viernes, 23 de marzo de 2012

El puente que no se cruza

Salí a pedalear unas cuadras y enseguida el frío se burló de mis abrigos. Es una mañana tan fría como un paisaje de Vermeer. Llegué al puente y salté de la bici. Tiré aliento entre mis manos pero sólo se humedecieron un poco más. Respiré hondo como para meter todo el paisaje en los pulmones: edificios, la autopista, la plaza abandonada, el puente, los árboles pelados.
Los autos pasaban rápido abajo mío. Los camiones peregrinaban inmutables por sus carriles. Iban al trabajo, iban a estudiar, iban a destino, protegiéndose del frío, escuchando música, escuchando las noticias. Me subí a la bici de nuevo y pegué la vuelta, esta vez con viento en contra. Avancé con los ojos entrecerrados, sin protegerme del frío, pero tarareando una canción que me hacía recordar al verano.

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