domingo, 6 de septiembre de 2009

A cero absoluto

A ver, cuando después de a ducha sacudo la cabeza, el espejo permanece intacto; me da frío en las orejas y la nuca; todos los sombreros son nuevos, y los uso; las remeras y los suéteres se me resisten; soy más aerodinámico; las cejas parecen otras; no me acostumbro a mi sombra (ahora sé un poquito lo que experimentaba Peter Pan, y no es muy lindo); hasta la lluvia es otra cosa; la gente con ventanillas abiertas adquieren un nuevo nivel en odio; y tengo hambre, pero eso no tiene nada que ver.

Este evento de hombría merecía su post propio: el chico a cero.

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