sábado, 9 de mayo de 2009

La didáctica

Tras breves y macizos resúmenes de las teorías más importantes sobre el aprendizaje, el desarrollo intelectual y la trasmisión de información, pero especialmente después de haber barrido el piso de mi pieza, llegué a una conclusión sobre el aprendizaje humano y la didáctica.
Un humano es como una superficie con rendijas, grietas y agujeros. Esa superficie puede ser horizontal o tener distintos grados de inclinación, y esas rendijas pueden tener distintas profundidades, anchos y accidentes.
Sobre toda superficie se mueve basura: pelusas, uñas, piel muerta, cadáveres de hormigas, panaderitos, etc. Dichas basuras pueden introducirse en las grietas, caer profundo, atascarse cerca de la superficie, quedar enclenque por allí, o lo que sea. Así es como el humano aprende: un poco de todo, de lo que venga, lo que sea que esté expuesto; algunas cosas quedan, otras siguen de largo, otras se entierran muy adentro.
Pero eso no es todo el proceso del aprendizaje, ya existe un factor llamado "barrido". Este barrido es la propia vida: las personas, las nuevas basuras, el tiempo, las influencias, todo. Y esta acción modificadora puede introducir nuevas cosas, quitar las viejas, remover lo que estaba perdido y erosionar la misma grieta.
Ahora, debido a la parte didáctica de esta pobre reflexión, cabe preguntarse: ¿puede uno conocer la morfología de las rendijas de un individuo, o conocer la morfología de las rendijas de una población promedio, para saber el tamaño y las proporciones de los conocimientos que se intentan inculcar? Y aquí está el problema: uno puede tener aproximaciones, saber que casi todos van a aprender tal cosa, pero no la forma en que lo van a fijar todos ellos. Y, además, se cae en la macanuda ley de incertidumbre: al intentar conocer la anatomía de las grietas, se está efectuando el mismo "barrido", por lo cual la grieta no será igual al final del estudio que al principio. Charán.

2 comentarios:

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