viernes, 30 de octubre de 2009

Más rarezas

unest alibbli georip hespo ploca harainge blikeran somairh
En algún idioma significa algo, estoy seguro que sí.

Es un hermoso día que me hace pensar que no estoy en mi contexto actual. Lástima por los evacuados. Ahora estoy pensando una de esas historias en las que se sesgan todas las posibilidades de felicidad, y sin embargo...

Mi reino por una laucha

Día insoportable calor. Subtes cada 3 minutos ¡las pelotas! Trenes cada 10 minutos. Todos ensardinados, por supuesto, y el calor. Criqueteando para meterse hasta que cierran las puertas. Siempre resulta que el de cara más chistosa del vagón queda último se tiene que apretujar contra el vidrio, y la gente en la estación se puede reír de él (pero nunca lo notan). Una vez adentro es todo espaldas mojadas, cejas que arden los ojos, pies patinando en medias sudadas, incómodo todo. En esa situación lo peor: no una cucaracha (que se sabe hay montones como en cocina de restorán, no), algo peor: como callejón atrás de restorán chino. Ratas.
Sí, con el calor en la superficie, los subtes se restoranean chinescamente. Y la gente... ni te cuento.

afrdgsxsfp y con sentido

¿Qué querés?
ajsvrt yrtsòs-
¿Con quién?
a,o ,sftoms-
¿Por?
`ptwir bo ft- ajpidr-
¿Sólo por eso?
au `ptwir wiortp drt im hrmop vp,p çrñ-
¿Sólo eso?
amp- ajpidr ,r rmdr´çp wir rdypu pndrvopmsfp vpm ñs hrmosñofsf-
¿Entonces?
awiortp ot s yrtsòs-
Ah, lo que dijiste al principio.
dço. us ñp dçr-

Se preguntarán por qué hasta este momento podían ver dos coleccionables tan tan juntitas (tan juntitas que las caras de arriba miraban al vigía de abajo, que a su vez vigilaba que se quedaran quietas). La respuesta lógico-inductiva al por qué esa ruptura asintomática es que se me cantaban las pelotas.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Coleccionables

Serie Expresiones. (Entiéndase que "serie" es lo chistoso del asunto.)


Ah... Mirá qué interesante...

¿En serio...? Me tas cachando...

¡Era en serio! ¡Qué asco!

¡Aaaaah, era eso...! Ahora entiendo, seguí contando...

Se... Ajá...

¡Ah, mirá como fijo...! ¿Y si le echo carita seductora?

¡Mhm!, ¡mirame...! No, ni bola, hijadep...

Pero che, esto es sospechoso... Muy sospechoso...

O más sospechoso sos... ¡Vos!

martes, 27 de octubre de 2009

Condición humana XXXI

No hacer nada, relajar, mirar de reojo e ignorar. Un día decir basta y por una semana aplicar la disciplina. Luego aflojar un día, al día siguiente disminuir la intensidad. Nunca más pensar en eso. Mirarlo de reojo, ignorarlo. Y volver a decir basta varias veces más. Es la clave para la mediocre y esporádica sensación de felicidad.

Es lo que pasa con los power gym en casa.

domingo, 25 de octubre de 2009

Bideté

Lo bueno de escuchar música japonesa (o sea hablada en japonés y ocasionalmente con algunas palabras en un inglés poco entendible) es que nunca vas a hacer más que tararearla. A lo mejor te aprendés uno o dos versos de fujiishomekokorowosotto, pero no más. Podés saber qué dice la letra porque lo leés por ahí en inglés o con suerte incluso en castellano, pero no más. Y es música en definitiva, como sin voces, y toda la canción es un sólo sentimiento (que se hace presente sólo si conocés la historia del animé que se trata, si no fuiste).

Algunos zancos sirven para moverse sobre pantanos, pero no infinitamente. Tarde o temprano los zancos empiezan a pudrirse y pasan a formar parte del mismo pantano.

Hay un punto crítico que me hace saltar las lágrimas: es cuando el agua y su contenido zarparon ya y su viaje los llevó a los misteriosos caños invisibles, pero todavía el agua no volvió al nivel adecuado en el inodoro.

