Me contó que cuando llega, después de haber estado quince o más horas fuera de su hogar, a veces todavía tiene un poco de energías antes de acostarse, y que le encanta, le fascina, ama sentarse en el comedor a oscuras y cantar un poco, unos veinte minutos digamos, en voz baja, tranquilo, como para tranquilizarse, bajar revoluciones, purgarse. Hacer eso me dijo que lo hace feliz, lo único feliz durante toda la semana. Pero no puede ni siquiera hacerlo porque la vieja que vive arriba lo castiga a taconazos para que se calle. ¿Por qué no apaga su audífono y se deja de romper las bolas?
Hay gente (en realidad no, pero pongamos que sí) que sigue el blog desde el principio, cuando yo era un feliz adolescente que estaba terminando sus estudios secundarios. Esa gente me siguió en el cambio a la facultad, el primer año, ahora el segundo. Y ahora presencia el más drástico de los cambios: en un mes y medio se me ahogó el perro, me sacaron una muela (lo que demostró en encía propia la irreparabilidad y corrupción del cuerpo), adopté una gatita nueva, me regalaron forzosamente un celular que odio y me obligaron a depender de él, y me metieron a trabajar (con lo cual prácticamente dejé de escribir). Ya no soy la misma persona, lo único que falta es que me dé cuenta que soy zurdo en vez de diestro y listo, desaparezco.
lo único q no pueden cambiar, es a tu ser propio, tuyo y solo tuyo...
ResponderEliminarque el cambio sea bueno o malo, solo depende de como vos lo adoptes. los cambios PUEDEN ser buenos...
no les tengas miedo
Sabiduría Peperina... muy acertada, cambiar ES bueno!
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