viernes, 27 de abril de 2012

Ley del cambio repentino

Mientras se enjugaba las lágrimas que estaban atrapadas en sus pestañas, la pobre viejita descubrió una de esas verdades, como las de Murphy o del Rafa Núñez. "Todo es susceptible al cambio", pensó. "Especialmente cuando uno se aleja un tiempo."
Una semana de vacaciones, la primera en cuarenta y tres años, y al volver a casa de sus patrones encontró que  los liquidambares de la vereda ya no estaban. Sólo encontró, de casualidad atrás de unos ladrillos, una pelotita de pinches, y se la guardó en la cartera para recordar siempre que debe atesorar lo que tiene, y especialmente lo que deja antes de irse.

Mientras tanto, lejos del pueblito de los patrones de la vieja, el linyera me confesaba al oído: "Los ganadores en esta vida son los que hacen una victoria cada vez que pierden, no los que ganan siempre."

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