domingo, 31 de mayo de 2009

Coleccionables

Esto se llama
Arco.

Y también es mierda; pero mierda de la que hago yo y entonces me gusta.

Canción porque sí

Estaba cansado de respuestas programadas
y estaba cansado de verme perder.
No sabía qué podía mejorar, no sabía por dónde empezar.
El yin y el yan, el bien y el mal, tal vez por ahí.
Estaba podrido de verla sonreír
y me fatigaba en sueños, sin dormir.
Tiré una piedra hacia delante,
tiré una piedra para atrás,
pero era tanto el ruido en donde estaba
que no me dejó escuchar:
una de las rocas gritó y me llamó
pero no lo supe, no se oyó.
Me dije a mí mismo que la ola pasaría
y me tenía que dejar llevar,
que la corriente de la vida sería
mi gran oportunidad.


No me gusta el resultado, es una típica tipiquez, pero de algo hay que comer.

viernes, 29 de mayo de 2009

Desesperar al dormir

Sin querer pisé al linyera, que dormía entre unos trapos al lado de la estación, y lo desperté.
-No se disculpe, buen hombre -me dijo, soñoliento aún-. No se desespere. Los desesperados no pueden dormir, me dijeron una vez. Usted ya me ve a mí: ronco a pata suelta... ¿Pero qué día es hoy? -me preguntó, y yo le contesté mirando mi reloj-. ¿Ya? Mire usted qué rápido pasa el tiempo... Se pasa tan rápido, se suceden tan de prisa los días unos a otros que es necesario dormir entre ellos, establecer esa pausa de inconsciencia, para no desesperar... Bueno, buenas noches, señor, y dulces sueños.
Se dio vuelta y siguió durmiendo.


Hoy soñé que, primero, una chica apoyaba su mano sobre la mía. Luego la agarraba, acariciando la piel de mi mano, y después, ya sosteniéndola, hacía suaves fricciones, muy suaves, una ternura. Fue muy raro todavía sentirla al despertar. Fue deprimente querer sentirla de nuevo al ir a desayunar.

Un poste de luz extraño

Hará poco más de dos horas, cuando volvía en colectivo del trabajo, pasé por la esquina de Los Portones y vi a tres tipos bastante raros a la luz de un farol, en cuyo poste estaban pegando una especie de panfleto. Uno de los tres, alejado del poste, los miraba como analizando y diciéndoles cosas aparentemente molestas. El pibe tendría veinte años y parecía listo para ir a la bailanta, con zapatillas deportivas, pantalones futboleros, una remera bien cumbiancha, quién sabe cuántos collares y claritos en el pelo. Un tipo con pinta de oficinista bien pago, prolijamente peinado, vestido con suéter, camisa celeste, pantalón de vestir y zapatos brillantes, tenía una pila de folletos abajo del brazo, y esperaba su momento para pegar uno en el poste. El tercer hombre tenía algo de pinta de científico loco: con un sobretodo medio sucio, me pareció que en medias y pantuflas, con un reloj de cadena saliendo del bolsillo; tenía una latita con un pincel y embadurnaba el poste donde pegarían el panfleto.
Para cuando terminó la escena, el colectivo había avanzado media cuadra y yo no podía, pegado a la ventanilla atascada, más que atisbar las siluetas nocturnas. Por Dios que muero de ansias para pasar mañana de día y tratar de leer el panfleto publicado por tan curiosos extraños.



Hay tres relatos individuales (verídicos de por sí cada uno de ellos) que deben ser leídos separadamente e interpretados a su forma. Está en la capacidad del lector aburrido el detenerse a pensar la procedencia de cada uno de los personajes (nueve en total, excluyendo a los narradores), el contenido de los panfletos, las actitudes, las relaciones, las historias ocultas; y también existe la capacidad de mandar a cagar todo y decir que son los tres relatos aburridos e iguales. Sandokan.

jueves, 28 de mayo de 2009

Ser el señor

Vio todo el accidente: lo vio formarse, los dos autos salir a la misma hora todos los días, siempre a punto de chocar. Y vio cómo el hombre que manejaba, al tomar confianza, hacía bromas a la mujer que manejaba, tirándole el auto encima y frenando justo a tiempo. Vio las risas despectivas de ésta y, una vez que pasaban de largo, las broncas frustradas del hombre. El señor también fue presente de cuando, pasado un tiempo, él empezó a ignorarla y ella continuó con las bromas pesadas (y resultó asombroso que ella controlara al auto mejor que él). Luego los vio sonreírse mutuamente, mucho tiempo, todas las mañanas. Incluso los vio ir en la misma dirección de tanto en tanto, mirándose uno a otro por los espejitos retrovisores, pasándose mutuamente en un juego cariñoso. Y, finalmente, el señor los vio chocar: el accidente pudo haber sido letal para ambos. No supo bien quién pisó el acelerador, no supo bien quién provocó el choque, porque pareció como que ambos lo hubieran provocado a la vez. El señor lo vio todo, intentando mantenerse indiferente, intentando no odiar al hombre por las sonrisas que la mujer le dedicaba. Así lo vio todo, masticando una mandarina. El día del accidente tuvo ganas de ir a socorrerla, porque se desangraba, pero no pudo porque recién había pelado su mandarina y le quedaba mucho ácido para chupar.

Tres cuestiones importantes

Por un lado, me estuve lastimando, cortando y magullando la mano más que nunca.
Por otro lado, noté que esos trenes nuevos, que tienen seis pares de asientos (tres y tres, enfrentados) están maravillosamente creados. Uno puede pensar que los ratas que los diseñaron, con tal de poner un par más de lugares, hicieron que los cuatro asientos centrales estuvieran tan estrechos que las piernas de los viajeros apenas caben. Sin embargo es increíble la bondad de dicha disposición, ya que favorece de una manera insospechada los diálogos espontáneos, las risas, alguna bronca que se deshace en humor irónico y demás demostraciones que, a la larga, pueden llenarnos de amigos, novias/os, conocidos, amigos del Facebook, enemigos mortales, amantes y demás clasificaciones sociales. Además, un observador detenido podrá notar que los transeúntes que tienen la cualidad de viajar del asiento que está del lado del pasillo, no tienen muchas posibilidades de ver al exterior: entre las cabezas de las demás personas que ocupan la columna de sillones, sólo quedan en las ventanas dos espacios despejados por los cuales mirar hacia afuera. (Eso pasa con todos los que van del lado del pasillo; los que están del lado de las ventanillas deben conformarse con tener un cachete pegado a ella.) Y, como decía, esos "sitios de observación" están hermosamente diagramados, ya que se encuentran entre ellos; entonces, alguien que está, por ejemplo, en la tercer fila de asientos que miran hacia delante, encuentra su mirada en el mismo lugar de la ventana que el que está en la primera fila de asientos que miran hacia atrás: están mirando el exterior, pero, si es de noche y ven los reflejos, ¡se están mirando entre sí! ¡Oh maravilla de maravillas, qué prodigioso el diseñador que nos brindó tantas sutilezas en los vagones de tren! ¡Oh agraciado sea aquel que le permite al adolescente universitario gozar del encontronazo de miradas y rodillas con la treintañera en flor de su belleza, aunque sea por unas pocas estaciones!
Y por último lado, los vecinos del frente me tienen harto con eso de podar la plantita. Harto.

Dame poesía

Podría decir que no,
podría decir que sí,
pero esta poesía,
que no es más que palabras unidas por mí,
no diría más (ni diría no,
ni diría sí), ni diría menos
que el triste canto del zorzal,
encarcelado por su dueño,
obligado a cantar entre barrotes
con una escopeta apuntando
en su zorzal naranja pecho.


