Y un día en que la plaza estaba completamente vacía, me develó su secreto.
-En Malvinas muchos murieron por el frío. No teníamos ropas para aguantar la temperatura, y muchos se volvían locos por hacer algo de fuego. Y yo estaba entre ellos, y habría muerto con ellos de no ser por el Sargento Gómez. Un día vio que no nos quedaba nada para alimentar la hoguera que habíamos hecho, y que algunos empezaban a quemar sus pantalones. Él me agarró y me dijo... -Sus ojos penetraron en los míos como clavos dilatados-... "Cabo, nadie que desea vivir quema su abrigo para entrar en calor".
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