domingo, 31 de enero de 2010

Bloggggggada

dinge xilly sonsmahs lyphyd coniz menemish crancenc kopro matestr

No hay una forma de repetir ninguna cosa sin que suene diferente. Tampoco hay dos miradas en el mismo momento, sino memorias que hacen eco. Ni hay forma de caer ni de volar, sino sólo vagando.

El emo es el pesimista idiota. El realista es el pesimista. El optimista es el optimista y tiene una llave en el bolsillo.

Ya que fue un mes sorete, último post sorete.

Casan

Es como un ángel gigante y viejo parado entre una pared de piedra y un árbol que no florece. Es como un esqueleto de pescado sobre un puente, rodeado de gaviotas muertas. O como un mango de espada enterrado en la arena de una isla congelada. Como un castillo sumergido, como un sombrero ensangrentado, como un gato en un nido o un collar en una caja sin abrir.

viernes, 29 de enero de 2010

Agua de montaña

Cuando uno sale de bañarse en el río de montaña está limpio, porque el agua de río de montaña es limpia, no tiene ni una impureza. Bah, ocasionalmente tiene impurezas: humanos. Pero los humanos se limpian en el agua del río.


Averigüé la diferencia entre perseverar e insistir. Tarde.

jueves, 28 de enero de 2010

Coleccionables

Perro muerto negro.

Al momento hay tiempo, después no se sabe.

Veamos por qué...

Edward Scissorhands: El joven manos de tijeras, simplemente es perfecta
A beautiful mind: una de las más buenas historias
Eternal sunshine of the spotless mind: locamanía
Chicago (el musical): el único musical que me re copó en todo aspecto
Batman -the dark knight: Batman da igual, lo que importa es el Guasón: la humanidad no ha creado un villano que lo supere
Blast from the past: o Buscando a Eva, qué comedia
About a boy: para ver en invierno y sonreír
The butterfly effect: es de esas que...
O brother where art thou?: nada mejor que la Odisea
Big fish: si estuvieran por oden de importancia, estaría allá arriba de todo
Billy Elliot: te da ganas de zapatear
Angus (Angus- un chico en problemas): hay pocos gordos tan geniales
Into the wild: es la película que escuchás que dos extraños comentan al pasar y te quedás pensando qué pasaría si vos hicieras lo mismo que el protagonista
Good Will Hunting: hay que verla
Nacho libre: EL humor, LA comedia y LA inocencia
Napoleon Dynamite: EL humor, LA comedia y LA inocencia con otro estilo
La vita è bella: ¡ganamos mami, ganamos!
Nueve reinas: porque incluso está buena verla varias veces
A good year: me la criticaron mucho pero no deja de ser un ambiente espectacular
50 first dates: sólo mensionar el final hace que valga la pena
The holiday: bueno, parecido a la anterior
Snatch: la mejor de Guy Ritchie
Lock stock and two smoking barrels: La primera mejor de Guy Ritchie
Steam boy: la única de animé que te re copa
Good bye Lenin: de lo alemán, lo más lindo
The longest yard: porque hace que el fútbol americano sea menos mierda
Gran Torino: porque es gran torino
Finding Neverland: Peter Pan es lo mejor, esta película también
The pursuit of happyness: ayuda al alma verla
Children of men: oh pero qué película
The usual suspects: el único policial que decís: faaa
The science of sleep: sí, esta está para verla en invierno con una mantita
High fidelity: ni bien, ni mal, es no sé
The Count of Monte Cristo: yeah!
A Little Princess: de chiquito hay que verla, de más grande la aprendés
Friday night lights: por tan poco cambia todo y tan poco importa
V for Vendetta: es una locura
Trainspotting: abre los ojos si nadie te los cerró antes
Ciudad de Dios: bueno, como lo mismo
Avatar: no superficialmente, es muy misteriosa
Brazil: hace que odies tantas cosas...
Blair Witch Proyect: el terror mejor logrado
Where the wild things are: monstruos con problemas familiares: nada la supera

