martes, 28 de abril de 2009

Otros Nico y Carina

Me contaron que se llamaba Nicolás, que era el pibe más planificador del mundo y uno de los más pobres de su pueblo. En un viaje escolar trasandino conoció a una chica trasandina: Carina, una ricura de persona, hermosa, graciosa, gentil y amable. Nicolás se enamoró de Carina y ella también de él. Entonces Nicolás le juró que iba a trabajar duro de entonces en más y que pasaría, dentro de un año o dos, a buscarla para que se casaran, escaparan o lo que fuera necesario. Él juró que iba a tener todo bien planeado y que iba a disponer del dinero necesario para todo. Carina sólo tenía que esperar.
Y resulta que así fue: un año y medio después Nicolás tenía la plata justa para el viaje trasandino, ida y vuelta. Había juntado un poco más, para algún regalito, pero no había llegado a acumular mayor dinero por las enormes ansias que tenía de encontrarse con Carina.
Y salió para allá: pagó el viaje, caminó hasta su casa, le pidió a la ama de llaves si podía ver a Carina. Pero la ama de llaves le dijo, desdeñosa: La niña ha sali'o con su novio a la finca 'e Lo'hOlmos. No sé si viá volver ante 'el fin 'e semana.
Y Nicolás creyó que iba a morir. No dijo nada, asintió, se calzó mejor la valija abajo del brazo y, a paso lento, volvió a la estación de trenes. Sacó todos los billetitos que le quedaban y pagó el boleto a su pueblo. La rosa que llevaba en la mano la dejó en el gorrito de una colla que tocaba la quena, y como el tren ya estaba pronto a partir, se subió, aún sin creer su mala suerte, acomodó la valija en el portaequipaje más seguro que encontró, y trató de no desmayarse. La locomotora pitó un par de veces, calentó el motor y sin más arrancó.
Pero pasó entonces que, frente al último vagón, donde estaba Nicolás, pasó caminando Carina, tan despejada luego de una tarde en la plaza con sus amigas. Nicolás apenas la vio sintió que la vida le volvía a las venas y los huesos, y fue menos lo que tardó en forzar la puerta, saltar del tren, caer en la dura plataforma y lamentarse por los agujeros en las rodillas, que lo que tardó en volar hasta Carina y abrazarla con pasión.
-¡Nico, viniste!
-¡Y estaba por irme: en tu casa me dijeron que tenías novio y te habías ido!
-¡Puras mentiras, Nicolás, estaba en la plaza con amigas!
Y suspiraron aliviados, felices, relajados.
-¿Y tu valija? Ay, no... ¿Y la plata para volverte?
Nico se separó de ella y, pálido, descubrió la verdad de su torpe impulso.
-No importa, no importa... Tengo un plan.

2 comentarios:

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