La inspiración nocturna fracasa otra vez. Las huestes del Gran Khan invaden cada trozo de almohada. Los charcos de baba son su trampa mortal: tal vez caigan en ellos, dando paso al avance romano que, con espadas cortas en la mano, me viene a liberar en su nueva esclavitud de hermano conquistado.

Coleccionables


Bowling for Soup (fauvismo) Que siga la fiesta (cubismo)

El violinista triste (expresionismo)

Fiesta juglaresca (futurismo) Saint Exupery (surrealismo)

miércoles, 27 de mayo de 2009

Aproximaciones teóricas

He notado que a la mañana madrugadora hace más frío en a la noche. Aproximadamente mil o cien mil veces más frío que a la mañana, y creo haber descubierto las razones: una es que a la madrugada nosotros salimos de una cama calientita, algunos una ducha hirviente, y el contraste es mayor. Otra razón es que al despertarnos apenas estamos entrando en movimiento, estamos nosotros mismos fríos, y a la noche, en cambio, venimos ya bien entraditos en calor. Por último, a la noche la humedad apenas está llegando, pero a la mañana ya se está levantando: el rocío emerge de la tierra y el vapor, la neblina, que básicamente es agua (y el agua es una gran conductora del calor) se posa sobre nuestra piel y nuestra ropa, extrayendo nuestra temperatura y dándosela por medios térmicos al aire. Eso es todo.

Cosa de locos

Tengo... como una inquietud estomacal.
Me siento bastante como el orto, pero adentro, bien adentro, no exteriormente. Es más: estoy contento, me siento contento.
Es como estar harto y sólo intuirlo. Es como... tener el cuerpo sano, pero estar empachado, o dormido.

Alegre, sí, alegre... pero preferiría estar mejor. Tal vez lo estaría si no hubiera hecho eso, si no le hubiera hablado, pero lo hice...
Estuve tratando de hacer las cosas bien pero claro: no me salen. ¿Por qué soy incapaz de hacer las cosas bien? No lo sé ni lo entiendo, no tiene causas y además son invisibles.
No es la muerte de nadie: conozco casos peores, graves enserio. Pero esta molestia mía... es como ficticia, y molesta más saber que no es importante.
Y sin embargo podría ser tan importante para mí...

Un panfleto extraño

Cuando volvía del trabajo recién con el colectivo, al pasar por las esquinas de Los Portones, vi a tres tipos debajo de un farol. El que tenía el panfleto en la mano era un hombre pelado pero con sus pocos pelos largos y al viento, con sobretodo marrón, pantalón manchado y mocasines viejos. El que pasaba pegamento con un rodete en el poste, para pegar el panfleto, era un pibe con pinta de chorrito cumbiero, gorrita levantada, collares, remera de Vélez, pantalones deportivos y zapatillas blancas. A un metro de distancia, como dando órdenes innecesarias, había un tipo de oficina bien prolijo, con corbata, camisa salmón, pantalones de vestir y zapatos negros; un par de veces miró la hora en su muñeca, como ansioso.
Pero para cuando terminó la escena, el colectivo había avanzado media cuadra y yo no podía, pegado a la ventanilla atascada, más que atisbar las siluetas nocturnas. Por Dios que muero de ansias para pasar mañana de día y tratar de leer el panfleto publicado por tan curiosos extraños.

martes, 26 de mayo de 2009

No fue cuestión de fe

A pesar de que ya eran las dos de la madrugada mi habitación estaba bastante iluminada: por un lado el monitor de la compu, por otro lado, el velador que, al reflejarse en el barniz de la mesa, teñía las paredes de un amarillo ambarino. Desde las doce en punto había estado escuchando la radio de Dolina, sin prestarle demasiada atención mientras escribía; pero a las dos ya el programa llegaba al punto que me aburría, y cerré entonces la página web desde donde podía escucharlo.
Como era de noche, yo no podía poner los parlantes al volumen que se me antojara, pues mi hermana armaría terrible protesta, si no esa misma noche, a la mañana siguiente. Por eso yo escuchaba con los auriculares.
Terminó la parte divertida de la radio, cerré la página, apagué los parlantes y desenchufé los auriculares de los mismos parlantes. Sin embargo no me los quité de las orejas, sino que me puse la puntita metálica, por la que, de alguna forma indescifrable para mí, le entra el sonido, en mi boca, e inmediatamente mis oídos se inundaron de un zumbido placentero. Yo ya conocía ese efecto, y como porque sí, porque era de noche y estaba aburrido, comencé a posar la puntita de los auriculares en cada superficie metálica que encontré, evaluando la intensidad del zumbido que cada metal provocaba: la argolla de los cajones, el marco de la ventana, el alicate, la estufa.
Hasta que decidí posarlo sobre el pequeño rosario vasco que está sobre mi mesita de luz. Es uno plateado con un pequeño crucifijo y diez borlitas. Y la punta fue directamente a posarse, por arte de casualidades, sobre el pecho diminuto del Cristo plateado. No produjo zumbido, empero. Y sin embargo, cuando estaba por quitarlo de allí e ir a probar los botones del jean, oí algo que me dejó paralizado: bum... bum... bum...
Sí, era un corazón que latía imperceptiblemente, a punto de agonizar, en el pecho del crucifijo de mi rosario vasco.

lunes, 25 de mayo de 2009

Fall line

Es un momento para aprovechar:
querer entristecer y no poder.
Endemoniada depresión que se niega,
sonrisa que se divierde con su demora,
¿no ven que esta era la hora
en espera de la refriega interna?
Los meses de desamor ya pasaron,
los de locura y arriesgarlo todo,
ya pasaron y sin razón.
Ahora es mi momento de alegría,
dice mi corazón que hoy estoy bien
y yo le creo...
Le creo tan fuerte que ahora
por más que intento
no puedo entristecerme.
Qué pena, qué tristeza realmente.

Chararanchan chararán

¡Sí! Esta era la aventura más loca que iba a tener en suerte en toda su vida. ¡Sí, la peor!
Tomó la espada del soldado portugués que se blandía en duelo a su lado y nuevamente armado se encaramó sobre el bauprés del barco enemigo: a doscientos metros se alejaba el barco pirata, ¡y sin él! Aaaah, las pagarían, ya verían. Inmediatamente comenzó a revolear el sable, haciendo que toda la tripulación se alejara de él atemorizada, y así ganó la rueda de timón. ¡Aaah, ooh!, de bruscos movimientos logró que la nave entera describiera esos zigzags tan complicados que sólo cinco capitanes en todo el mar Índico sabían hacer. ¡Ah, la sorpresa, la maravilla de los tripulantes, holandeses, españoles, franceses, al ver que el barco del Capitán Biruss alzaba vuelo! Sí, como un pez volador primero, como una serpiente voladora después, ¡como una grácil gaviota marinera finalmente!, el McWorldendless se adelantó al barco de los piratas y se cernió sobre él como la sombra de la muerte. ¡Qué deleite, qué hermosura oír los alaridos de los piratas acobardados!
Y ya calmado, satisfecho de su obra, dejó que la rueda del timón girara libre y a su antojo. Lentamente descendieron al mar y perdieron velocidad, volviendo a la normalidad justo donde él había deseado: junto a su pequeño y querido barco pirada, ¡si tripulación! De dos saltos felinos ganó la cubierta de su navío y, entre los suyos, exclamó:
-¡A toda vela, Marmifranda nos espera! –Y tanto sus piratas como los europeos que acababa de abandonar, vitorearon y aullaron al escuchar el nombre del nuevo destino.

sábado, 23 de mayo de 2009

Coleccionables


Luces en el cielo 5 y 7.