lunes, 25 de enero de 2010

Unos sí y otros no

Hay detalles que suelen aparecer en alguna historia porque son detalles interesantes: por ejemplo el típico heladero que, cuando le pedís poquito de menta, te llena medio kilo de menta. O la foto de algún antepasado que parece seguirte con la mirada desde el retrato. Sino la tecla del control remoto que dejó de funcionar al mes de comprar la tele. Cosas así, decía, pueden llegar a aparecer en una historia, porque le dan un cariz especial y realista a la historia más descabellada. Pero hay otros detalles, como la cinta papel que está sobre la tecla luminosa de la zapatilla, que se reseca en invierno y en verano se despega, o los auriculares rotos que siempre guardo en el cajón de las medias, que difícilmente sean detalles que aparezcan en una historia. Son detalles hermosos que quedan mecánicamente excluidos de la realidad literaria, una lástima y una necesidad.


La canción loca que te deja volar sin nar ni có ni tos.

domingo, 24 de enero de 2010

Una historia sin perfección

Ahora mientras escribo recuerdo la última vez que vi a Avagon: se alejaba de nosotros con su ultraliviano. Iba como nuestra última esperanza para conseguir un avión de caza en algún país avanzado y así salvarnos de los rebeldes, pero no llegó a tiempo. Mientras escribo esto supongo que algo parecido debió pasar en las grandes matanzas de la historia, la de Chechenia, la de los franceses en Polonia, las de África que nadie, nadie conoce. Avagon volvió con nosotros cuando los rebeldes ya habían asesinado a toda la familia real, cuando habían esparcido los trozos de cadáveres del príncipe y cuando ya no quedaba ningún niño con vida. Avagon volvió con su caza, disparó contra la defensa de rebeldes y una bazuca lo destrozó en el aire. Ahora mientras escribo esto pienso lo lejos que estuvo Avagon de salvarnos, y lo cerca que lo tengo, ahora mismo.


Regla Obvia de Convivencia Cuando Hay de 1 a 99 Personas Juntas: después de bañarse, si el baño tiene ventana, hay que abrirla, sino la humedad permanece.

El Balserito

Peor que la soledad del Principito en su planetita es la del Balserito. El otro por lo menos tenía galardones reales, pero el Balserito es un muchacho que, sin más que un pantalón raído y una camiseta sucia, vaga desde hace años en busca de alguien que hable. Viaja en su balsa construida con doce palotes, remando en el espacio vacío, visitando planetitas. Varias veces encontró escombros con restos e indicios de vida, pero nunca a nadie. Y ni siquiera su balsa murmura al avanzar, pues el vacío no hace ruido.

