martes, 24 de febrero de 2009

Montaña

Antes de morir, ya seco de cenizas y con ojos ciegos, el anciano guardián, sin poder incorporarse, escribió con un dedo huesudo en el polvo del piso: “El olvido está permitido para los valientes que actuaron, pero es un sueño imposible para los cobardes que dejaron pasar sus oportunidades”. Después de expirar, la primera brisa invernal borró el mensaje.

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