jueves, 28 de mayo de 2009

Ser el señor

Vio todo el accidente: lo vio formarse, los dos autos salir a la misma hora todos los días, siempre a punto de chocar. Y vio cómo el hombre que manejaba, al tomar confianza, hacía bromas a la mujer que manejaba, tirándole el auto encima y frenando justo a tiempo. Vio las risas despectivas de ésta y, una vez que pasaban de largo, las broncas frustradas del hombre. El señor también fue presente de cuando, pasado un tiempo, él empezó a ignorarla y ella continuó con las bromas pesadas (y resultó asombroso que ella controlara al auto mejor que él). Luego los vio sonreírse mutuamente, mucho tiempo, todas las mañanas. Incluso los vio ir en la misma dirección de tanto en tanto, mirándose uno a otro por los espejitos retrovisores, pasándose mutuamente en un juego cariñoso. Y, finalmente, el señor los vio chocar: el accidente pudo haber sido letal para ambos. No supo bien quién pisó el acelerador, no supo bien quién provocó el choque, porque pareció como que ambos lo hubieran provocado a la vez. El señor lo vio todo, intentando mantenerse indiferente, intentando no odiar al hombre por las sonrisas que la mujer le dedicaba. Así lo vio todo, masticando una mandarina. El día del accidente tuvo ganas de ir a socorrerla, porque se desangraba, pero no pudo porque recién había pelado su mandarina y le quedaba mucho ácido para chupar.

2 comentarios:

  1. Bastante acida su historia sir...lo molestaria con algún insulto indescifrable, pero acabo de pelar un lado de la manzana y empiezo a analizar la posibilidad de utilizar un pelachauchas para la otra mitad ;-)

    Abrazo!

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  2. Mandarinas, mandarinas,mandarinas, voy a escribir algo sobre las mandarinas, mi fruta favorita entre todas las frutas.
    A propósito, estuve varios días sin computadora, entré a tu blog, y fue lo mejor!, porque tuve mucha dantidad de post nuevos para leer. Lo voy a hacer cada tanto.
    Abrazo Rafa :)

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A ver qué tenés para decir...