jueves, 30 de abril de 2009
Condición humana XXI
Todas las noches de luna nueva tiene ganas de morir abrazado a la planta de cedrón. Llorando, despertando su dulce aroma a chupetín que le permite irse lejos. Pero no, las noches de luna nueva es tal su desesperación que quiere morirse. No tolera no poder ver la luna, es su peor maldición, la depresión. Por más que conoce el ciclo lunar perfectamente, cuando llega esa noche negra, quiere morir. Y peor es (siempre puede empeorar un poco más) cuando se encuentra lejos de la planta de cedrón... Cuando no tiene ni a la luna ni al vegetal dulceolor, el niño se duerme intranquilo y afiebrado, o sale a caminar y campear la vida que se le escurrió esa noche.
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Excelente. El mejor de muchos. Besos
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