Todo corazón es una bomba con infinitos cablecitos por cortar.

Los buzos con bolsillo de canguro son el mejor invento para los capos que andamos sin manos en la bici. El Mejor.

sábado, 24 de octubre de 2009

Osito rojo

Aseguro que sacarse la vida es más difícil que sólo tomar la decisión: hay que sostenerla. Digamos Enrique, el hombre de negocios. Su suicidio fue una gota más en el mar de los que temen vivir en la pobreza y que tuvieron una vida relativamente podrida; no fue el suicidio romántico y demente, fue un acto voluntario, controlado: no sólo tomó la decisión de volarse los sesos, sino que lo hizo. Y no sé si todos probaron alguna vez disparar con un revólver viejo (como el que usó Enrique), pero les aseguro que hay que hacer fuerza para accionar el gatillo. Aún si tirás el percutor para atrás y la mitad del recorrido del gatillo está hecho, hay que hacer fuerza para, sintiendo la boca fría de metal en la sien, flexionar todavía más el dedo índice.
Hoy vi el osito de peluche de Enrique. Estaba bien rojo, más rojo escarlata que los labios que cantaba Sandro. El osito estaba sentado sobre los durmientes de la vía abandonada (una de tantas), a quinientos metros de la estación de Once. ¿Qué hacía el peluche ahí? No lo sé, es uno de tantos misterios... El osito sabe todo lo que le pasó a Enrique, pero quizás no sepa que el tren ya no circula por esos rieles.

viernes, 23 de octubre de 2009

Qué ver

Una vez comí un gusano. No por Marley, sino para decir: puedo comer gusanos si quiero, ¿y? Ahora me acostumbré.
No a comer gusanos, sino a aplastar las larvas de polilla cuando salen de su saquito de mugre (parece polvo ¿no?). No me da asco apretarlas por más ruidito que hagan (no hacen ruidito pero se puede imaginar con el tacto, como mini cucarachitas), no me da asco la baba que dejan entre el pulgar y el índice, no me da asco limpiarme en la parte de abajo de la silla.
¿Qué querés que coman, tallarines?

Estoy malo para las historias. Cimbaderos se quedó donde estaba, hace más de un mes que se quedó donde está. *777 se trabó en el fatal episodio 7. Y listo: no estoy escribiendo nada más.
Y qué vergüenza: acá yo posteando huevadas para que haya 23 entradas en el día 23. Qué vergüenza.

jueves, 22 de octubre de 2009

Modorra matutina

Hoy soñé cosas por demás divertidas y locas y reales (¿viste cuando cuesta distinguirlas de lo que no pasó?), y al momento de despertarme sentí esa modorra especial y hermosa: es como si en la piel y la sangre tuvieras un bálsamo espectacular. Te quedás quieto, pero no quieto de persona que espera el colectivo, sino inmóvil, estático totalmente, como una serpiente; ni un músculo se mueve y sabés que podés quedarte horas y horas así sin que se te adormezca ningún músculo (de hecho al despertar sentí que hacía días que estaba en esa posición).
Recién ahora se me está llendo esa modorra embalsamadora. ¿Y sobre qué fue el sueño? Ya sé cada vez menos, pero había alguien llamada Uma (tan repetido últimamente) y yo atropellaba gente en bicicleta, y googleaba palabras haciendo pis (en una jarra en una heladera, no preguntar).


La vez pasada esa vieja que vive adentro me confesó: yo era inteligente porque vivía entre idiotas.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Coleccionables

El vigía.

Me construyo día a día una utopía diferente, para ser al fin de mi vida un iluso efervescente (anoche, en la ducha).

Basuras

Antes vos sacabas un cúmulo de basura a tu vereda y pasaba un chango que lo cargaba y lo llevaba a un lugar donde por esa basura le daban unos pesos. Ahora pasa un chango y te dice "me lo llevo hasta tal lugar por cinco pesitos", y vos con tal de no tenerlo en tu vereda hasta que los basureros se dignen a pasar, le das los cinco pesitos. Pero los changos estos lo cargan y en vez de llevarlo a ningún lugar, lo tiran en la vereda de otra persona. Entonces al día siguiente aparece otro chango que dice "por cinco pesitos, me lo llevo al basural", y el pobre tipo con basura ajena le da los cinco pesitos solicitados. Y así puede ocurrir varias veces, hasta que pasa un chango con honor, como los de antes, y por cinco pesitos lo lleva al basural.

martes, 20 de octubre de 2009

Condición humana XXX

A veces se siente un alambrecito en manos de un nene (¿por qué nene?) que lo dobla para un lado y para el otro, para un lado, y para el otro.