Caharuh con Mondia

Mondia era la típica personaje secundaria de un drama moderno en que el principal está enamorado de su amiga drogadicta desastrosa. Mondia era esa drogadicta desastrosa, al estilo trainspottin. Tenía cuarenta años, veinte de los cuales había ido y vuelto unas cien veces de la abstinencia. Actualmente vivía sola en un departamento de centro, no tenía un trabajo desde hacía meses, comía basura y delíveris y pasaba la mitad del día viendo la televisión en mute. La otra mitad del día estaba acurrucada y taciturna frente a la caja fuerte de su armario. Adentro había un paquetito y una jeringa esperándola, y lo único que la detenía, aparte de su hilacha moral, era que no sabía la clave para abrirla. Su mejor amiga pensó que si lograba controlar sus ansias por abrir la caja fuerte iba a poder dominar su adicción, y como le gustó la idea (y no perdía nada intentando algo nuevo) instaló ahí la caja fuerte y le llevó comida dos veces por semana en adelante.
Mondia había hecho lo posible por abrirla. Al principio pasaba la noche entera gritando y llorando revoleando la caja metálica contra las paredes, metiéndola en la bañadera llena de agua y caca y pis, saltándole (así se esguinzó el tobillo), puteándola para que se abriera. Ahora sólo se contentaba con mirar a la caja desde su lugar, estrujando pedazos de estetoscopios rotos. La miraba con saña, intentando pensar de qué forma estúpida lograría controlar su puta ansiedad.
En eso estaba cuando vio a Caharuh a dos metros del armario. Primero pensó que era una alucinación, después recordó que no estaba drogada, y se preocupó cuando comprendió que debía ser una alucinación por la abstinencia.
-¿Qué querés?
-Ayudarte -le respondió el nene rubio, inocente, como si la mamá lo hubiera mandado con el recado de ayudarla.
-¿Ayudarme?
-Tengo algo que te va a hacer bien -dijo, sacando del bolsillo de su camperita una banda elástica, una ampolla con un líquido dorado y una jeringa en su envoltorio-. ¿Querés?
Mondia tembló ante el brillo de la aguja, se frotó el pie vendado con fuerza y, respirando fuerte, preguntó:
-¿Es bueno o malo?
-Bueno. ¿Me creés capás de darte un narcótico ahora?
Mondia no contestó y no impidió que Caharuh se le acercara, le levantara el brazo, le ajustara la goma, le encontrara la vena y, dejando caer la ampolla vacía al piso, le dijera:
-Ahora todo termina, vas a ver.
Inyectando, Mondia lo vio sonreír hermosamente, como sonríe un misionero que cuida nenes hambrientos, como si en verdad le estuviera inyectando la mejor de las drogas.
...


Lo único peor que escuchar a alguien que da una pésima oratoria, es escucharla por triplicado con la gente que lo vuelve a criticar.

sábado, 23 de enero de 2010

El continente de los solos

En el 2013 se reunirá un séquito de científicos, clérigos, petroleros, abortistas y políticos en alguna ciudad importante. El tema a tratar será el Gran Déficit, el origen de todos los males del ser humano, la astilla del ser viviente, el talón de Aquiles de la civilización, etc., que no es, por cierto, ni la contaminación ni los derechos humanos ni lo caro de los estacionamientos ni la sobrepoblación de China. No: el congreso mundial del 2013 tratará el serio problema de la soledad.
Se va a calcular con precisión que, salvo escasas parejas de viejitos, muy muy muy pocas parejas jóvenes con dinero, algunos paseadores de perros, señalados drogadictos en recuperación y aisladas monjas de conventos muy lejanos, el resto del mundo estará en soledad. La tasa de soledad llegará a ser del 99,74%. Tras acalorados debates se decidirá recluir a todos los solitarios en un continente; pero al momento de pensar planes para llevarlo a cabo, decidirán más ventajoso llevar a todos los no-solos a un continente a parte: Europa, para que desde allí gobiernen con sensatez a todo el mundo.
En el 2014 se van a dar cuenta del tremendo error.


Al fin vuelvo: necesitaba empezar mis vacaciones otra vez.

domingo, 10 de enero de 2010

Coleccionables


Canilla y Canillo.


Creí estar solo en casa pero no era así. Primero la figura bla bla bla bla bla bla bla bla. Bla bla bla bla bla bla bla del blabla bla bla Bla bla bla. Y después se puso a cantar:
Bla bla bla bla bla
blaa bla bla...
Bla bla bla blablabla
Bla bla Bla bla.
Al final bla bla bla bla bla bla, ¡bla bla bla bla!

