martes, 20 de marzo de 2012

Esos sus ojos asesinos

-Quiero poder matar con la mirada -confesó Marisol en el segundo recreo-. Mirar así y pum, muerto.
-¿A quién querés matar con la mirada? -preguntó Jorge mientras espiaba hacia todos lados. No por la relevancia de la confesión, sino porque no se acostumbraba a pasar los recreos en el baño de mujeres.
-A cualquiera. A la puta de matemáticas, a la directora, o a vos, gil.
-¿Por qué a mí?
Marisol me miró como me estás jodiendo. Supuse que esa mirada sería la letal.
-¿Seguís enojada por lo del viernes?
No contestó, así que sí. Seguía enojada de que el viernes no la había invitado cuando grafiteamos la puerta lateral el colegio con Jorge. ¿Pero cómo invitarla, si estaba chocha de la vida porque finalmente el pelotudo de Demián la había invitado a su conciertito de música folk? Nos hubiera dicho que no, y la hubiera ofendido la sola idea de que insinuáramos que nos caía mal el pelotudo de Demián. Además, si fuimos a pintar el colegio fue justamente para que Jorge no estuviera pensando en ella toda la noche.
-A mí no me gustaría matar con la mirada -susurró Jorge de repente, aprovechando que Marisol estaba distraída. La miró con profundidad en los ojos, seguramente pensando en Demián, pensando en ella y Demián, y pensando en él siempre al costado de ella y Demián o del tarado de turno. -A mí me encantaría -(y dijo "encantaría" con un encanto estremecedor que no conocía)- lastimar con la mirada -Se relamió mientras a Marisol la recorría un escalofrío-. Lastimar mucho.
Marisol seguramente consideraba en su mente que algunas personas tienen ese poder, pero la corregí antes de que pudiera abrir la boca y cagarla más:
-Vos decís torturar -sonreí-. Torturar y romper la carne... A que no podrías...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...