[Fragmento de Cimbaderos III]
...
Verdeamarillo es mi destino, Verdeamarillo soy.
No sé para qué camino y sin embargo voy.
/Atrás dejé a mi gente, mi familia, mi amor,
y ya nada me detiene, ni siquiera el dolor.
/No espero volver a verte aunque esa es mi ilusión,
el soldado ve a la muerte y ella ve su corazón.
/No me importan ya las causas, ni me importa hoy el sol,
no me importa si me muero, mientras muera con valor.
/Mi papá solía decirme que no existe una razón.
Mi mamá a su vez decía que su amor era el motor.
/Voy sacando conclusiones mientras marcho a pelear:
nada de esto sirve pero todo es de verdad.
/Sólo sé que luchando alcanzaré mi libertad
para volver a mi gente, a mi amor y mi ciudad,
Aunque sé que suena absurdo, en mi guerra siempre hay paz.
/¡Ay, ay, ay mi vida, te burlas de mí, en el Verdeamarillo donde espero vivir!
¡Ay, ay, ay destino, ¿por qué te ríes así?, ¿no ves que todo estoy dando para reírme de ti?!
/¡Ay, ay, ay, ay…! ¡Ay, ay, ay, ay…!
...

Condición humana XXIII

Fue genial cómo pasó: en una noche la revolución tomó el país (es decir, sus cinco puntos vitales), pero a la semana se había propagado a los países limítrofes, casi todo el continente. Desde allí mantuvieron la lucha por tres años, hasta que el planeta entero comenzó a sucumbir: uno a uno, gobierno por gobierno, todo dentro de la bolsa de la revolución. Pero apenas obtuvieron el planeta, todos los puntos vitales que lo representaba, un par de numeritos faltaron por aquí y allá, unos almacenes explotaron repentinamente y sin explicación, aparecieron cosas raras en la televisión, y primero gran cantidad de países, luego el continente y finalmente el país, la revolución perdió todo lo que tuvo. Fue genial cómo pasó; fue como si, una vez tiradas todas las fichas de la cadena, la última, al caer, tocara un pequeño resorte que hiciera levantar todas las fichas caídas, una a una, en efecto dominó.

Curiosidades sobre la Malagamba

La Malagamba no tiene una fuerza sobrenatural opuesta a ella. Ella es Malagamba y "Buenagamba", si se puede decir, a la vez; tanto ella como sus ángeles: la ausencia de actividad por parte de la Malagamba es considerada "Buenagamba".
Cuando un objeto o persona logra pasar una gran cantidad de tiempo en estado limpio, libre de Malagamba y de "Buenagamba", sólo hace falta que se lo nombre*: inmediatamente algún ángel lo oirá y, para no quedar mal, se lo comunicará a la Malagamba. Ella misma en persona irá a cortar el estado de gracia del objeto o persona cuanto antes.

*(A veces ni siquiera es preciso nombrarlo, ya que los ángeles también pueden intuir ciertos tipos de pensamientos.)

300 estertores

Con esta completo 300 entradas.
Quisiera que fuera un momento emotivo, con alguna poesía, pero no será el caso. Es una mañana hermosa y estoy escuchando Of all the things I've lost (vodka juniors), con un Sandokán esperándome al lado.
Aquí cierra esta, la entrada 300, que como buena entrada se abre a 300 nuevas.

viernes, 22 de mayo de 2009

Tres personas raras

Pasé con el colectivo hace un rato, volviendo de laburar, y vi en la esquina de Los Portones a los tres tipos ahí. Uno tenía zapatos brillantes, pantalón de vestir negro, camisa blanca y reloj; era el que metía el pincelito en el tachito con pegote y untaba el poste. Otro era un pibe medio villero, con zapatillas de resortes, pescadores, remera medio indistinguible, un pañuelo palestino y gorrita de visera; él tenía los panfletos amarillos abajo del brazo izquierdo, y en la mano derecha, llena de pulseras sostenía un papel para pegar prontamente al poste, apenas el otro terminara su trabajo. El último de los tres hombres era un hombre ya mayor, con mocasines sucios, pantalón de vestir a cuadrillé y un sobretodo que le llegaba a las rodillas; con las manos en los bolsillos esperaba a un lado; la calvicie, rodeada de mechones grises y ralos, reflejaba la luz del poste en que iban a pegar el panfleto; parecía dirigirles algunas palabras a los otros dos hombres, como aconsejando algo con desgano, y consultó su reloj de bolsillo.
Para cuando terminó la escena el colectivo había avanzado media cuadra y yo no podía, pegado a la ventanilla atascada, más que atisbar las siluetas nocturnas. Por Dios que muero de ansias para pasar mañana de día y tratar de leer el panfleto publicado por tan curiosos extraños.

jueves, 21 de mayo de 2009

Laetare, amarillo

Sigo con imaginación hibernando, aunque tengo muchas ganas de escribir. (Estuve activo con mi novela por otra parte, es como una compensación.) Pero no es eso, ahora tengo ganas de escribir de lo poco que sé sobre la felicidad.
Para empezar, debo expresar, sin mentiras, rodeos o alardeos semánticos, que la mayor fuente de felicidad me la da el clima (que en cierta forma es más estable, más impredecible, más seguro y fiable que cualquier otra realidad que nos produzca alegría). Sí, un día como el de hoy o el de ayer, templados, con viento, bastante húmedos de esos que la gente detestan, son días felices. Me hacen pensar en mi infancia, que siempre parece más feliz que el tiempo actual; me hace escuchar canciones felices (hoy tocó She moves in her own way); me hace pensar en el Corsario Negro, en Sandokán, en las ganas que tengo de volar hasta Mompracem, de ir a Hawai. Días así me hacen feliz al pensar en planes a futuro, en viajes que quiero hacer, personas con las que quiero hablar. Me hacen ver las cosas malas con una sonrisa sincera, hacen que las peleas con los profesores y mis pequeños fracasos sean caca de perro que se limpia con pasto.
Otras cosas que me hacen feliz son algunos libros y películas. Películas que me hacen llorar de alegría y tengo que dejar los créditos corriendo porque no puedo cortarles la musiquita, películas que me hacen pensar sobre la vida. O libros que son una reflexión hermosa, no importa si verdadera, sino simplemente hermosa y optimista. Mi felicidad es esa, la optimista pero optimista en serio: cuando sé que, malos, buenos, defraudantes o como sean, mi vida y sus sucesos aleatorios van a ser vividos con entereza. Aunque no es entereza la palabra adecuada; quizás no exista: es esa sensación de bienestar tan firme como el día que me hace feliz.


I'm a better man moving on to better things, but uh oh,
I love her because she moves in her own way, but uh oh...

I see life and light, all the colors of the world

Me desperté preguntándome desde cuántos puntos de vista se puede analizar o disfrutar un suceso. Me pregunté si era verdad que todas las historias estaban ya escritas y cantadas, si en verdad lo único que variaba era, justamente, el punto de vista desde donde se cuentan o cantan. ¿Cómo puede ser que se sigan vendiendo y pintando botellas, siempre botellas?
Luego de despertarme, vestirme, elongar y lavarme los dientes con los dos dentífricos matutinos, seguí pensando en eso. Pero después no, perdí esa idea en el ajetreo casero. Sin embargo, a la hora de verme cara a cara con el blog, la recordé. Y ahora, escribiendo esto, soy consiente de que no es original, de que ya está escrito por alguien más, en otro idioma, y que de todas formas no me importa.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Coleccionables

Luces del cielo 1.

