martes, 24 de marzo de 2009

La mala interpretación

Es increíble el ingenio de los humanos terrícolas, pensó un neptunita observándolos con detalle desde su gigante telescopio. Era increíble cómo habían dominado a aquellas gigantescas bestias, aquellas orugas rugientes, demoledoras, tragahombres, aquellos seres devastadores. ¿Cómo lo habían hecho?, esa fue la pregunta durante mucho tiempo entre los neptunitas…
-Pues lo primero que hicieron fue preparar carriles –explicó el neptunita más sabio-. Los condujeron con una trampa hacia rieles, y una vez allí, no se pudieron zafarse hacia los costados –Todos en la asamblea exclamaron ¡oooh!-. Luego cerraron esos carriles, entonces nunca más pudieron salir de ellos -¡Oooh, impresionante!-. Y después, como broche de oro, descubrieron algo importantísimo -¡¿Qué, qué?!-. Los humanos descubrieron que estas bestias tan atroces, tan voraces, se fatigaban y tenían que quedarse inmóviles unos minutos antes de seguir su marcha… Y estas fatigas que les agarran son tan cíclicas, tan medidas y exactas, que allí donde se detienen… ¡los humanos construyeron andenes y plataformas de donde pueden agarrarlos desprevenidos y montarlos como a simples caballitos! ¡Los humanos sometieron a esa bestia infame llamada tren y (aunque cada tanto esos animales se comen a algunos humanos) ahora las usan como medio de transporte!
-¡Viva, viva! ¡Gloriosos los humanos!

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