No sé si es muy buena o muy mala (dicen que fue la mejor del 2007). No sé si la trama estaba bien pensada, porque las cosas no cuadran como me gustaría que cuadraran (más allá de eso, es muy japonés), o tal vez es eso mismo, que las cosas no queden bien, lo que lo hace más cercano y real a la vida cotidiana (aunque de cotidiano no tengo un pomo). Y el final: cómo hacen que un final un tanto pedorro, triste por demás, omisor de los malos momentos y aparentemente feliz, se transforme en una gran intriga (aunque no deja lugar a serias dudas) con sólo una imagen inmóvil de dos latitas vacías sobre una mesa, un segundo antes del final (y el sonido que lo acompaña, claro).

sábado, 17 de octubre de 2009

Rima

El sombrero era de alambre mosquitero. La corbata estaba llena de huellas de patas. La camisa estaba llena de divisas. El cinturón estaba todo cubierto con la letra de una canción, y los zapatos estaban adornados como si fuesen dos aparatos (bucales, obvio). Los bermudas eran divertidos, porque estaban estampados con mujeres desnudas. Hasta los aretes eran dos pequeños soretes.
Ahora claro, leído todo bien, pero si se te aparecía el tipo loco así vestido y no te lo explicaba con palabras, no entendías nada de nada.

Y estoy esperando aprender a escribir a mano para abandonar la computadora y huir al bosque.

viernes, 16 de octubre de 2009

Voy a hacer una sentada exigiendo mis derechos

Sí señores: cuatro veces tuve que dejarle hoy el asiento a viejas. Ni que fueran tan viejas encima: no pude estar cinco perros minutos sentado (otro día les cuento la anécdota del perro que dormía abajo de los asientos del tren y por cuyo hedor culpaban al borrachín rengo). Y después, caminando a casa, pensé: ¿cuando yo sea viejo los pendejitos del futuro me van a dejar sus asientos, para que se cumpla el ciclo? No, sin lugar a dudas no. ¿Entonces debería sentarme yo y dejar que esos viejos se pudran? ¿No rompería yo, y mi generación entera, el ciclo esta vez?
Pero meditando me di cuenta que no: yo no rompí el ciclo, lo hizo la generación de mis padres al esforzarse tanto por otorgar longevidad a los viejos que ya tendrían que haber muerto pero que pasean por la ciudad en urnas llenas de otros pasajeros. ¡Todo el castigo sobre ellos! Yo tengo que sentarme: soy joven ahora y puedo cagar a un viejo para hacerlo, pero cuando yo sea viejo tendré que viajar parado, ¡y por culpa de mis padres!
Así que si tenés menos de vientitrés años (después de eso quedás gagá), ya sabés: dentro de unos meses podés ser viejo, ¡aprovechá ahora, cagá a un viejo y sentate! (O sea: si es gagá mandá'o a cagá.)

La nuca

Los forenses normales dirían que a lo mejor sufrió un mareo, que tal vez una baja de presión, un exabrupto, o un espasmo provocado por el dolor de morderse la lengua, y dirían que esa fue la causa de que cayera por las escaleras y se desnucara.
Pero los forenses con dones síquicos sabrían que en realidad el muchacho quería saber lo que veía su nuca todas las noches cuando iba de la cocina a su habitación, escaleras de por medio. Sí, los forenses síquicos sabrían que subía la escalera de espaldas, y que el mareo, la baja de presión, el exabrupto, la lengua mordida y su muerte fueron consecuencias de la gran falla de las chancletas: no están hechas para subir escaleras hacia atrás [a menos que sean mecánicas (las escaleras)].

