sábado, 7 de febrero de 2009

Hexameron

Yo vi a la Elegía. La tuve frente a mí
antes que los albores matutinos la desgarraran
en las manos de su infame creador.
Fue ella quien me encontró en la mesa de un bar
una noche que ganaba el otoño, tomando tequilas.
Sin que la pudiera ver, a mis espaldas,
derramó sobre el piso mi alcohol.
La sangre enardecida del instinto primate me hizo enfrentarla,
sin saber aún que de ella se trataba, pero cuando le vi el rostro,
cuando le vi los labios que la seda maniataba,
su hermosura, su mecánica de Elegía perfecta,
la dejé seguir.
Ella caminó entre las mesas de gentes y con sombrillas,
como un pez entre lotos de un estanque,
y se desapareció de mi vista para siempre.
Esa fue la vez en que la vi,
la noche en que vi a la Elegía.

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