¿En qué se convierte un eclipse cuando no se tiene pulso? En un dragón chino, dicen unos, en un gusano dicen otros. Pero yo digo que se transforma en un coleccionable de relleno, puesto que me quedé sin fotos y, obviamente, sin cámara.

Del ascendente teatro y colón

Se cayó el escenario y se cayó el telón.
Se me fue el vestuarista y el maquillador.
Renunciaron los actores, renunció el director.
Sólo quedé yo, ya sin butacas, último espectador.

Lleve 3 gomita 2 pesoo

¡Gomitas frutales, todo el sabor de la fruta en cada paquete, lleve tres dos peso!
Ciertamente no tienen sabor a fruta: comparamos una manzana deliciosa, bien jugosa y durita, con una gomita sabor manzana, y no dudamos en decir que no se parecen. Sin embargo, comemos una gomita, un caramelo, un panqueque o un juguito sin azúcar, todos de sabor manzana, y reconocemos inmediatamente el saborizante.
O sea que en realidad, cuando pensamos en "gusto manzana", pensamos tanto en el de la fruta (con toda su amplia gama de sabores) y en el saborizante artificial, que es bastante parecidito, sí. Y todo esto lo hace nuestro cerebro él solo, sin ayuda de nadie; más de un pensador dirá que es toda una hazaña por parte de nuestro intelecto: poder unir dos sensaciones conceptualmente distintas bajo un mismo concepto. Ahora digo yo, es más hazañoso el trabajo intelectual que realicé hoy en el tren.


Van 200 en el mapita, qué emoción.

martes, 19 de mayo de 2009

El ciprés y la magnolia

El ciprés se enamoró de la magnolia, ¡visualicen la tremenda desigualdad de ese amor! Él estaba en la esquina de la plaza de la calle Juncal, y ella en el centro junto al mástil. Él se enamoró de la magnolia en el invierno del 98, pero ya se imaginarán cómo son los árboles para estas cosas: por más que el ciprés se llenó de aves y comenzó a crecer más alto de lo debido, ella no supo de su amor sino hasta que lo confesó abiertamente el otoño del 2004. Y el ciprés tuvo su contestación seis estaciones después. Esa primavera los poetas lo vieron más verde que nunca, y en las madrugadas se oían sus pequeñas piñas de madera como cortejantes cascabeles. Y en cuanto a la magnolia, cualquiera puede asegurar que sus flores invadieron el piso.
Podría describir cómo reaccionó cada vegetal enamorado, cómo dispusieron sus expectativas, la horizontalidad que cobraron sus ramas, los mensajes que los pájaros y los insectos (las golondrinas y las avispas, especializadas en estos asuntos) enviaron de tronco a tronco, el sendero de pólen que se abrió, del centro de la plaza hasta la esquina. Pero me lo voy a ahorrar: no será difícil para nadie suponer cómo andan las cosas hoy en día. Es más, si pasan por la plaza de la calle Juncal, los verán allí, deslucidos, sin la vitalidad que les era común.
Oí el otro viernes que el intendente, que deambula por esa plaza cada vez que va a la casa de su mamá, mandó a que los talen. Afean el espacio público, opinó. En el lugar de la magnolia van a plantar un ceibo ya crecidito, y ocupando el del ciprés, un álamo recién empollado, muy flexible. La diferencia de edad es mínima para estos árboles, pero no sé, no puedo predecir qué sucederá: estas plantas saben ver y notar lo que le sucedió a la tierra que los amamanta, y no querrán repetir la historia triste del ciprés y la magnolia.

domingo, 17 de mayo de 2009

Lecciones colectivas

Por primera vez me encontré con el mendigo en el colectivo. Yo estaba sentado y él, al subirse, me vio y contento se sentó a mi lado. Yo ya me estaba preguntando si pedía tantas moneditas sólo para viajar en colectivo cuando me dijo:
-¿Ve? Una de las ventajas de ser mendigo y saber pedir con paciencia son las cosas gratis: hoy viajo gratis, y lo disfruto más que usted, ¿no le parece?
Le sonreí compromisamente y miré por la ventana, deseando que el viaje se hiciera corto y el olor no se impregnara en mis mucosas.
-Bueno, será un viaje corto por hoy -dijo, tal vez adivinando que molestaba, tal vez ya saciado de velocidad-. Nos vemos la semana que viene, y recuerde señor: hay que manguearle a la vida sin temor a que luego pida retribución. Y cuando la vida le conceda algo bueno, compártalo con quien no tiene, así cuando llega la hora de pagar será feliz al menos. ¡Parada, chofer, por favor!

sábado, 16 de mayo de 2009

Los tres estados de la materia

No es que el dolor me impulsa hoy a llorar,
pero lloraré igual por ti.
No es que me haga sentir mejor,
es porque no estás aquí e ignoras todo aún.
Entonces llorando me aseguro yo
que sepas cuál fue mi dolor.
Conozco bien las lágrimas y ciclo del vapor:
agua, nubes y lluvia a su tiempo sin fin,
y yo sé que llorando hoy, con el tiempo será
una nube la que llore por mí,
sobre tu piel, tu pelo y tu sonrisa,
estés donde quieras estar,
allí descubrirás, con gotas que caen, cuál fue mi error.
Cuál mi dolor, y cuál la razón
que me llevó a llorar por ti
cuando ya no había más moitvo por sufrir.

viernes, 15 de mayo de 2009

Cómo liquidar una imaginación

Colocarse frente al escritor y recitar, concentrado en ello, con los ojos cerrados:
La realidad supera a la ficción, la realidad supera a la ficción, la realidad supera a la ficción.
El resultado es inmediato. Si la imaginación del escritor no se encontraba en su punto óptimo, esta trastabillará. Y si aún así no queda frita al instante, con citar casos históricos tales como el del general que llevó a cabo un funeral con honores militares para su pierna amputada, la vida del hombre elefante o la típica anécdota increíble del gato de la vecina que atropellaron tres veces y sobrevivió a la vieja, alcanza y sobra. El resultado, les digo, es inmediato.
Me tomo vacaciones.


This pretty feeling is going to kill someone.

Coleccionables

Armario de miel.

Es hora de mezclar un poco. Prometo comenzar. Después. Ahora esta foto de mierda. De miel.

jueves, 14 de mayo de 2009

Lucero te agarraría

La otra noche vi un lucero, que de tan grande más que lucero era un cometa. Intenté verle la cola, o hacia dónde caía, y sin embargo no hubo cambios hasta que se hizo de día: mi lucero era un cóndor lucero, pero no era más que el matutino de toda rutina.
Ya con el celeste naranja rosado me acosté, cerré las cortinas y soñé: soñé con un lucero cóndor que me llevaba de sus plumas brillantes hasta un tren en donde la mujer correspondía al hombre y la verdad tenía un sólo nombre.

Correrás

Usualmente las nubes no pasan ni tan rápido ni tan bajo. Pero hoy sí, las tengo acá nomás: miro por la ventana y sé que si Dios me hubiera dado un brazo más largo podría jugar con los dedos entre su vaporesencia. Estas nubes, que hacen vuelo rasante sobre la casa donde vivo y sobre los árboles entre los que me muevo, pasean como burlándose de mí, haciéndome desear ser ellas. Si tuviera suficiente dinero e inconsciencia, haría construir un rascacielos, uno altísimo, justo acá en medio de donde vivo, para que vieran las nubes de repente que una ventanita se abre, que una personita se asoma, y que esa personita soy yo, que finalmente estoy a su altura y puedo jugar entre su vaporesencia a mi gusto, puedo gritar e irme con ellas.