La última presa

La llaman la ilusión del cazador. Suele afectar a viejos cazadores que comienzan a ir por el lindero del espeso bosque que es la senilidad, pero no es propia de los cazadores jóvenes como yo: apenas diecisiete años tenía cuando sufrí aquella ilusión.
En el campo y en los cotos del sur cacé bastante, desde patos clásicos a zorros y venados. Pero en casa mi única arma era un rifle a aire comprimido y los únicos blancos eran los gorriones. "Los horneros no porque hacen casitas lindas, los zorzales no porque cantan lindo, los venteveos no porque son inteligentes, las torcazas no porque son mansas, etc. etc". Entonces sólo podía disparar contra gorriones esquivos, feos y calvos.
Todavía me acuerdo que eran las cinco y media y que yo acababa de tomar una chocolatada cuando vi al cazalito de gorriones [N.d.T.: los gorriones van en bandadas]. Corrí a buscar mi rifle, lo cargué adentro de casa para ocultar el ruido (las aves ya reconocían el clic metálico y huían despavoridas) y corrí a la puerta que daba al fondo. Allí me aposté, acomodé mi arma, apunté al gorrión con calma y respiré profundo. La hembra estaba entre las achiras, pero el macho estaba adelante, saltando entre el pasto alto, tan alto que llegaba a taparlo por momentos. En uno de esos saltos, gatillé.
Creí ver a la hembra salir volando, pero no estoy seguro porque al lanzarme sobre la víctima dejé de mirar todo lo demás. Sin embargo ahora no sé si hubo o no hubo hembra, porque al llegar junto al gorrión muerto sólo había una hoja seca de castaño. Busqué y busqué y gorrión no había por ningún lado, no estaba herido ni se había escondido. Volví a mirar la hoja de castaño y la vi atravesada limpiamente por el balín de mi rifle.


No sé el resto, pero siempre quiero saber qué es lo que decía en realidad eso que alguien resumió como "blablabla" por ser poco importante , pero desearía que muchas cosas inútiles estuvieran resumidas como "blablabla" para poder saltearlas y no leer al pedo.

Por qué todo debe ser escrito

-Mirá este llavero que me compré hoy en Morón.
-¿A ver? Es igual que el que ya tenías.
-No, este es el que tenía. Son los dos llaveros con forma de gancho, pero mirá, este nuevo tiene este sistema de seguridad: abierto, cerrado, abierto, cerrado... ¿ves?
-¿A ver? Prestame. Ah mirá. Y este es más plateado.
-Yo decía que este es más bien dorado en realidad. A parte fijate que la lonjita que tiene para meter la arandela con las llaves es más larga que el otro.
-Ah, claro, más cómodo, ¿no?
-Sí, y mirá esto. Acá están mis iniciales.
-Este también tiene tus iniciales.
-Los dos tienen, pero son distintas.
-Ah, más largas.
-Sí, me gustaba más así.
-A mí me gustaba la forma más pesada.
-Pero no iba con la lonjita para la arandela. A demás depende del tipo de llaves que le pongas.
-Ah, es verdad, ya no son las mismas llaves: vos cambiaste todas las cerraduras después del robo, ¿no?
-Me queda cambiar la de la terraza.
-Pero esas no las llevás en este llavero.
-No, no.

sábado, 9 de enero de 2010

Vals

Cuando empieza esa canción soy como una mariposa posada sobre un tambor: cada golpe me alza, me alza, me levanta y así soy libre de ir más allá de lo que rodea siempre. Sin más que sentir los latidos del tambor puedo atravesar el universo que más quiero, puedo irme al siemprequerido Hawaii, puedo irme a las Minas de Moria, a Pandora, a la hamaca paraguaya del fondo, a los recuerdos que los nonos nunca me contaron; porque veo: no hay nada, nada más. Despegan los motores y, sin olvidar la vibración inicial, trasciendo todo como una cometa de estrellas que vuela en círculos, riendo como calecita loca, tocando la guitarra y el saxofón, riendo como un loco sin razón que se va a morir con todo adentro de él. Porque así no hay nada, y soy más yo de lo que el mundo me deja ser, soy más yo, sin perder el ancla, de lo que se puede llegar a llorar.


Para dar informacion sobre el Biciclista Nocturno llamar al: 0900-777-BICICLISTANOCTURNOALRESCATEPUNTOCOM.

jueves, 7 de enero de 2010

Siempre verdad

-No te des más manija: si te dejó es problema suyo, y no tuyo -me aconsejó el viejo vagabundo, mientras chupaba el fondo de una lata de paté-. En las relaciones y todas las historias que se basan en el inexplicable amor humano pasan cosas similares y peores, imposibles de entender. Las cosas son así porque no comprendemos por qué son así, y punto.
Yo me sequé la lágrima, lo miré, lo miré, lo miré lo miré, asentí y dije:
-Sí, y yo siempre digo mentiras.


