domingo, 17 de mayo de 2009

Lecciones colectivas

Por primera vez me encontré con el mendigo en el colectivo. Yo estaba sentado y él, al subirse, me vio y contento se sentó a mi lado. Yo ya me estaba preguntando si pedía tantas moneditas sólo para viajar en colectivo cuando me dijo:
-¿Ve? Una de las ventajas de ser mendigo y saber pedir con paciencia son las cosas gratis: hoy viajo gratis, y lo disfruto más que usted, ¿no le parece?
Le sonreí compromisamente y miré por la ventana, deseando que el viaje se hiciera corto y el olor no se impregnara en mis mucosas.
-Bueno, será un viaje corto por hoy -dijo, tal vez adivinando que molestaba, tal vez ya saciado de velocidad-. Nos vemos la semana que viene, y recuerde señor: hay que manguearle a la vida sin temor a que luego pida retribución. Y cuando la vida le conceda algo bueno, compártalo con quien no tiene, así cuando llega la hora de pagar será feliz al menos. ¡Parada, chofer, por favor!

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