Bibliotecario

El bilbiotecario se dormía siempre. Tenía tres personalidades conjuntas y una era muy dormilona. La otra pensaba cosas como "hay que arrancar hacia el fracaso para que el triunfo te sorprenda", y por su culpa todavía permanecía en la biblioteca. La última personalidad era la más enigmática... Y por ella, también, permanecía en la biblioteca. Sin embargo ella se entretenía, y ninguna de las otras dos personalidades del bibliotecario dormilón podía adivinar qué era lo que la última personalidad hacía día a día tan atestado de libros. Pero sospechaban que algún día se alzaría a dominar el mundo.

miércoles, 13 de mayo de 2009

¿Alcanzan tres minutos?

Cepilla, cepilla, cepilla cepilla cepiya con ganas más ganas más ganas, dale, dale dale vamos. Ahí está, ahí va, ahí está mejor. ¿Ves? Agüita... Blrgsblurglglglufú. Más agüita. Otra gárgara, buches. Succión succión succión, se siente el líquido entre los dientes. Escupe. ¿El espejo? Sí, sonrisa blanca. Quedó terminado el asunto, se moja las manos, se arregla el pirincho, sonríe una vez más, se seca los labios y parte.

La pelea matutina, descrita en menos de tres minutos.

martes, 12 de mayo de 2009

Momento especial

Hay un momento especial donde llega esa sensación, que no es tanto sensación sino conjunto de razones emotivas, y que es tanto más grande que cualquier ser humano que, a presión, va pasando por adentro. De a poco, parte por parte, pasa como si fuésemos un colador, dejándonos su impresión grabada. A algunos eso les permite escribir desatados, a otros los inhibe, a otros los acobarda y a otros los harta. A algunos, ese momento les dicta fórmulas matemáticas, a algunos un verso, a algunos un simple llantos y a algunos nos da ganas de viajar. Tengo tantas ganas de volar: cuando vuelvo caminando a casa siento que si me estiro hacia delante voy a despegar. Lo he probado y no funciona. A veces, después de una película, le llega el momento y me siento en la cama a pensar. Es tan cómica la vida, tan importante, tan única, tan especial y agitada, que resulta difícil comprender cómo alguien la puede echar a perder en un momento, como alguien, aceptando todo, decide jugarse por una vida infeliz. Es tan único, tan abarcador ese momento especial, que me pone la melancolía en la frente y las ganas de respirar algo diferente (rima no intencional). Como cuando, yendo en tren, veo que el mundo se acerca y se aleja, se acerca, se aleja, y yo quieto, en mi lugar, lo dejo, no lo detengo.

Corazón paranoico afila un lápiz

Corazón paranoico, ¿por qué le sacás punta al lápiz? ¿Querés que vuelva a ser como antes, cuando tenía la punta perfecta? ¿Pero no te das cuenta, corazón paranoico, que por más que le des vueltas y lo dejes parecido, no va a ser el mismo lápiz? Es imposible: después de que tuviera el estado ideal lo seguiste usando y gastando su grafito. Puede que vuelva a estar similar, que escriba similar, pero va a tener otro largo, otro balance, otras vetas en la madera, otra química y otra temperatura. Decime, ¿te parece que puede llegar a estar igual, corazón paranoico? ¿No ves lo que pasó?: la hoja tiene un dibujo ahora (y dejame decirte que es hermoso), tus dedos están manchados de negro, la goma está sucia de borrar las imperfecciones... Para que vuelva a ser el mismo lápiz, todo eso tiene que desaparecer, y es imposible, corazón paranoico... ¿Entonces por qué intentás? ¿Qué es lo que querés lograr, corazón?

domingo, 10 de mayo de 2009

Coleccionables

Diafracman.

Creo haber encontrado una canción con la que podría leer este blog en tranquilidad.

Dar

Voy a medirme ahora para vos, no por lo que soy sino por lo que tengo y puedo ofrecer. Para empezar, tengo abrazos y miradas que saltan a tus ojos. No tengo mucha plata, pero tengo ganas de gastarla en lo que creas necesario. No tengo auto ni moto, tan sólo la última bicicleta de mi nono, que me lleva a donde le pido; de él además tengo historias, retratos y lágrimas para contarte. También tengo un don chiquitito: imaginación. Por eso tengo la seguridad de prometerte poesía por siempre, relatos todas las noches y secretos que no te aburrirían ni en cien años. ¿Sabías que tengo la historia de un colibrí que ayer, mientras miraba para afuera, se posó por un instante en la soga de colgar la ropa? Tengo buena memoria para las películas, podría contártelas por si vos te las olvidás. Tengo un reloj interno bastante acertado, así que no tendrías que preocuparte por quedarte dormida a la mañana. Tengo también (y es importantísimo) tantas ganas de conocerte a fondo como ganas de excavar tiene un minero afiebrado por el oro. Tengo ganas de viajar por el mundo, tengo pies que desean desgastar tantos caminos como puedan, y tengo ganas de que me acompañes. ¿Vos me acompañarías, si te doy todo esto a cambio?


¿Quién puede decirme las cosas que quiero oír? ¿Quién puede decirlas y despertar algo en mí que no sea pena por ambos? ¿Quién puede estirar una mano y una sonrisa para el intercambio perfecto?

Sobreponer

El linyera aprovechaba el silencio de la madrugada sin estrenar para liberar su pis a sus anchas en la plaza. Cuando pasé por su lado vi que, divertido, dibujaba una cara feliz con el chorrito, al lado del banco. Al notar que yo desaceleraba a su lado, terminó su obra y se tornó hacia mí, sin subirse los pantalones.
-¿Sabe que desde el período Magdaleniense, hace unos diecisiete mil años, el hombre utiliza la pintura como representación? -No atiné a decirle que no, me agarró desprevenido y era temprano-. Y es gracioso: aún no hemos salido de esa etapa que comenzó con cavernícolas pintando cavernas... ¿Le gusta mi dibujo? Infantil, ¿no? Y es gracioso, porque tampoco yo salí de la infancia en mi vida. Y usted tampoco, ¿o me equivoco...? ¿Alguna vez se supera lo que ya no vemos, lo que dejamos atrás...? ¿Alguna vez nos sobreponemos de las cosas que nos pasan...? Y sí, así de esa forma nos parece que las cosas están olvidadas, cerradas y conclusas, ¿no le parece? Pero no, ese no es ese el verdadero significado de sobre-ponerse, ¿cierto? ¿No estamos sobre nuestra infancia, sobre las pinturas en las cavernas, sobre nuestro pasado? ¿Y así todo desaparece?
Fue la primera vez que le sostuve la mirada tanto tiempo.
La madrugada se ensuciaba rápido y seguí mi camino sin decirle nada más, dejándolo con su pito afuera, que terminara lo que tenía que hacer.

