavera mojó el paisaje y se evaporó. Una bandada de pájaros migrando hace muchedumbre en las copas de los robles, y en la vereda la gente se apresura para esquivar las cagadas. Un trapito se sienta en una sombra, no hay autos. Una luciérnaga solitaria consiguió compañía después de una semana, ahora pasean por el jardín. Mi dormitorio permanece cerrado, hasta que por capricho lo dejo respirar, cuando llueve, sólo cuando llueve. Mi sonrisa se endurece en el dolor hasta que la dejo respirar, cuando llora, sólo cuando llora.