Sigo dándole vueltas a Avatar, sin saber si tiene ideología muy bien pensada o si directamente no la tuvo nunca, y queriendo saber por qué el héroe ya no se distingue tanto del villano y sin embargo sigue siendo tan distinto, y sin entender por qué una superproducción defiende a la Pachamama o por qué se vuelve lísita la guerra por la naturaleza (¿será que decidió abandonar radicalmente el plano ideal, o es de guachura nomás?). En fin, qué buenos efectos.

Cajas y cajas

Por las películas uno conoce a toda clase de gente rara, excéntrica, paranoica y, generalmente, inexistente. En las películas abundan, pero sólo porque suelen ser más interesantes que las personas normales. Sin embargo, yo tuve la oportunidad, hace dos semanas, de conocer a alguien así de extraña: la tía Sofía. No es tía de nadie, pero como no tiene familiares, decirle "tía" es una forma de darle el cariño que le falta. La pobre tiene ahora ochenta y cinco años y vive sola desde que su hermana murió, casi cuarenta años atrás.
A Sofía la conocí cuando fui a su casa. Una casa vieja, grande, plagada de cajas de zapatillas. En donde normalmente habría adornos o libros, la tía Sofía mete cajas de zapatillas, y si tiene una pared despejada mete una estantería y la va llenando de cajas. Cajas por todos lados, de todos los tamaños, de todas las marcas. Habrá... no sé, soy malo para los número grandes, pero fácil habrá trescientas cajas. Y me consta que la tía Sofía sabe qué hay en cada una.
¿Y qué hay en esas cajas? Recuerdos, de todo. La entrada a una película a la que fue con alguien querido, los cordones de una zapatilla que encontró en la calle un día especial, el último boleto de subte de tal año, una cana en una bolsita, algún bicho disecado, lápices, gomas, hojas en blanco, algún muñeco, una pulsera, una medalla de tal cosa, de todo. Tiene todo amontonado en cajas y es un perfecto caos que ella conoce al milímetro. Y le habla a las cajas: como sabe qué contienen, les habla rememorando todos los recuerdos que contienen. Ella recuerda todo, pero parecería que lo único que olvidó es que esas cajas antes estaban llenas de zapatillas.

Pirucha zanahoria panfletera VIII

Son dos hermanos que pasan los cincuenta y cinco. Él está postrado desde los treinta y ella, la mayor, siempre fue ama de casa. Viven juntos en un departamento de un edificio viejo en una ciudad que se renueva. Ella cuida de él, lo alimenta, lo limpia, lo afeita. Él sólo puede hablar, respirar y usar el cerebro. Ella no tiene mucho cerebro que digamos. Para sobrevivir, él inventa historias y se las cuenta a su hermana, quien, siguiendo al pie todas las indicaciones del hermano menor, escribe esas historias y las manda a revistas y editoriales. Son buenas historias, y tienen esa perspectiva especial que sólo pueden tener las historias pensadas desde veinte años de inmovilidad y escritas por toda una vida de ineptitud.

martes, 5 de enero de 2010

Coleccionables

Meditabundo. (Es lo que piensa,
no lo que hace.)

Hoy, pensando en esa gente que quiere morirse de chiste para ver cómo reaccionaría la gente alrededor, me pareció interesante iniciar una tradición: que es escribir, cada ciertas cantidades de años no reguladas, cuál sería mi mejor epitafio si muriera ahí nomás, para ver cómo fue (irá) evolucionando mi existencia. El epitafio que pensé para ahora y probablemente los próximos años diría así: "Rafael Núñez (R.), escritor apasionado and passionate, fictitious non-lover, que vivió y murió intrigado por misterios que más vale nadie resuelva."