Poema cortado

Son gusanitos que se caen; van a morir y lo saben. Van a morir al piso, y van igual, ya lo saben.
Hace mucho calor para ser junio, hace mucho calor para ser julio, ¿cuándo ocurrió esto?
El calor es como una lija cuando no corresponde al tiempo: los gusanitos caen.
Yo respiro y siento respirar lija, por la nariz, por la boca, y es como si el aire mismo fuera una lija.
Los gusanitos se sacrifican a mi alrededor, se filtran a mi alrededor, como camicaces, como guerreros del calor.
¿Cuándo sucedió esto? ¿Estuve tanto tiempo tan ciego? ¿Estuve tanto tiempo insensible?
Los gusanitos se matan a mi alrededor, me hacen verlos.
Yo ahora los veo y comprendo mi error, que no tiene marcha atrás, no tiene esa función en su motor.
Sacrifican sus vidas. Unos son viejos y ya tuvieron vida, otros no. ¿Tienen igual valor?
Es un misterio, tan grande como el calor que nos acosó en abril.

Le monde diplomatique

¿Qué es el mundo? Yo nací en un lugar llamado Haedo, y crecí en otro llamado Ituzaingó. Seguramente moriré en algún lugar llamado de forma diferente. El mundo es en definitiva un conjunto de lugares con nombres; lugares diminutos, un poco más grandes o mil veces más grandes. En esos lugares que conforman el mundo nacen personas, plantas, animales, bacterias, peces (que en realidad son animales) y demás seres vivos, que coexisten con cosas que no están vivas. Pero a diferencia de los no vivos, los vivos, como yo, tienen la particularidad de que nacen, hacen algo y mueren. Algunos son conscientes, otros no. Otros no tanto. En eso consiste el mundo.

sábado, 9 de mayo de 2009

A desmentir

Me reí mucho cuando lo vi, y le di toda la razón. El pasacalles decía algo como
HAY QUE DESMENTIR EL REFRÁN, HAY QUE DECIR LA VERDAD: "PERSEVERA Y EN UNA DE ESAS TRIUNFARÁS"
Fue genial.


No, a pesar de las señales, ya no creo en señales. Siempre son buenas hasta que son malas, y luchando contra ellas uno se mete en una zanja. Si querés algo, destino, decilo directo.

Peor

Debo aclarar, ya a estas alturas, que mi rubia predicción fue totalmente fallida: desperté temprano (8,10) por culpa de la alarma del reloj, y me volví a dormir, hasta 10,30; me levanté, desayuné bien y abundante, mis viejos juntaron las hojas y limpié la mitad de la pileta; no estuve tan pendiente del fabo ni nada, llamé a la casa cerca de las 2 y me dijeron que se estaba bañando. Me fijé los horarios del planetario, por las dudas, y cuando quería volver a llamar me llamaron a comer. Comí, volví, llamé y supuestamente se estaba bañando. Lavé los platos, los sequé prolijamente, y poco después de las cuatro agarré la bici, la copia para corregir de Cimbaderos, la cámara de fotos y partí. Quería ir al Centro para sacar fotos a estatuas y esculturas. Fui hasta Ituzaingó, pasé por lo de Nacho para saber si hoy a la noche hacían algo, pero no estaba, pasé por lo de ella, tampoco estaba, me fui hasta Castelar y tomé el tren; viajé aburrido en el furgón desagradable hasta Once, pedalié por Pueyrredón hasta el final y me entretuve media hora en una linda plaza, a los pies de una linda estatua, corrigiendo Cimbaderos. A mi alrededor había más extranjeros que compatriotas, con mega cámaras envidiables, mamás, nenes y poca gente. Luego me cansé y decidí tomar unas fotos: saqué cinco. Vino un flaco y me pidió monedas, le dije que no tenía, cosa que no era cierto, pero para darle un billete tenía que exponer la billetera. Me dijo dame lo que tengas, dame la filmadora, me sacó la filmadora, se llevó 12 pesos, lo perseguí, se internó en la feria de artesanos y lo perdí. Comencé la retirada, pedaleando como inconsciente, viajé apretado en el furgón desagradable, corrigiendo Cimbaderos para no pensar, me bajé en Ituzaingó, pasé por su casa y seguía en lo de la tía, pedalié hasta lo de mi hermana, me consoló un poquito, volví a casa, me bañé, pensando en llamarla, se conectó, se desconectó, y creo que voy a ir a lo de Rodai. En fin, podría haber sido peor.

La didáctica

Tras breves y macizos resúmenes de las teorías más importantes sobre el aprendizaje, el desarrollo intelectual y la trasmisión de información, pero especialmente después de haber barrido el piso de mi pieza, llegué a una conclusión sobre el aprendizaje humano y la didáctica.
Un humano es como una superficie con rendijas, grietas y agujeros. Esa superficie puede ser horizontal o tener distintos grados de inclinación, y esas rendijas pueden tener distintas profundidades, anchos y accidentes.
Sobre toda superficie se mueve basura: pelusas, uñas, piel muerta, cadáveres de hormigas, panaderitos, etc. Dichas basuras pueden introducirse en las grietas, caer profundo, atascarse cerca de la superficie, quedar enclenque por allí, o lo que sea. Así es como el humano aprende: un poco de todo, de lo que venga, lo que sea que esté expuesto; algunas cosas quedan, otras siguen de largo, otras se entierran muy adentro.
Pero eso no es todo el proceso del aprendizaje, ya existe un factor llamado "barrido". Este barrido es la propia vida: las personas, las nuevas basuras, el tiempo, las influencias, todo. Y esta acción modificadora puede introducir nuevas cosas, quitar las viejas, remover lo que estaba perdido y erosionar la misma grieta.
Ahora, debido a la parte didáctica de esta pobre reflexión, cabe preguntarse: ¿puede uno conocer la morfología de las rendijas de un individuo, o conocer la morfología de las rendijas de una población promedio, para saber el tamaño y las proporciones de los conocimientos que se intentan inculcar? Y aquí está el problema: uno puede tener aproximaciones, saber que casi todos van a aprender tal cosa, pero no la forma en que lo van a fijar todos ellos. Y, además, se cae en la macanuda ley de incertidumbre: al intentar conocer la anatomía de las grietas, se está efectuando el mismo "barrido", por lo cual la grieta no será igual al final del estudio que al principio. Charán.

Coleccionables

La vieja morbosa.

Qué fiel descripción de mi estado, mi sensación, mis mariposas,
que no tienen mejor sinsabor que la palabra cosa.

Otra rubia tarada

Mañana (a decir verdad, hoy) va a ser algo así: voy a despertar, más temprano que de costumbre, y voy a intentar dormir; no voy a poder porque voy a estar continua y despabiladamente pensando en eso, entonces me voy a levantar, voy a desayunar poco porque el estómago va a estar bastante cerrado, y voy a tratar de que la mañana se pase lo más ocupada posible; voy a rastrillar las hojas seguramente, quizá limpiaré la pileta; voy a estar todo el tiempo pendiente del msn, del fabo y de un mail que no va a llegar; alrededor de la una y media no aguantaré más y llamaré, pero me van a decir que está durmiendo. Entonces me van a llamar a comer, voy a estar ansioso, queriendo irme todo el tiempo a la compu prendida; pero voy a ir a la compu y no va a haber novedades, ninguna; voy a llamar otra vez, me van a decir que se fue, que no está, que sigue durmiendo, que llame después; o tal vez sí esté y me explique por qué no se va a poder hacer eso, que perdoname; voy a decir que está todo bien cuando esté todo mal, voy a ir a lavar los platos, o a secarlos, para ese entonces va a ser todo parte de la misma mierda, voy a amargarme mucho, pensando cosas como "si ya sabías que eso era imposible, si sabías de antemano que eso no se iba a dar, ¿qué te quejás, por qué te ponés de vuelta tan mal?", y voy a pasar una tarde sumamente aburrida, depresiva, agresiva y sin inspiración, escuchando música que no mejora ni el ánimo de un drogado.
Así que ya saben: no esperen nada bueno para mañana.


