domingo, 5 de abril de 2009

Virtud y malestar

No sé si será mi vocación artística la que me lleva a la búsqueda innata de la belleza, el exaltación de lo sutil y el repudio a lo que sale de las dos consignas anteriores. Prefiero creer que es eso antes que admitirme un idiota más convencido por el estereotipo de la belleza delgada, firme, musculosa, pulposa y curvilínea.
Lo cierto es que mi exquisito ojo y mi exquisito paladar parecen saciarse muy pocas veces. Pero cierto es, también (y esto me convence de no ser un estereotipado más), que encuentro esa hermosura semiperfecta en muchos lugares, rasgos y personas poco usuales. ¿Será don y virtud lo mío, o un defecto molesto que me condena? Ni lo uno ni lo otro, suelo pensar, ni lo uno, ni lo otro.

1 comentario:

  1. No, usted es todo virtud.

    Eran las tostadas que llenaron de humo mi casa, yep yep.

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A ver qué tenés para decir...