Mi jardín

Pileteando, después de que me hicieron madrugar (8 am.), me pude maravillar con dos detalles de mi jardín.
El primero se dio mientras estaba en la reposera. De pronto miré a un costado y vi, en el pasto, pequeñas gotitas brillantes: eran trozos del agua que yo mismo había expulsado de la pileta con mis tonteos. Ahora estaban allí, acribillados por el sol, y brillaban: uno rojo, otro azul, otro amarillo. Parecían un par de estrellas en mi casa. Pero entonces se me ocurrió utilizar mi técnica de vista nublada: me puse bizco y cerré un ojo, y ante mí, como si les hubieran subido el voltaje, aparecieron decenas y decenas de estrellitas de colores puros, dándole toda la vuelta al círculo cromático, titilando como celofanes con le viento, maravillosos, sublimes y tan fáciles de evaporar...
La segunda de estas experiencias ocurrió mientras me secaba, de parado a la sombra en el patio. Vi, allá en el lejano piso de baldosas no patinantes, lo que me pareció una especie de pequeño calamar de pileta, el último de esta extraña especie perdida. En realidad se trataba de una semilla de dátil (la cabecita del calamar) y una florcita deshidratada y adherida al piso (los tentáculos), pero formaba un cadáver tan lastimero, tan triste, patético y humillado, que no pude sino fantasear, en pocos segundos, la historia de su desdichada vida y el sueño que tuvo siempre, hasta que murió su compañera, la última hembra, de restituir su maltratada especie de calamar de pileta.
Y listo, chau.

lunes, 4 de enero de 2010

Extraño el tono de tu vohohoz

[...]
En ese momento se callaron porque de pronto se oyó, alzándose sobre el cotorreo, la voz potente del Senior. Melodioso, sublime y profundo, su canto silenció hasta la propia naturaleza.
-Si llorar una lágrima costara mi vida –fue el primer verso. Actas y Barda, automáticamente, se miraron entre ellos fascinados, y encontraron a Rode que, de lejos, abrazando a Prid, les dedicaba una sonrisa—,
si oír tu risa se llevara mi boca,
si verte danzando me pusiera loco,
si sentirte tibia me cortara las manos,
aún así, intentaría;
porque sin vida no lloraría,
sin boca no reiría contigo,
porque enloquecer es mi costumbre,
porque hacerte mía se lleva mis días.
¡Porque todo pierde sentido cuando estoy contigo,
y carece de él cuando lo no estoy!
Me haces ver agua sobre el sol cuando anochece,
ver estrellas en el lecho del mar,
me sumerges en los brazos del océano
y sobre los tejados más altos me haces cantar.
Porque todo pierde sentido cuando estoy contigo,
la vida entera juega con nosotros dos,
y todo carece de sentido cuando no estamos juntos.
Quédate conmigo, quédate, yo estoy contigo…
[...]

Cimbaderos- tercer régimen, capítulo 15.

domingo, 3 de enero de 2010

Biciclista Nocturno

Esta ciudad tiene un nuevo héroe: el Biciclista Nocturno. Por lo que dicen aquellos afortunados a quienes salvó, el Biciclista Nocturno se presenta como un muchacho lampiño, con una gorra cuya visera apunta para atrás, montado en una vieja bicicleta inglesa sin luces de ningún tipo. De lejos no se lo vé, pero al acercarse a la escena en que actuará, prende súbitamente un destellador rojo que deja ciego a todos alrededor, y de esa forma oculta su verdadera identidad.
Siendo tan reciente este nuevo héroe no se saben con certeza cuántas fueron sus proezas, pero se confirmó su acción ya en cuatro oportunidades: en la que salvó al chico del delivery de pizzas advirtiéndole de un pozo sobre la calle Brandsen; en la que a un anciano se le volaron los billetes y el Biciclista Nocturno le devolvió $20 que se había llevado el viento (además le deseó feliz año nuevo); la oportunidad en que le indicó la verdadera parada del colectivo 269 una madrugada a una chica desorientada; y la vez en que vio al perro de una casa del lado de afuera de la reja, y tocó timbre para que dejaran pasar al pichicho.
¡Ánimo, Biciclista Nocturno, los ciudadanos indefensos apoyamos tu lucha por la justicia y el bien común! ¡Escribiremos tus proezas para que nadie las olvide, ánimo!

