lunes, 22 de junio de 2009
Condición humana XVII (el eslabón perdido)
Se enteró que era como una cerradura un tanto falseada. O mejor como una puerta con muchas cerraduras un tanto falseadas. Cada llave correspondía a un solo cerrojo, pero una vez adentro podía dar vueltas y vueltas infinitamente y a la velocidad que se le antojara. Nunca iba a tener un tope, siempre abría, cerraba, abría, cerraba, abría, cerraba, abría, cerraba.
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¡no, pero por favor! los sobrecitos de azúcar son otra cosa completamente distinta.
ResponderEliminarbuen objeto para coleccionar, sin dudas.