jueves, 2 de abril de 2009

Plaza de la vida

-¿Ves ese hombre? –me preguntó el linyera señalando a un tipo caritriste, vestido de trajecito gris, con maletín algo descuidado, anteojos opacos, pelo sin vida, cejas rectas y ojos apagados.
-Sí, lo veo –respondí, temeroso de cuáles serían las verdaderas intenciones del linyera.
-A ese hombre le falta espíritu, le falta voluntad… Se parece un poco a usted.
Me lo quedé mirando, aún algo asustado, receloso, pero con curiosidad.
-Yo le pido monedas para poder comer algo, a cambio de pequeñas charlitas, ¿comprende? –Asentí-. Ese hombre, en cambio, pide monedas en la plaza de la Vida, sin entregar nada de sí.
Después de eso le di el paquete de galletitas que le llevaba a mi hijo.

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