lunes, 16 de marzo de 2009

Condición humana XIV

Uno se acostumbra a tener cajones a la derecha en vez de a la izquierda, o a tenerlos a la derecha en casa y a la izquierda en el trabajo. Uno se acostumbra a que los pantalones le cuelguen más de lo debido, y a arrastrarlos por la casa, pero a alzarlos por la calle. Uno se acostumbra al sabor de la zanahoria de la verdulería de las bolivianas, en vez de las del local de Carlitos. Uno se acostumbra a ver a Palito siempre borracho, y a que no conteste los saludos. Uno se acostumbra a que se rían de la voz que ponemos cuando hablamos por teléfono. Uno se acostumbra a que nos llamen por diminutivo cuando nos van a pedir algo. Uno se acostumbra a que Claudia nos mire con ganas de darnos un beso, aunque no se más que una compañera de curso. Uno se acostumbra a que haya gente más inteligente que uno. Uno se acostumbra a que los parlantes se sulfaten y su volumen varíe irremediablemente. Uno se acostumbra a tocar timbres, por eso los sigue tocando aunque no funcionen. Uno se acostumbra a que el perro del vecino te ladre y de vueltas sobre sí mismo como disfuncional calesita. Uno se acostumbra a los hijos bobos. Uno se acostumbra a regar la plantita a las mañanas. Uno se acostumbra al frío, y después al calor. Uno se acostumbra a que los basureros pasan a cualquier hora. Uno se acostumbra a que no saber controlar todas las funciones de su DVD. Uno se acostumbra a que los Faver Castell vengan malos desde que los hacen en Brasil.

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