Se llaman Revancha de las Bermudas a los días que, como este espléndido primero de mayo de dos mil diez, se olvidan que empezó el frío y nos agasajan con un inusual buen clima, sol radiante, viento fresco, hierbas verdes y casas de ventanas abiertas.
Esta es la noche de pupilas blancas.
Sobre mí la luna de malta ilumina.
Miro y veo tras las cortinas altas
una cangreja que salta y esquiva.
Y la verdad es que odio estar solo, pero amo su comodidad.
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