jueves, 29 de agosto de 2013

Llegado el fin, hablemos

Llegué al lugar donde me había citado a la hora que me había indicado. Él ya estaba ahí, esperándome. Apenas me vio sonrió con esa media sonrisa triste y me abrazó como una ola a un peñasco. Su ropa olía a químicos, a suciedad y transpiración. Afuera del cuarto se oían las explosiones, las máquinas, el viento terrible. El polvo del techo caía continuamente sobre nuestros hombros y los objetos esparcidos por el piso.
-Gracias por venir -me dijo, y juntos nos acercamos a la ventana a ver el último eslabón del apocalipsis-. No queda mucho más tiempo, y necesitaba verte.
"Yo también", quise decirle, pero lo contuve. Sólo le apreté la mano con más fuerza.
-Queda menos de una hora -sentenció, y la forma dura de su mirada no me dejó dudas al respecto-. Y quiero que durante esta hora hablemos. Que me cuentes tus cosas. Todavía no es tarde -Me miró y vi algo infinito enmarcado en la barba desprolija de su cara-. Quiero que me cuentes algo que sea lindo, algo que sea feo, que me cuentes algo que para vos sea importante. Algo que nunca hayas terminado de entender.
Una onda expansiva blanca destrozó la ventana por la que mirábamos. Después de limpiarnos un poco la sangre, nos sentamos en un rincón alejado, como cuando elegíamos la mesa más aislada del bar al que entrábamos, y empecé a hablar como nunca lo había hecho en mi vida.

lunes, 26 de agosto de 2013

A y B

Hubo un tiempo para explicar lo que hacía
y hubo otro para buscar mariposas.
Hubo un tiempo para hacer mapas
y otro para ir pidiendo instrucciones.
Hubo un tiempo para dibujar árboles
y otro para contemplar vialácteas.
Hubo un tiempo para señalar a lo lejor
y otro para acercarse corriendo.
Hubo un día, no más, para tomar coraje.

Cayendo

Cuando tuve que saltar, corrí hacia el precipicio pensando en correr, no en que iba a saltar al vacío. Cuando estuve al borde del precipicio, salté pensando en que tenía que saltar, no en que después del salto iba a caer al vacío. Cuando caía por el vacío, pensé en que iba a tener que aterrizar, no en que estaba cayendo.

domingo, 25 de agosto de 2013

Una más

Perdí mi voz llamándote.
Peor. Olvidé la tuya .

viernes, 23 de agosto de 2013

Soñé con Hemingawy

Dormí la siesta y soñé que estaba con Hemingway, y que Hemingway era fotógrafo y que estábamos en su cabaña al lado del mar que era color celeste, y que estábamos con su cámara analógica, toda llena de arena y tierra de varias aventuras, los dos apoyados sobre la baranda de madera, que crujía porque el salitre la ponía gris y vieja, y apuntaba el objetivo hacia los hijos del protagonista de su novela (escribía y sacaba fotografías), que eran tres nenes con mayas cortas y mojadas que corrían por la playa y se revolcaban y se tiraban arena y reían con gozo y jugaban y jugaban y jugaban.
Y Hemingway se encorvaba sobre la cámara y enfocaba y sacaba una foto y enfocaba y encuadraba y sacaba otra foto y hacía mil pequeños y minúsculas modificaciones para capturar en cada instante las posiciones y los movimientos de los tres nenes jugando, y de alguna forma yo veía también por el visor y veíamos lo mismo, y estábamos los dos con la misma tensión en todo el cuerpo infinito: sentíamos cosquillas hasta en la yema de los dedos de los pies, la piel de gallina en las nalgas, el cuero cabelludo que picaba por la transpiración, la garganta seca, la respiración pesada porque hacía calor y la humedad tropical llegaba hasta las axilas, y la cámara con su profundidad de campo, el diafragma, la obturación, y los brazos en ángulos extraños de los hijos del protagonista de la novela, y la arena blanca y sus tonos sutiles, y el mar celeste que era gris porque la fotografía era en blanco y negro, y el sol, y la playa, y las nubes, y las risas a lo lejos, y todos mis músculos contraídos como si estuviera por sonar la campana del ring, y el clic, el shrrrggglac, clic, shrrrggglac, clic.

