Un día mi hermano comentó la enorme distancia que había entre inodoro y bidet en mi baño (él tiene su propio baño), y yo le dije que sí, que yo ya estaba acostumbrado a "dar el salto". Y hoy mientras usaba el inodoro pensé, en forma de chiste personal, que el espacio entre ambos muebles del baño era semejante al ancho de tres adultos. Pero entonces me di cuenta que semejante en realidad es más como "de las mismas proporciones", y la forma adecuada sería que el espacio es el de tres adultos (hombres, obvio).
Pero seguí pensando: ¿y si en verdad usaba la palabra semejante? Tendría que haber una semejanza entre un hombre adulto y algo mas... Pongamos por ejemplo el inodoro: valdría decir que si un inodoro es semejante a un hombre, el espacio entre el inodoro y el bidet es semejante al de tres hombres. Pero si el inodoro es, en efecto, un hombre en la analogía, ¿para qué sirve la cadena?
Ajajá, acá los dejo pensando a ustedes, ya que no les voy a contar cuál fue mi gran conclusión final, esa que me llegó al momento de "dar el salto".
Anoche vi el final de Alfie. Esa película cuyo inicio vi hace años y pensé que no valía dos mangos. La verdad, en el fondo, vale varios mangos. Y cuando pensé que era predecible y todo, me sorprendió. Increíble, logró su cometido.
miércoles, 9 de septiembre de 2009
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Alfie es una linda película con un lindo actor y con un final nada predecible.
ResponderEliminarTenés que ver la original de 1966 dirigida por Lewis Gilbert y protagonizada por Michael Caine. Excelente.
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