Pero pasó un día que un tal Rodrigo Paronce llevó sus papeles al Podio de la Tragedia, y tras echarles un vistazo se los devolvieron turbados. "Pruebe en la Ronda de la Comedia, le aconsejaron, aquí no podemos mostrar su obra porque no es tragedia, amigo, vaya a ver qué le dicen esos". Los empleados se trataban despectivamente de uno a otro, pero los dueños de los teatros eran muy amigos. Allá fue, pues, Rodrigo Paronce, sólo para recibir un rechazo y una recomendación de ir al Podio.
Cansado de rebotar, finalmente, Paronce juntó un dinero y se abrió su propio teatro, llamado Claveles, y se inventó así el género steampunk.
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