Alguien que dé calor, le pido por favor. Lo que mata es la humedad. Volar: el sueño de los hombres y los pájaros enfermos. Va a ser una larga espera hasta que llegue la primavera, y aunque de frío voy tiritando yo me sigo calentando.
Sí, perdón.

viernes, 8 de mayo de 2009

De termómetros

Cada uno tendrá su termostato personal y sus propias formas (subjetivas de más) de medir la temperatura.
Hoy me desperté a las 8, redondeando, y estaba tan frío el aire de mi habitación que no quise ni destaparme. Media hora después decidí levantarme, pero entonces me quedé sentado en la cama, mirando con desconfianza la remera y el suéter: no los había tocado, pero sabía de antemano que me iban a helar la piel. Esa es una de las formas que tengo para conocer la temperatura: si la ropa está fría o no. Es terrible la ropa fría.
Igual ahora estoy en remera y estoy bárbaro, no llegó el verdadero invierno. Que tampoco se hace presente todos los años... Cuando sí, cuando de verdad se sufre el congelamiento, es cuando el frío le gana la partida a los propios bolsillos, a los calzoncillos y a los cuellitos polar. Ahí lo único que me abriga es la fe ciega que le tengo a la translación de la Tierra.

jueves, 7 de mayo de 2009

Una monedita

No era raro, pensé, ese tipo de discusiones sobre política en la calle. Dos hombres se peleaban a los gritos, nombrando a Menem, Alfonsín, Kirchner, Obama y Perón, rompiendo la veloz paz de Capital. Al lado de ellos pasó, despacito y encorvado, un mendigo, como si no los oyera. Pero al llegar hasta mí, me confió una mirada reveladora.
-Yo no soy sabio ninteligente -dijo como si me hablara al oído, a pesar de que estaba a medio metro-, pero sé quesos do' no son má' que inorantes... Una alcancía hasta el tope ni hace ruido, pero unalcancía con poca' moneda'... ya ve usté el bochinche que arma.
Y se fue. Yo, en ese mismo momento, sentí que por la ranura en lo alto de mi cabeza entraba una moneda y caía junto a las demás. Me sonreí, dejé de prestarle atención a los Che Guevaras, Bushes y Sarmientos que gritoneaban en la vereda, y miré cómo el mendigo se alejaba, con la manito extendida, pidiendo una moneda.

Mil por diez a la diezmillonésima potencia

Cada letra impresa, cada letra mamarracheada en un papel, un cartón, una mano o una pared, la proa de un barco, un pergamino o el arco de una catedral. Cada letra que en el mundo se ve requiere de un soporte material: tinta, grafito, aire y otras cosas. Y también requirieron un gasto de energía, humana o mecánica...
En definitiva, supongo que ya es evidente a donde apunta esta inútil reflexión. No voy a seguir escribiendo.


A veces un hachazo me sentaría mejor.
¿Perder la cabeza es ganar la razón?
Soldado que huye sirve en la próxima batalla.
Pero puede que llegue la monotonía de la paz, puede también que ya no quiera volver a luchar.
Y que a la vez, retrucando hilos de pensamientos, sienta que sólo en una batalla podrá morir.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Luna Lupo se enteró

Entró a su blog, con contraseña y todo, puso "nueva entrada" y escribió lo que estás leyendo.
Rubino: "El que jugó a ser Luna Lupo y la termina acá."


Hoy intenté engañar al sistema, y no me salió.
Después me asusté con la cantidad de mantecositos que había, y no fue para tanto.
Antes de esas cosas, escuché a un hombre cantar en un vagón. Me gustó pero no le di plata.
Antes de eso, me bajonié mal.
Durante el resto del día, mientras escuchaba a un hombre cantar, mientras intenaba engañar al boletero, mientras pintaba en la facultad, y mientras me asustaba al ver la cantidad de mensajitos mantecosos, intentaba ser feliz. Pero estaba bajón, y no me salió.
Puta sea.

Praxis de la Malagamba

La Malagamba gusta de meterse en donde no la llaman. Y le gusta esperar, a veces durante horas, a que alguien se cruce en su camino.
De las celebridades y arrogantes, la Malagamba prefiere encargarse personalmente, y desentiende a sus ángeles en asuntos menores.
Tiene varios ahijados, los yetas, aunque tarde o temprano termina olvidándose de ellos: la Malagamba no es buena madrina.
Tiene una buena memoria para saber a quiénes nunca ha acosado personalmente, y les guarda una cita, cuanto más tarde mejor.
La Malagamba tiene fama de ser, de todas las fuerzas sobrenaturales, la más orgullosa de sí misma, y no respeta ni los cementerios, ni las Iglesias, ni los templos antiguos ni las cunas de recién nacidos.
La Malagamba, también, tiene la costumbre de molestar a sus propios ángeles, deshaciendo lo que ellos hacen.

200 metros

Vuelvo a casa a la una y media de la madrugada, lunes a viernes. No es un barrio de gente bien, tampoco es una villa; es la zona neutral entre ambas cosas, con sus inseguridades, sus calles negras y sus silencios de tumba. Vuelvo cansado de la facultad y voy ligero, caminando lo más rápido que puedo, mirando al piso, respirando dentro de mi cuellito pólar (en invierno) y atento a cualquier sombra y ruido. Tengo siete cuadras bastante peligrosas que recorrer, en las que noche a noche tengo el miedo helado y acurrucado en las venas. Suelo rezar un ángel de la guarda para mis adentros, para ir más rápido.
Después de esas siete cuadras tengo doscientos metros más que son otra cosa. En realidad es una sola cuadra muy larga. De la vereda de enfrente hay un paredón eterno, que separa el mundo de un country. Pero por la vereda que camino yo, un poco menos iluminada, hay una construcción empezada hace siete años, hoy día abandonada. Los doscientos metros de este lado están cubiertos por un alambrado precario, lleno de agujeros, y con montones de telas de arpillera atados al alambre para ocultar la construcción de la vista.
En esos doscientos metros jamás me crucé alma humana o animal, jamás. Y sin embargo, son los peores de las nueve cuadras que tengo que caminar todas las madrugadas: porque, al avanzar, mi cuerpo general turbulencias en el aire, y esas turbulencias, minúsculas, hacen susurrar a las telas de arpillera pegadas al alambre. Susurran, me hablan, embolsan aire y se mueven, como si alguien siniestro, un fantasma, un demonio, huestes de condenados, se movieran detrás de ellas. Esos doscientos metros son de pánico.
Y ni hablo de cuando no es noche calmada, y hay viento fuerte: además de los murmullos, las amenazas de muertes y desgracias, me persiguen aullidos, bandazos de la arpillera contra el alambrado, ¡golpes, pisadas!, ¡a veces hasta oigo sirenas, alarmas de cárceles demolidas…!, cantos fúnebres, cantos de pesqueros en altamar a punto de morir, cantos de niños en la guerra, cantos, canciones estridentes, gritos de locas, llantos de bebés, de animales muriendo. Una vez, juro por mi vida (porque por Dios no se jura), oí un canto de ballena yubarta siendo asesinada.
¿Qué es lo que hay detrás de la tela de arpillera? No lo sé, no me gustaría averiguarlo tampoco. De día se ven sólo escombros, cimientos inconclusos y pilas de ladrillos donde algunos tontos pintaron grafitis. Pero de noche no… de noche, esos doscientos metros que separan la construcción abandonada de la vereda, son el hogar de otra cosa, algo mucho peor.



