sábado, 7 de marzo de 2009

Cinco segundos

Un poco más o un poco menos de cinco segundos tuvo apoyado el lápiz contra el papel. Quizás piensen que no es mucho, pero en esos cinco segundos se llenó de adrenalina. Lo primero que pensó es que iba a fallar, que ya en el centímetro siguiente su trazo se iba a desviar. Pero cuando pasó la mitad no pudo más mantener sus párpados apretados. Y recordó aquella historia que le había contado su maestro de dibujo... Miguel Ángel había logrado que lo contrataran para pintar la Capilla Sixtina simplemente con algo así: dibujando de un sólo tramo, con una tiza en una pizarra, un círculo perfecto. Fácil, pensarán, pero no: más difícil que muchas cosas, una empresa a la que casi todo humano está llamado a fracasar.
Y ahí estaba: tras cinco segundos, un poco más o un poco menos, había hecho una circunferencia perfecta sobre la hoja. Sí... qué placer... qué similitud extraordinaria: ¡él y Miguel Ángel, unidos por dos círculos!
Ahora le quedaba el otro ojo. A ver si tenía tanta suerte o si iba a necesitar la ayuda de la goma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...