miércoles, 3 de junio de 2009

Tan solo entre la gente

Para el hombre que el amor
no lo deja estar contento
encontré una solución,
placebo momentáneo:
sólo madera y un hacha,
y hachar, por supuesto,
es como escuchar el corazón
del muerto en un entierro.
Llorar sentado es peor,
con una mano en la cintura
y otra ocultando el sol
de tu cara de tormento;
yo pienso que es mejor,
y lo pienso a mi manera,
que el llanto del leñador
puede prender una hoguera.
Sabe que será otra historia,
sabe que habrá otro amor,
aunque astillas en su alma
le dan todo su sabor;
y quizás sólo se engañe,
quizá muera infeliz,
quizás no conozca a nadie
pero el hombre llora así.



Tan grande el paraíso y yo he escogido tu manzana.
Cómo se bailan los tangos, cuanto me duele tu amor, cómo robaste mis besos a punta de corazón. Preso llevo tu recuerdo que es el dolor que hay en mí. Vivo a tres palmos del suelo desde el día en que te vi. (Melendi)

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