jueves, 15 de octubre de 2009

La última hija del Zar

Te regalo esta flauta blanca, hija mía, con quien conquistarás a quien tu corazón desee. Pero debo advertirte que tengas cuidado: esta flauta es única y no la podrás ejecutar más que unas pocas veces, y no podrás repetir la misma pieza. Practica bien con flautas normales hasta que sea excelente tu calidad. Recién entonces, hija mía, sopla en este instrumento.
¿Por qué dices estas cosas, madre? ¿Es acaso que en tu lecho de muerte comienzas ya a divagar?
¡Nada de divagues, hija mía! Escúchame bien: obedece lo que te dije, porque como esta flauta no encontrarás igual. Su material es el más noble de los que existen: es el cuerno hueco de un mágico animal: un unicornio blanco, el último de su estirpe real.
Oh, madre, qué pena me da ver que tu mente de aleja de nosotros. ¡No hables más, te lo pido por piedad!
Todo esto lo imaginaba Naatala, la última hija del Zar, mientras estiraba la mano para acariciar la frente del equino perlado que había ido a visitarla.


Por culpa de tender la cama leyendo los chistes de Liniers en el monitor es que tengo todavía esquirlas de cpu en la frente.

martes, 13 de octubre de 2009

Coleccionables


Venecitas 1, 2, 4 y 6.

Sueño de varios

Ella dice: ¡Tengo un sueeeeño...!
Y él dice: Por suerte tenés un sueño y no varios.
Pero ella le contesta: ¡Te equivocás! Gracias a Dios tengo un sueño y tengo ovarios.
Aparece el hijo de cuatro años, los mira y pregunta: ¿Qué es un o-varios?

Instrucciones para naufragar en ciudad: espere que el pronóstico anuncie lluvias, granizo, fuertes vientos, rayos, centollas, alertas meteorológicas, ciclones y temporales, y salga a buscar a un par de amigos cuando empieza el segundo tiempo del partido. Le aseguro que no se arrepentirá.

domingo, 11 de octubre de 2009

Mal todo mal

Es la tercera vez en el día que entro a escribir algo, y mientras se carga la página de inicio me olvido.
¿O será esto lo que las tres veces creí olvidar? No, tan mal no estoy.

A veces asombra la lluvia, y al efecto ayuda el granizo.

sábado, 10 de octubre de 2009

Locos motores de antaño

Acostumbrados a los átomos metálicos que circulan tan rápido que ni se dejan ver a menos que estén específicamente programados a detenerse en tu misma estación, una situación como la de hoy sorprendería a cualquiera. Las estaciones de tren de casi todas las líneas se actualizaron, sólo algunas del Sarmiento siguen en su estado primitivo y ruinoso; como la de Castelar, claro está.
Por más que no tengas más de veinticinco años te sentís viejo cuando uno de los nuevos modelos comprados a Europa pasa a tu lado con gente de toda clase a más de doscientos kilómetros por hora, te sentís viejo. Totalmente viejo y abandonado.
Primero me llamó la atención el ruido a tambor. Sin pensarlo crucé miradas con otro muchacho, no debía tener más de treinta, y nos asomamos más allá del andén. Ahora nadie se asoma por el andén: una embestida a doscientos kilómetros por hora lleva personas y muertes rápidamente a cualquier lado. Sin embargo nosotros dos nos asomamos, temerarios, y la vimos venir: una vieja locomotora, muy vieja y echando humo, manejada por un viejo con boina que gritaba y el que debía ser su nieto de dieciocho años, con su buzo de egresados bien rojo. Nosotros dos, en el andén, fuimos los únicos que lo vimos venir, y nos sonreímos: era indicio de que la revolución se venía, era evidente clara.
Hoy fuimos dos los los que sonreímos al ver la vieja locomotora. Todo eso me hizo pensar en que hay historias interesantes por todos lados: la del otro muchacho, que vaya a saber por qué también sonrió, y especialmente la del abuelo cansado y su nieto seguidor. Sería una hermosa historia sin duda, y me gustaría poder capturarla. Sin embargo tengo que quedarme con esta otra, más humilde, la de un expectador en la estación de Castelar que arriesgó la cabeza para ver, humeando, una vieja locomotora acercándose.

jueves, 8 de octubre de 2009

Pirucha zanahoria panfletera IV

No sé por qué es, pero lo siento desde chiquito. Un hormigueo, un temblor, una vibración de la carne y la piel. En alguna parte del cuerpo, una cualquiera. Primero pensaba que estaba relacionado con acontecimientos futuros: una especie de premonción. O acontecimientos pasados, una percepción especial, intuición, algo que me avisaba sobre cosas raras que habían pasado. Pero esas ideas las deseché una a una. Ahora sólo sé que hormigueo y punto. Porque sí, cuando quiere.


