martes, 28 de abril de 2009

Ella sonreía

La vi en el tren. Ella sonreía. En la sonrisa se veía que estaba enamorada: era tan feliz, era tan obvio. Yo conocía esa situación, me alegré de ella. Cuando se liberó el asiento que estaba al lado de ella me senté y busqué un cruce de miradas. Apenas se dio, apenas tuve su sonrisa enamorada cerca de mi cara, le comenté, como quien no quiere las cosas: Se la ve muy enamorada. Ella torció su rostro entonces, como si no estuviera enamorada, tal vez malinterpretando mis intenciones. A mí me gustan las mujeres, me dijo agriamente. Y yo no dudé en retrucarle: Yo no fui excluyente al decir que se te ve enamorada.
Tal vez el paso del usté al tuteo, tal vez el tono burlón de mi voz, lo que fuere, le incendió nuevamente la chispa en los ojos, y los dos nos largamos a reír. Luego de eso Mariana me contó de lo mucho que le había costado hacer que Martín fuera su novio.


Hoy salí temprano y tuve mil ideas en el tren. Mariana y Martín fueron una más de las mil.

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