martes, 20 de agosto de 2013

El secreto de los colectiveros

Los colectiveros guardan un secreto, y es que ellos, desde el lugar en el que están, pueden escuchar todo lo que pasa en su colectivo. Todo. Desde la conversación telefónica del hombre del fondo (no sólo sus respuestas, sino también lo que dice la persona al otro lado de la línea) hasta los susurros en el oído de la parejita enamorada. Desde las monedas que ruedan entre las piernas en la frenada, hasta el pedo silencioso del gordo dormido. Desde el zumbido de la mosca que no encuentra la ventanilla abierta, hasta los pensamientos del acosador reprimido.
Sí. Los colectiveros también pueden escuchar nuestros pensamientos y maquinaciones mientras viajamos. ¿Creen que si chocan seguido es porque se distraen mirando culos, porque duermen poco, porque son hijos de puta? No. Es porque la gente común piensa cosas que dejan atónitos a la mayoría de los colectiveros. Por eso mismo hay choferes que renuncian a las pocas semanas, y otros adictos que se rehúsan a jubilarse.
Así que cuidado, ya saben, la próxima vez que se suban a un bondi, sean cuidadosos. Nada de lo que piensen podrá ser usado en su contra o a su favor, pero siempre habrá un colectivero, involuntario confesor, atento, silencioso, asechando y cobrando boletos.

lunes, 19 de agosto de 2013

Acción Poética Antropquía

No te pido nada que no quieras darme.
Yo espero tarde lo que tarde.

Una ciudad

Hay una ciudad en el que las miradas brillan y los sueños negros se olvidan. Donde la música siempre se baila, la respiración habla, los deseos hacen compañía. Donde el placer está en caminar descalzo y revolcarse afuera, beber todo, tocar el piano, leer un libro y quemar aviones. Una ciudad donde se cruzan el puente y el campo, la montaña y el mar, el arrecife de coral y el lago. Es una ciudad donde las personas cambian, las ambiciones cambian, las relaciones cambian, los corazones cambian, pero el amor intacto.

Estrellas comunes

Si supieras que sólo una estrella (una chiquita, una más del montón, siempre desapercibida) tiene la capacidad de hacerte feliz. Si supieras cuál es, dónde se encuentra, cómo se llama y cómo llegar hasta ella. Si supieras lo fácil y cálido y novedoso y veraniego y divertido y con olorcito a canela y suave y grandioso y sabroso y hermoso que sería todo con esa estrellita en la palma de tu mano.
Si lo supieras, sería lo mismo. Si no es la estrella que buscabas, no es la estrella que buscabas.

jueves, 15 de agosto de 2013

Sinceras disculpas

Perdón si flaquea mi espíritu. Soy tan solo un palo, y este es tanto mar.

Mil besos oportunos

Te voy a dar un beso en la frente para ser la válvula de escape de tus pensamientos. Te voy a dar otro en cada cachete, para conocer el sabor de tu llanto. ¿Vas contando? Ya son tres, pero van a ser mil... Otro en los labios, para sentir un escalofrío. Otro en la boca, para morir ahí. Te voy a dar un beso donde nace el cuello, que mantiene erguida esa cabecita loca. ¿Fuiste contando? Creo que van seis. Novecientos noventa y cuatro quedan, esos te los doy a elegir.

martes, 13 de agosto de 2013

En el mar

En el mar hay calamares que matan ballenas y peces deformes que se hacen luciérnagas, dinosaurios dormidos, barcos hundidos y un dragón de agua que devora mensajes de náufragos. Hay osamentas de unicornios y un pulpo elefante que cuenta historias sin fin. Gatos albinos, faraones podridos, estrellas sin rumbo, polvo de estrellas. Hay volcanes activos y cohetes explosivos y un secreto perdido que no quisiste oír.

