jueves, 17 de diciembre de 2009

Vecina asesina

Doña Rupa vivía sobre Brandsen desde antes que el coronel Brandsen naciera. El año pasado tenía como 99 años y la vieja iba de acá para allá haciendo compras, visitando viejas y viejos, dándole de comer al linyera que la iba a ver. Pero una semana de invierno el barrendero dejó de pasar, y se formó un verdín denso en el cordón de la vereda, frente a la casa de Doña Rupa. Y ella se patinó y se rompió un hueso. Lamentablemente no pudo más vivir sola ni hacer todas las cosas que usualmente hacía, y la hija (la única hija, la que no veía desde siglos atrás) la tuvo que meter en el asilo de viejitas que quedaba a dos cuadras, también sobre Brandsen.
Uno creería que ese fue el fin de la anciana, pero no: Doña Rupa tenía buena madera y aguantó como un mes en el asilo sin perder el humor, a pesar de que no se podía mover, a pesar de que las visitar mermaron. Pero un día sí, llegó el golpe fatal: una vecina vieja, chusma, de mala entraña, embustera y con tintas de bruja adivina, la fue a ver y le dijo que la hija (esa que la había internado ahí) le acababa de poner la casa en venta. Doña Rupa la miró triste, clavándose dos lágrimas en los ojos, y no dijo nada. A la semana murió y la casa se puso en venta recién entonces. La hija de Doña Rupa recibió una llamada pronto de la inmobiliaria: una vecina de la zona compraba la vieja casa de Doña Rupa.


Casa rosada, casa robada, llagas en el país, pibes sin padres, madres sin hijos: juegan a no poder.

3 comentarios:

  1. me encantan estas historias...
    no dejes de escribir en el blog porq necesito tus escritos!!!! jejeje


    gracias por los coments, rafa!
    tu entrega tb fue de una calidad tremenda!

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  2. ah! y a mi si me gusta el pie... quedo buenisimo!!!

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  3. Qué triste! Especialmente porque todos llevamos una Doña Rupa dentro sin saberlo.

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A ver qué tenés para decir...