sábado, 2 de enero de 2010

Mdk

En la playa se pueden ver cosas extrañas. Y por extrañas no me refiero a los carritos de choclos ni a los negros senegaleses vendiendo viyuterí, ni a los muy modernos tablones de surf transparentes, sino cosas más extrañas como ese nene rubio que (parecía hijo de alemanes) corría al mar con un sobrecito de jugo en polvo, lo mordisqueaba y lo abría y tiraba todo el polvito dulce al agua, marrón y fétida, probablemente esperando que algún día de estos el mar se volviera jugo de manzana, sin saber que a muchos kilómetros, una empresa gigante succionaba toneladas y toneladas de agua para destilarla y obtener así minerales capaces de llenar dos millones de sobrecitos de jugo de manzana.


Siempre estando ajeno a todo lo demás.

En la Heladería

J: Tomen, acá tienen servilletas.
R: Ah, muchas gracias... Disculpá que te moleste: ¿me dirías tu nombre?
J: Eeh... Janice.
R: ¿Janice en serio? Conocí muchas Janices este año (bah este año no, el anterior). Yo soy Rafael, por si te int-, digo, ¿te interesaba?
J: Jaja, eeh.. no sé.
R: Sí, suelo dar esa impresión. Decime... ¿a qué hora salís de trabajar?
J: A las 4 am.
R: ¿Y tenés alguien que te pase a buscar usualmente...? Un papá, un novio, digo.
J: No, me voy caminando sola, vivo acá cerca.
R: Ajá. Y perdoná que siga rompiéndote pero... si por casualidad yo paso por acá a las 4, y te veo ahí saliendo del local y te acordás que mi nombre es Rafa... ¿te molestaría si te acompaño hasta tu casa así charlamos en el camino? ... Sin malas intenciones eh.
J: Mirá no te conozco, así que si venís llamo a la policía.
...
R: Ok, acepto la derrota... Nos vemos a las 4.


Quiero creer que los animales, incluso los insectos, tienen una capacidad de pensamiento mayor a la que les atribuimos. Porque quiero creer que la libélula roja que hoy pasaba tan cerca de mí es la misma que ayer con mis propias manos salvé de un ahogamiento en la pileta. Y que es gratitud, no casualidad.

viernes, 1 de enero de 2010

Pelusa celestial

Si uno mira el cielo un día despejado, probablemente verá volar cosas. Aviones, pájaros, mosquitos, y también pelusas. Creo que las llamaban barba del diablo, pero para mí son telarañas: a veces se las ve volar estiradas cuan largas son, tiradas por el viento, pero a veces son pelotitas, como plumas de paloma volantona. Y sólo hacen eso: cruzan el cielo en una dirección.
Una persona normal no se asombraría ni nada, porque sólo ve pelusas que surcan el cielo, y pájaros y aviones o insectos. Pero alguien como él no, porque él ve más allá de las cosas: así como les cuento, descubrió que esas pelusas son un mensaje cifrado en código morse, y hoy se pasó todo el maldito día al sol, con su vincha de visera y su cuadernito, anotando el mensaje: pelusa larga (tres minutos después) pelusa larga (tres minutos después) pelusita redonda. Todo el día haciendo eso eh, pero no me quiso leer la traducción. Tiene pinta de ser algo importante.


Como a todo en esta vida, se le puede atribuir un gran significado: no tendí la cama en todo el día, por eso me acostaré la primera noche del 2010 en la cama tal cual estaba la última noche del 2009. Casualidad o vagancia, pero puede transformarse en costumbre.