Corner.
-¿Y doctor, qué tengo que hacer para calmar esta ansiedad enfermiza? ¿Medicamentos, terapia, deportes violentos? Usted ya salvó a la mitad de mi familia, le tengo confianza absoluta: no importa qué ni cuánto cueste, dígame cuál es la mejor manera para terminar este infierno.
-Le puede costar muchísimo dinero, pero eso no le importará, porque su inversión primaria le parecerá exorbitante.
-¡No me importa! ¡Dígame qué hacer!
-Tiene que volverse un poquito idiota y enamorarse. Éso es todo.
Volvete idiota conmigo.
ResponderEliminarQué declaración anónima!
ResponderEliminarSi me lo permite, mi estimadísimo don R., le aconsejaría dejarse atrapar por la idiotez que le proponen.
Un abrazo enamorado,
Ya lo hice (en cierta forma) mi muy estimada Melusina.
ResponderEliminarUn mes atrás habría volado como voló el Parlamento ante los ojos de la enamorada del sin nombre V*, es tan genial la magia de esas tres palabras.
Pero hoy... hoy en día, con la succión cerebral del trabajo, del comer en el centro, de la facultad y del viajar con gente tan rara como el resto, hasta las fantasías se descuidan y las piso disfraído.
Pero, repito, mi muy estimada Melusina y mi muy lacónica Anónimo, ya lo hice (en cierta forma).
*En realidad, si mal no recuerdo, ella no lo ve, jajaj.