Haruka hanata. Muero de ganas de irme de vacaciones de repente. No fugarme, sino escapar a ver otra vida y compararla con la anterior, crecer y volver cuando me sienta listo. Osea cuando tenga ganas.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Malditas piratas

Hoy en el viaje en tren a la ida leí la maravillosa historia de Marie Read y Ana Bonny. Tan genial que ni en LOST hacen algo más groso. Y sin mucho esfuerzo me imaginé a esas dos intrépidas piratas en ropas de hombre. Después repacé los últimos animé, lleno de trasvestis al revés: minas con ropa de tipos.
Por eso cuando minutos después me encontré a una chica muy linda en el subte, con ropa de colegiala japonesa, piernas largas, anteojos, leyendo Orgullo y prejuicio en inglés, pelo largo y manos toscas (hermosas), pero cuyo rostro no era muy muy muy femenino que digamos: dudé. Malditas piratas, dudé.

Dos puntos: Pirata: palabra sin género.

martes, 6 de octubre de 2009

Animalhumano

Es curioso: acabo de comprobar que cuando el humano está sostenido sobre el vacío, cuando sólo tiene sus dos manos para sostenerse y no caer, cuando no tiene al alcance de sus dedos ninguna forma de la cual asirse seguramente, cuando el ángulo recto de su mano bajo las falanjes divide el cuerpo en dos: dedos horizontales, cuerpo vertical, y son esos dedos los que evitan su caída: en ese punto extremo la mano humana se parece a la gorila.

Hay canciones que suenan extrañas y desconocidas, pero que llaman la atención y gustan. Por eso es útil además googlear la traducción de la letra. Suele sorprender y gustar más.

domingo, 4 de octubre de 2009

Coleccionables

Va con timidez.


Pared hermosa.

Cuestiones matemáticas

No creo que los pájaros sepan contar. Ni que conozcan los números: nunca vi ningún pájaro aterrado en su nido cuando descubrió que tenía un huevo menos. ¿No se darán cuenta que alguien les sacó un huevito de adentro del nido? ¿No conocen los números en absoluto? Bueno, igual, mejor para ellos. Nosotros vamos al baño y hacemos del 1 o del 2, pero los pájaros no tienen que molestarse ni por decir que hacen del 1,5.

Y sí, acá estoy. Soy otro más en esta Gran Ciudad que escapa a la tarea.

sábado, 3 de octubre de 2009

Bloggadas y otra rareza

hurdef parseade paulunu jamilo stshlod arasequ sesesser retti

He desarrollado varias teorías sobre la belleza en las mujeres, y tengo una bastante ambigua que me satisface. Sin embargo, a la hora en que esa belleza debe satisfacer mis propios gustos personales, es distinto y más complicado. Es el día de hoy que no tengo una fórmula de la cual guiarme.
Sin embargo tengo algo bien aclarado: no me gusta que la edad de las manos de las mujeres sea menor a la edad de su cara, lo que indica poco uso de su parte. Las manos que corresponden con las caras todo bien, a menos que las uñas estén pintadas. Y si las manos son más viejas que la cara... bienvenidas seas. Me gustan las manos avejentadas, no hay vuelta.

viernes, 2 de octubre de 2009

Salí temprano

Hoy fue un viaje en tren raro. Para empezar, había dos tipos con unos cachorritos hermosos y súper tiernos. Hasta un vendedor ambulante les acarició la cabeza con ternura. A un lado había un viejo con cara de Hannibal, pero parecía bueno, y aunque en su interior escondiera deseos de devorarse a los cachorros, a mí me pareció que los miraba con cariño. Adelante había un tipo que era igual igual a mi cuñado, salvo que era petizo y flaquito. Pero era igual eh. Durante un par de estaciones viajaron dos gordos altos que son la bajada a la realidad de los típicos "malos tontos" del animé, que además de malos y tontos son torpes, con peinados raros, gordotes (si son mafiosos son más gordotes), de proporciones feas y gestos desagradables. Llevaban unas bolcitas con comida, así que debían ser buenos a pesar de todo. Y finalmente apareció una vieja que tenía la misma cara de los cachorros. Sin embargo no daba ternura: era vieja, no cachorra.