Algo mucho, mucho peor, sir... No se imagina cuánto.

martes, 5 de mayo de 2009

Coleccionables

Techo nocturno.

Es magia.

Desesperanza IV (b)

Era difícil (sino imposible) encontrar a alguien como ella quería: un hombre físicamente alto y medianamente apuesto. Si le dejaba barba mejor. Tenía que ser atento (no hacía falta que se acordara todas las fechas sí o sí, pero que fuera atento), cariñoso y muy maduro, pero con toques infantiles divertidos. Tenía que tener brotes espontáneos, pero no ser alguien totalmente impredecible, sino que tuviera cierta rutina placentera… Tenía que ser alguien claro, que no se anduviera con chiquilinadas y pendejadas por la vida, alguien que la hiciera sentir bien. En lo posible, alguien con una vida emocionante: que supiera un poco de todo y por haberlo vivido, o haber conocido a otra gente con toda clase de problemas: alguien quien pudiera siempre ayudarla…
Era difícil encontrar a un hombre así, y lo sabía. Pasaría toda la vida solterona porque nunca encontraría a ese hombre, y si lo encontraba, seguramente ya iba a estar casado. Y quizá fuese su misma conciencia la que la hizo enamorarse, al día siguiente, del pibe vagabundo que le fue a pedir pan… No era exactamente lo que pensaba, admitió ella, pero que sabe de la vida, sabe.

Condición humana XXII

Por la mañana era una simple picazón en el talón de mano. Se rascaba, se satisfacía, le volvía a picar y se volvía a rascar con más ganas. Pero, para la noche de ese mismo día, tuvo que recurrir a la mutilación: se cortó la mano de un hirviente machetazo.

Teoría de las cuerdas

Hoy está en boga la teoría de las cuerdas y las súper cuerdas, y parecer ser tan buena y simple ella que, en teoría, la entendería hasta una ama de casa que sólo se dedica a barrer, lavar ropa y colgarla de la cuerda.
Y basándome en dicha teoría pseudocientificista, logré deducir que, a veces, la vida adopta forma de cuerda: de cuerda anudada. Y mirá que puede ser flor de nudo eh. Y ahí estamos nosotros infelices: tirando de una piola, esperando que se afloje el embrollo, viendo que no funciona, tirando de esta otra, sudando de más acá, sin lograr que el puto nudo se deshaga (se deyaga), sin poder ver, tampoco, el origen del enredo, sin poder siquiera atisbar cuál podría llegar a ser la piola salvadora.
Y ahora, yo no soy experto en nudos, pero se me ocurre que debe haber alguno, por ahí dando vueltas en alguna caja de pesca, en la cubierta de algún barco o alguna construcción abandonada, alguno i m p o s i b l e de desatar.

lunes, 4 de mayo de 2009

Que Luna Lupo siga sin enterarse

Tadeo no entiende por qué el destino le rehúsa la posibilidad de hablar con María. Quiere encontrar la vueta, encontrar la forma de hacerlo, pero no puede, no entiende cómo funciona el destino y eso lo desespera, porque no sabe la forma de ganarle.
Tadeo: "El hombre que el otro día la llamó veinte veces y que durante una semana esperó sentado a que algo ocurriera."
María: "La mujer que simplemente no quiere ni ver a Tadeo, no sabe por qué ni le importa en lo más mínimo, y se puso contenta cuando Tadeo dejó de llamarla."


You know
my number is still hurting the green painting of your wall, above your bed, in front of the mirror I broke.

Cisura de Rolando

Llega el día en que el hombre o mujer abre sus ojos y ve
claramente que ha llegado el día en que
debe reducir un poco
sus circun
vala
cio

ne
s...

Para luego volver como una máquina asesina o una topadora a arrasar
el mundo que quedó delante de él o ella mientras
dormía a pata suelta,
y que no debe
Ceder ni un sólo instante, que todo depende de sus energías
y que nada termina cuando uno quiere que termine y que entonces,

por más que cueste, y que él o ella quiera dormir un rato y llorar tranquilo
o tranquila, debe poner más de sí,

todo de sí, porque sino,
todo pue
de ter
minar

mal.

domingo, 3 de mayo de 2009

Ciento un dálmatas

Hoy sentí por primera vez en el año el olor a frío (aunque no hacía frío), y resultó ser alguien quemando hojas. Por algún motivo, ese humo me sabía a madera de quebracho. Por algún otro motivo (pues dudo que se trate del mismo), el agua caliente sale más caliente que nunca en su mendiga vida. Maldita agua caliente, no puedo bañarme cómodo ahí.
Ya se fue la hiperlógica.


Van ciento un dálmatas por este blog desde el 25 del mes pasado, y hoy trato de entender la falta de estructura en la vida. ¿Por qué no tiene estructuras, o no me deja adivinarlas? ¿Eh?

sábado, 2 de mayo de 2009

Cosas que suelen

Suele ser más facil decir ahora que postergar.
Suele ser más lindo no saberlo todo.
Suele ser fascinante saber hasta el último detalle.
Suele ser feo despertar.
Suele pasarme no saber dónde estoy.
Suele equivocarse la mayoría. Solemos estar en alguna mayoría.
Suele salir el sol a la mañana.
Suele sonar hermoso un piano.
Suele feo, mejor báñese.

viernes, 1 de mayo de 2009

Hay aire bajo mis pies

(Treinta y seis)
Qué cosa la depresión.
Se torna aburrida y carcelera.
Es una arena movediza:
arena porque no tiene vida,
movediza no tanto, porque te muevas o no, de quietita te va tragando.
No te permite encontrar palabras, personas, comidas,
lugares, números, bebidas,
salidas, ideas, tardes,
parques, herramientas, alegrías.
Un pañuelo la contiene, una cama la mantiene despierta;
el televisor le da razones de seguir creciendo;
los libros, cuando existen, la meten para adentro.
No hay quien la soporte, entre vivos o muertos.

Qué cosa la poesía, que detesta la depresión
y se alimenta de su saliva.
Los poetas tristes son, sin ser muertos ni vivos,
quienes la soportan, la sostienen, la apacientan y revientan.

¿El mes?



Es primero de mes. Pero no sé qué mes es. Tendría que fijarme, pensarlo, no sé. Mi nuevo récord de chotadas en un mes es de 70, no creo batir eso otra vez. Cinco imágenes para molestar hoy, y un diálogo entre un adolescente varón y una adolescente mujer.

-Che, qué bajón esto de tener barba. Hasta hace un mes y medio me afeitaba una vez por semana, sin espuma ni nada, y estaba impecable. Ahora pasan cuatro días y soy un gorila, y si no me afeito con cuidado y pasándome espuma me dejo la cara roja.
-¿Pero de qué te quejás?. Afeitarte una vez cada cuatro días no es nada comparado con estar indispuesta y como el orto todos los meses. Lo nuestro es mucho peor que tu barba.
-Sí, pero buen, podría haber sido un hombre lampiño y ser mucho más feliz.
-Jaja, no digas boludeces, ya vas a ver que cuando seas más grande y te dejes la barba vas a conseguirte la mina que quieras. Es fachera la barba.
-Sí, pero igual...
...
-Lo peor de todo sería ser una mujer barbuda.
-¡Jajajaja!

Mayo, sí, me acabo de fijar. Yo pensaba que el 25 de mayo ya había pasado, qué cosa... Mejor, un feriado más, y un ¡lunes!