miércoles, 4 de febrero de 2009

Los caníbales del gimnasio

Hubieran tenido que ver cómo comían. No: cómo masticaban. Parecían rumiantes carnívoros devorando bocados del tamaño de platos. Los maxilares les apretaban los dientes y los músculos maceteros parecían a punto de estallar. Eran todos fisicoculturistas y tenían marcada cada fibra muscular del cuerpo en base a esfuerzo, pesas, papota y, uno que otro (o sea todos), anabólicos. Ellos no se dan cuenta, tal vez porque todos los sábados se juntan a comer y se acostumbraron a ver relucir semejantes mandíbulas trituradoras de Patys, lechugas, pancitos y asados. Chimichurri, les gusta mucho el chimichurri. Cuando invitan a alguien como yo, que no está acostumbrado a ver comer a tales bestias humanas, le preparan un chimichurri especial que hace arder la garganta y calienta hasta la misma sangre. Así, para el sábado que viene, tienen un asadito especial con carnecita saborizada.

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