Debo aclarar, ya a estas alturas, que mi
rubia predicción fue totalmente fallida: desperté temprano (8,10) por culpa de la alarma del reloj, y me volví a dormir, hasta 10,30; me levanté, desayuné bien y abundante, mis viejos juntaron las hojas y limpié la mitad de la pileta; no estuve tan pendiente del
fabo ni nada, llamé a la casa cerca de las 2 y me dijeron que se estaba bañando. Me fijé los horarios del planetario, por las dudas, y cuando quería volver a llamar me llamaron a comer. Comí, volví, llamé y supuestamente se estaba bañando. Lavé los platos, los sequé
prolijamente, y poco después de las cuatro agarré la
bici, la copia para corregir de
Cimbaderos, la cámara de fotos y partí. Quería ir al Centro para sacar fotos a estatuas y esculturas. Fui hasta
Ituzaingó, pasé por lo de Nacho para saber si hoy a la noche hacían algo, pero no estaba, pasé por lo de ella, tampoco estaba, me fui hasta
Castelar y tomé el tren; viajé aburrido en el furgón desagradable hasta Once,
pedalié por
Pueyrredón hasta el final y me entretuve media hora en una linda plaza, a los pies de una linda estatua, corrigiendo
Cimbaderos. A mi alrededor había más extranjeros que compatriotas, con mega cámaras envidiables, mamás, nenes y poca gente. Luego me cansé y decidí tomar unas fotos: saqué cinco. Vino un flaco y me pidió monedas, le dije que no tenía, cosa que no era cierto, pero para darle un billete tenía que exponer la billetera. Me dijo
dame lo que tengas,
dame la
filmadora, me sacó la
filmadora, se llevó 12 pesos, lo perseguí, se internó en la feria de artesanos y lo perdí.
Comencé la retirada, pedaleando como
inconsciente, viajé apretado en el furgón desagradable, corrigiendo
Cimbaderos para no pensar, me bajé en
Ituzaingó, pasé por su casa y seguía en lo de la tía,
pedalié hasta lo de mi hermana, me consoló un poquito, volví a casa, me bañé, pensando en llamarla, se conectó, se desconectó, y creo que voy a ir a lo de
Rodai. En fin, podría haber sido peor.