viernes, 9 de agosto de 2013

Condición humana LX

Contar historias es casi lo que define al ser humano. Y al Arte, que define al ser humano. Cuando vemos una buena pintura o una buena escultura o un buen dibujo, podemos ver una historia contada en términos de una imagen. Cuando escuchamos una buena canción, escuchamos una historia. Historias a veces muy personales o totalmente universales (a esas las llamamos sentimientos, emociones). Cuando vemos una buena obra de teatro, estamos viendo una historia contada a través de personajes. Cuando vemos una buena película, estamos viendo una historia contada con sucesiones de imágenes, con sus personajes, con sus canciones. Y cuando leemos buena literatura, en realidad, estamos viendo una historia en términos de imaginación.

jueves, 8 de agosto de 2013

Eso es poesía

Dotar a cada palabra con su máxima expresión.
Fulminar al resto.
Decirlo todo como si fuera la primera vez que es dicho.
Corrección: decirlo todo por primera vez.

martes, 6 de agosto de 2013

¡Sonrisa!

Hoy
dos mariposas hicieron el amor.
Hoy
un nene metió su primer gol.
Hoy
una sonrisa se contagió
de árbol a árbol,
de nube a nube,
de tu cara al sol.
Hoy
te dije que te quería.
Hoy
oí frenar tu respiración.

Burbujas en la cocina

Generalmente me lavo las manos con agua y jabón. Del clásico, nada de jabón líquido. Mucho menos con detergente. Pero bueno, debido a diversas circunstancias, ayer tuve que hacerlo; y al agarrar el detergente de la cocina sin querer lo apreté un poco de más, y una docena de burbujitas salieron volando sobre la mesada. ¡Qué alegría! Inmediatamente cerré el agua y me puse a jugar, sacudiendo las manos para modificarles su curso, para llevarlas de un lado a otro, para divertirme. Entonces me di cuenta que sigo haciendo las mismas cosas de cuando tenía seis años.
Pero cuando la última burbujita desapareció al tocar el suelo y me decidí a dejar de perder tiempo y lavarme las manos, pensé que algunas cosas sí habían cambiado. Antes me entristecía con la muerte de cada burbuja. Hoy... hoy no tanto.

domingo, 4 de agosto de 2013

Olor de la mañana

Me despertó el olor de la persiana cerrada y caliente por el sol. Recordarás la fuerza del sol a la mañana y cómo teníamos que ir a dormir al comedor cuando ya no se aguantaba. Estuve por hacer eso mismo pero me faltaron ganas. Me quedé bocarriba, destapado, sin almohada, mirando las manchas de luz en el techo. Los pájaros piaban entre las sombras de las ramas y se escuchaba en la planta baja la música del inquilino. El olor a pintura vieja recalentada era sutilmente intenso. Se mezclaba con la lavanda seca que quedó en tu placard vacío y con el barro que quedó en mis mocasines. ¿Anoche había llovido? Sí, un chaparrón minúsculo, caído sólo para levantar vapor de la tierra y embarrarme los pantalones. Eran esos claros que me había regalado tu abuela. ¿Qué andará haciendo ella ahora? ¿Cómo me recomendaría sacarles el barro para no arruinar la tela? Tuve un segundo intento de bajar al comedor y seguir durmiendo, pero en vez de eso me senté en la cama (empezaba a transpirar), abrí del todo la persiana y me volví a acostar. El sol entró como un tren directamente sobre mí y me crucificó donde me desplomé. Ya me encontrará acá el inquilino, pensé, cerrando los ojos para no quedar ciego. Ya alguien me encontraría, tendido, tieso, donde me habías dejado.

Circunstancias

Porque sería tu señor esposo si quisieras casarte, y sería tu amante si estuvieras ya casada, sería tu novio de colegio toda la vida, sería tu fuga de casa cada madrugada.

sábado, 3 de agosto de 2013

Intranquila alma mía

Alma mía, jamás tendrás tranquilidad,
y no podrías pedir nada mejor.
Jamás cumplirás tus deseos,
así jamás dejarás de desear.
Jamás tendrás un alma gemela,
así jamás seleccionarás al amar.
Jamás verás tus sueños,
así ni despierto dejarás de soñar.
Nunca tendrás motivos para sonreír,
para que nunca nada pueda borrar tu sonrisa.

jueves, 1 de agosto de 2013

31

Soñé que estaba en la compañía infinita de tu cuerpo,
en la presencia inagotable de tus pensamientos.