Sobre todo de vuelta (fr)

Así empieza una cosa que no seguí escribiendo por falta de algo. Pero quizás se podría quedar así.

Primera parte: la vuelta
Acá es donde terminé mi viaje, a las puertas de la mansión de tres pisos de Abajas, y acá es donde tengo que empezar el retorno. Un viaje tal vez más largo, más maravilloso y movido, pero indudablemente, por lo que fue el de ida, más triste.
De más chico, cuando me enseñaban física en el colegio y tenía que calcular fuerzas, velocidades, aceleraciones y esas cosas, yo estaba fascinado. Y me había generado una pregunta: ¿puede un objeto que va a velocidad constante (velocidad constante para no enquilombar las cosas, sólo eso), puede ese objeto, que va en un sentido y una dirección, de pronto ser tocado por otra fuerza mayor y pasar a tener igual sentido, inversa dirección, sin haberse quedado inmóvil, en el sitio de impacto, nunca?
Para ejemplificar: va la pelota por el aire y de pronto se encuentra con el bate que la lanza exactamente al lugar de donde venía. En ese sublime instante, en ese momento en que la pelota pasa de ir a venir: ¿tiene una velocidad igual a cero? ¿no se mueve? ¿no avanza? ¿no retrocede?
No puede pasar de ir en una dirección a otra sin que, en el medio, las dos fuerzas o aceleraciones que la impulsan se contrarresten perfectamente y produzcan, por efecto, la inmovilidad. ¿O puede? Nunca nadie me contestó la pregunta.
Pero me la contesté yo acá. No, no se puede saltar el paso de la inmovilidad. Todo, desde los eres humanos hasta las pelotas de béisbol se detienen en un punto final a observar, por un instante, el sitio al que llegaron, porque saben que no van a dar un paso más.
[...]

jueves, 1 de octubre de 2009

Pirucha zanahoria panfletera III

Lleno hasta donde corresponde, en ese vagón del tren hay apenas siete u ocho personas paradas. Llega a una estación y una mujer se levanta. Inmediatamente un señor de los que estaba parado va y se sienta. El número de personas de pie sigue siendo más o menos el mismo. En la siguiente estación, un anciano se levanta, y el señor que recién se sentó cambia rápidamente su lugar por aquel otro. Durante el viaje a la nueva estación, un niño se pone a upa de su madre, y el señor nuevamente sale de su sitio para ocuparlo. Ya en la siguiente estación, una pareja de novios deja libre sus dos asientos, y el hombre da un salto para acapararlos. Sin embargo son dos, y no puede decidirse.

Colisión celestial

-Lord Chelseline, ¿por qué mira tanto el cielo?
-¿Por qué me lo preguntas, paje, cuando puedes mirarlo tú también y descubrirlo con tus ojos?
-No soy empirista, Lord Chelseline. Soy más bien neorracionalista.
-Sé poco al respecto, pero en tal caso quizás puedas ayudarme, tú, paje.
-¿Cómo, Lord Chelseline?
-¿Ves las nubes que nos sobrevuelan, paje?
-Creo verlas, Lord Chelseline, pero no estoy seguro de su existencia.
-Tal problema no importa. Dime: ¿van todas en la misma dirección?
-Sí... No, aguarde, Lord: le mentí. Ahora veo que hay por lo menos dos estratos. Unas se dirigen al Sur, y otras al Este.
-¿Se entrecruzan, entonces?
-En efecto.
-Y dime, paje, ¿tu lógica puede explicarme por qué dos nubes son incapaces de chocar?
-¿Chocar, Lord Chelseline?
-Sí. Golpear una a la otra, destruirse mutuamente, fundirse en una sola, ¡chocar como dos niños que juegan y corren sin mirar dónde!